La prensa, la de hoy y la de siempre, nunca habría sido igual sin los corresponsales, esos tipos todoterreno dispuestos a acudir al lugar más recóndito de la provincia para buscar una historia imposible en otro escenario o, si la ocasión lo requería, arriesgar ... todo para fotografiar... una lagartija.
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Aquella estirpe de voluntarios indomables, almas libres en no pocas ocasiones, dejó nombres como los de Antonio Garay, Polo Fuertes o Ángel Pablos. Profesionales que se buscaban el sustento en otros quehaceres porque el periodismo siempre ha dado para lo que ha dado mientras convertían en algo pasional la búsqueda de la noticia.
Fuera en Toreno, Cacabelos, Bembibre, La Bañeza o Astorga, allí siempre había un corresponsal, un vecino reconvertido a escribiente con una vocación tan pasional que para sí quisieran los grandes 'gurús' de la información.
Barrio Planillo, fiel a ese estilo, tenía su centro de operaciones en La Robla y su radio de acción se movía caprichosamente en función de la actualidad. Un accidente, una rueda de prensa, una entrevista, una piedra caída de la iglesia, lo que fuera, lo mismo daba que ocurriera en Cuadros, en Robles o en Ciñera, por allí aparecía el 'tío Planillo' porque la montaña central era su mundo.
La Asociación de Periodistas de León (APL) lamenta el fallecimiento del corresponsal del Diario de León en la Montaña Central, José Antonio Barrio Planillo, quien desde 1992 era el encargado de informar a los lectores del Diario de León sobre la actualidad de los municipios del norte de la provincia leonesa.
La APL muestra todo su apoyo a familiares y amigos por la pérdida de José Antonio Barrio Planillo y aprovecha la ocasión para poner en valor la importancia de la labor que llevan a cabo todos los corresponsales de la provincia, ya que gracias a ellos conocemos noticias de interés general que suceden en pequeñas localidades.
Su prematura muerte y las circunstancias actuales acentúan el dolor por esta pérdida que lamentan todos los que tuvieron la oportunidad de compartir su trayectoria vital y profesional.
Amaba el periodismo tanto como a su familia y siempre, siempre, recibía a los amigos con el mayor de los abrazos y una sonrisa. Jamás entendió la profesión como un escenario de competencia, pero sí veía en ella un lugar de encuentro para comentar la actualidad.
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Agente de seguros por obligación y periodista por vocación sus crónicas se sumaban en el Diario de León, al que mantuvo una fidelidad permanente, aunque llevaba tiempo lamentando las estrecheces del espacio a la hora de plasmar todo lo que veían sus ojos.
Este jueves, demasiado joven y demasiado pronto, su corazón decidió detenerse. Se ha ido Barrio Planillo a la espera de un maravillo reencuentro con Polo Fuertes o Ángel Pablos. Y en ese instante hablarán de 'su mundo', el maravilloso mundo de los corresponsales.
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