Ángel, el leonés que soñaba en un Evo

Desarrolló su formación en secundaria en el IES Ramiro II de La Robla y más tarde se desplazó a Trobajo del Camino para terminar su formación en Los Agustinos.

Apasionado del mundo del motor y los rallies disfrutaba cada segundo que pasaba sobre ruedas y solo dejaba tiempo para su familia, amigos y en el último año y medio su novia. Un espíritu libre que conectaba más allá de las palabras. Desde pequeño participaba en todas las actividades deportivas y su abuela siempre le recuerda en el parque de enfrente de su casa jugando con el balón.

Nunca la edad le supuso un límite para hacer grandes amistades. Aprovechaba cada plan para sumarse, aunque no conociera de nada a quienes estaban apuntados, él se sumaba. Porque si algo sabía era aprovechar cada segundo de vida. Todas las mañanas recorría decenas de pueblos de la montaña con su furgoneta. Repartía paquetes con los ojos cerrados en cada casa, relacionaba puntos de conexión para evitar trayectos innecesarios y recogía gatos por la carretera para darles calor mientras acababa su trabajo.

Su parada para tomar el café y hablar con todos los clientes del bar era obligatoria. Y si por el camino un coche le llamaba la atención, una segunda parada era necesaria. Una avispa del trabajo, o así lo denominaban quienes lo conocían. Un altavoz que le regaló su tía era el motor de sus mañanas eternas en llamadas con todos sus amigos y familia. Y por supuesto, sus pequeños amigos caninos en las casas de los destinatarios le esperaban ansiosos por la mañana.

Ángel vivió rodeado de cariño. Su madre María y su padre Juan, no son solo la muestra de ello, sino toda su familia y el ambiente que le rodeaba. Tras comenzar su andadura en la localidad de Trobajo del Camino, su círculo de amistades se amplió. La energía, la positividad y el humor eran características que siempre destacaban en él. Antes de cumplir la mayoría de edad, viajaba con sus amigos recorriendo toda la provincia para disfrutar de rallies y de diferentes circuitos y pruebas del motor. Nunca le importó el trabajo que tenía que realizar. Pasó por las cabinas de la autopista AP-66, trabajó en varios talleres en los que su pasión por los coches aumentó, trabajó como taxista en viajes nacionales y ayudó en todos los proyectos que sus amigos le plantearon.

Siempre con una sonrisa en la cara y una llamada en espera en el contestador. En los últimos meses, fue el mundo del fitness lo que le hizo comenzar su nueva pasión. Ir al gimnasio, cambiar los desayunos en cualquier cafetería por un pan de pita antes de comer y cuatro nueces que le acompañaban en la merienda.

Conocía todas las carreteras leonesas y le encantaba aprovechar los domingos para salir con su coche, o mejor llamado «la maquinaria», que fue su sueño durante años. Meses antes de su accidente, consiguió lograrlo, su Mitsubishi Lancer Evolution llegaba a su cochera para permanecer ahí guardado, como la joya de la corona, hasta que llegaba el fin de semana.

Un sitio para aparcar donde siempre lo tuviese visible, un secado con bayetas de microfibra que no dejasen rastro y la imposibilidad de ocupar los asientos traseros por si el coche se dañaba.

El 1 de diciembre de 2023, la vida se le truncaba mientras trabajaba.Un accidente de tráfico dejaba en el recuerdo y en la memoria al que fue uno de los jóvenes más recordados del municipio. Su multitudinario homenaje, al que acudieron cientos de personas en la capital leonesa paralizó un silencio que solo se rompió con el ruido de su coche, conducido por su mejor amigo. Mientras farolillos en su honor iluminaban el cielo y el llanto roto de todos los allí presentes dejaban ver el dolor de una pérdida que les marcó para siempre. Como si el motor de sus vidas, esa noche, se hubiese quedado sin gasolina.