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olaya suárez
CANGAS DE ONÍS (ASTURIAS)
Domingo, 11 de junio 2017
«Hay montañas más altas en España, pero la orografía hace que los Picos de Europa sean las más peligrosas del país». Lo saben bien los integrantes del Servicio de Montaña de la Guardia Civil (Greim), la élite de los rescatadores en altura, que desde el cuartel de Cangas de Onís velan por que el paraíso natural no se convierta en una pesadilla para senderistas y escaladores.
Aunque no siempre lo consiguen. El riesgo cero no existe. El año pasado siete personas murieron en la demarcación asturiana de Picos y otras ocho resultaron heridas. Y en los primeros seis meses de 2017 ya ha habido que lamentar un fallecido y cuatro heridos. Pero lo peor está por llegar ahora que se acerca el verano y el número de visitantes se dispara.
El consejo fundamental para tener una ruta sin sobresaltos es «no sobrestimar las posibilidades de cada uno y tener la mayor prudencia posible en todo momento», explica el teniente Pablo Villabrille Sampedro, jefe de la sección de Montaña, que tiene a su cargo a 50 efectivos del Greim en los puestos de Cangas de Onís, Mieres, Potes (Cantabria), Sabero (León) y Puebla de Trives (Orense). La vocación de este ovetense, que conserva una fotografía en la que tenía tan solo quince años con los que hoy son sus compañeros, se hace extensible a todas los guardias del servicio, una unidad especial dentro de la Benemérita que tiene características muy definidas. «Desde bien pequeño tuve claro que me quería dedicar al rescate en la montaña, es un trabajo muy duro, pero al mismo tiempo muy gratificante».
Aunque las condiciones físicas juegan un papel muy importante durante una intervención al límite, la cabeza es el pilar fundamental sobre el que pivota su complicadísima y admirable labor. Cualquier mínimo fallo o flaqueza puede suponer no solo el fracaso del rescate, sino la pérdida de sus propias vidas, como ocurrió hace tres años durante la evacuación de un herido cerca de Maraña (León), en la que un roce casi imperceptible de un aspa del helicóptero con una roca desencadenó un fatal accidente en el que fallecieron tres guardias del puesto de Sabero. El reciente siniestro de esa aeronave, en la que trasladaban a los rescatadores, ha dejado un poso de preocupación. «Lo que más respeto da es el helicóptero, porque es algo que no controlas tú. En una pared rocosa, por muy complicada que sea, todas las decisiones que tomas son propias», coinciden en señalar los guardias Toni Estrada y Noel Celimendiz.
Aseguran sentirse más seguros colgados de una pared a una altura de 200 metros o en una estrecha sima a 400 metros de profundidad. Como todo, es cuestión de percepción y de conocimiento del medio. Su pasión por la montaña no tiene por qué ser extensible a otras prácticas que entrañan un riesgo. «Los pilotos probablemente dirán que les da mucho más respeto entrar por una cavidad», razonan.
Además del rescate de accidentados, fallecidos y desaparecidos, el servicio de Montaña realiza también funciones de Policía Judicial en aquellos lugares a los que sus compañeros de esa unidad no pueden acceder. «En el caso de un accidente mortal somos los encargados de elaborar el atestado y realizar una inspección ocular para determinar las causas, con los datos que luego serán remitidos al juez», explica Pablo Villabrille. A estas funciones se suman las de seguridad ciudadana en alta montaña. Sin ir más lejos, este fin de semana eran los encargados de mantener el orden público durante la Travesera, una carrera de alta montaña que se desarrolla en horario diurno y nocturno.
Cuando se cumplen 30 años del fatal accidente de un helicóptero que participaba en la búsqueda del niño Germán Quintana, y que se saldó con siete fallecidos, los guardias que a diario se enfrentan a su destino por ayudar a los demás lo tienen claro. «En este trabajo el riesgo siempre está presente, sabes que sales a trabajar, pero por muchas precauciones que se tomen, puede que no sean suficientes y que ya no vuelvas nunca a casa», reflexiona Noel Celimendiz. Pero añade que «sarna con gusto no pica. Nos apasiona lo que hacemos y trabajar en este entorno es un auténtico privilegio».
Uno de los servicios más complicados a los que se han enfrentado recientemente fue la recuperación de los cadáveres de tres escaladores en el Espolón del Jiso. Una muestra de la peligrosidad que entraña la montaña. Tan querida como temida.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
José A. González y Álex Sánchez
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