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Una cuenta atrás, un silbido y una cascada de detonaciones a modo de 'traca' servirán este viernes para anunciar el fin de un icono industrial en la provincia de León. Ocurrirá, previsiblemente, sobre la una de la tarde y en ese momento los explosivos convertirán en escombro las dos torres de la térmica de La Robla.
Para su demolición se emplearán 192 kilos de explosivo según los técnicos (diez menos según un comunicado de Naturgy) y 1.700 metros de cordón detonante. En las torres se ubicarán 1.347 detonadores para los 480 cartuchos por cada torre. El efecto será tan demoledor que las torres caerán en segundos.
Su fin, su demolición, será tan icónica como lo fue en 1965 el acuerdo para la puesta en marcha de ese proyecto por parte de Hidroeléctrica de Moncabril, Hullera Vasco-Leonesa, Endesa y Unión Eléctrica Madrileña, que posteriormente adquirió el resto de participaciones.
La térmica entró oficialmente en funcionamiento cinco años más tarde y el Grupo 1 se conectó a la red para su suministro el 2 de septiembre de 1971 con una potencia nominal de 270 megavatios.
Fue el primer paso culminado en 1984 cuando el Grupo 2, de 350 megavatios, comenzó a funcionar. Era el 10 de noviembre.
Durante todo este tiempo la térmica, hasta el cese de la actividad, consumió toneladas ingentes de carbón de las cercanas cuencas de Santa Lucía, Ciñera y Matallana, un mineral que llegaba a la central por carretera y cinta transportadora.
Pero su consumo era tan impresionante que la térmica precisaba además del carbón nacional de mineral importado a través del ferrocarril, transportado por Renfe Mercancías desde el puerto de El Musel, en Gijón.
La voladura
Las dos torres
La central
Las dos chimeneas
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Gracias a su enorme actividad la térmica se convirtió en el motor de una comarca que supone aprovechar sus enormes necesidades para crecer en población y servicios.
En 2007 Unión Fenosa anunció su intención de ampliar la planta, con la construcción de un ciclo combinado alimentado con gas natural. El proyecto nunca pasó de la fase de tramitación del estudio de impacto ambiental y fue cancelado.
Dentro de la política de cierre de centrales de carbón, el 30 de junio de 2020 se procedió a su desconexión de la red eléctrica culminando así un proceso que comenzó años atrás cuando la producción energética con mineral comenzó a ser poco rentable.
Era el punto y final a años de servicio. Hoy ese cese de actividad se hace visible con la voladura sus icónicas torres. La torre del Grupo 1 fue la primera construcción de este tipo para una térmica en España. Mientras, la caldera del Grupo 1 (de 54,1 metros de altura) fue fabricada por Esindus - Hamon y durante su vida útil ha sido sometida a diferentes procesos industriales para su mejor rendimiento.
Mientras la caldera del Grupo 2 cuenta con 82,3 metros de altura y fue levantada por La Balcke-Dürr siendo junto a su 'gemela' un ejemplo de los procesos industriales.
En su etapa de enorme activida la térmica consumía 6.000 toneladas diarias de carbón que esperaban pacientes en la playa de vías que facilitaba el acceso del mineral a la misma.
Tras la desaparición de ambas chimeneas el mayor elemento icónico de la térmica que quedará en la zona serán las dos chimeneas de salida de humos que en su día servian para aliviar las calderas. La chimenea del Grupo 1 alcanza los 120 metros de altura y la del Grupo 2 se eleva hasta los 200 metros de altura. En todo caso ambas tienen fecha de caducidad y serán retiradas en el tercer trimestre de este mismo año.
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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