Castrocontrigo exige saber «dónde y cómo» se han gastado las ayudas tras el incendio y exige más apoyo

El alcalde de la localidad, el leonesista Olivio Campo, asegura que se precisa un plan «a cuarenta años» y denuncia «las nuevas amenazas» | La Asociación de Afectados incide en un plan de restauración a largo plazo

j.c.

Sábado, 20 de agosto 2016, 10:22

Cuatro años atrás, Castrocontrigo era el infierno [el dron de leonoticias ha recorrido esta semana la zona]. Lo fue durante 19 días, en los que el cielo tomó un color 'rojo tierra' y la zona se oscurecía paso a paso hasta tomar un aspecto negruzco, casi insufrible.

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Era la consecuencia de una tragedia ecológica, social y económica. Se arrasaron un total de 11.725 hectáreas entre ese 19 de agosto y el 6 de septiembre de 2012, la fecha en la que oficialmente finalizaron las labores de extinción. .

Ruina social porque las familias de la zona, las que vivían de la resina y las que disfrutaban de un paisaje incomparable, lo perdieron todo. A todo ello se sumó un desastre económico. Los expertos advierten de que Castrocontrigo consumió en una veintena de días la riqueza de una treintena de años. Y tres décadas sin el monte se calculan serían unos 180 millones de euros (60 por década, seis por cada ejercicio).

Cinco fueron los ayuntamientos afectados, Castrocontrigo, Luyego, Quintana y Congosto, Castrillo de la Valduerna y Destriana. El alcalde de este primer municipio, Olivio Campo, incide en que los problemas siguen vivos y la cicatriz está abierta. «Tenemos un recuperación deficiente. Hay zonas en las que la recuperación se ha recuperado a su ritmo las que eran de pino adulto, pero hay mayores problemas en las zonas que habían quemado por segunda vez, aquellas que estaban ya dañadas por el incendio del 98 en el Teleno y el que tuvo lugar unos años antes. En ellas el daño sigue vivo», sentencia.

Reforestación

Después de cuatro años más de un millar de hectáreas han vivido actuaciones directas y en el resto se sigue viendo como día a día la naturaleza hace su trabajo. En los montes de utilidad pública (cerca del 80% de la superficie) el trabajo del propio ecosistema permite revitalizar la zona tras eliminar la madera quemada (en su conjunto vendida por poco más de dos millones de euros).

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Reina el verde de nuevo pero Olivio Campo asegura que mira la zona convencido de que se puede y se debe hacer mucho más: «Hecho de menos que no haya un plan de recuperación de la zona. El de inversiones que fue por vía de urgencia por parte de Ministerio y Junta se hizo a la carrera. La impresión que tenemos es que lo que se invirtió no fue el cien por cien efectivo. Hoy estamos pendientes de que la Junta nos diga dónde y cómo se han ido los fondos de inversión para la zona».

Además se incide en que la situación está al límite pese al tiempo pasado. «Hay que comenzar otro tipo de estudios y otras cosas», recuerda el alcalde de Castrocontrigo. Éste además recuerda que en su día «y por motivos que ya no vienen a cuento» los resineros no pudieron recibir ayudas.

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Esa veintena de familias están trabajando hoy en una zona explotada «al noventa por ciento» pero que vive amenazada por quienes «sólo piensan que en quemar el monte. En los últimas días hemos tenido tres incendios que se han podido sofocar a tiempo, pero si uno avanza la situación sería de nuevo dramática».

E insiste en la necesidad de más apoyo, «de un plan a treinta o cuarenta años que permita que la zona se recupere en las condiciones más adecuadas. Sin ese plan nada de lo que se ha avanzado se podrá mantener en el tiempo».

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Asociación de afectados

Por su parte Luis Martínez, perteneciente a la Asociación de Afectados, incide en la misma idea: «Necesitamos un plan de restauración a largo plazo. Un plan con inversiones concretas».

Además recuerda que es urgente ese «plan de restauración a largo plazo porque lo que pasó puede volver a pasar. Creemos que se ha salido del bache que supuso el incendio, pero eso no supone que no haya que seguir actuando, todo lo contrario».

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Mientras, en la zona, como cada verano los vecinos se sienten amenazados. Antes o después siempre hay una amenaza creada por un 'loco' que no acierta a entender que quemar el bosque es «matar la vida de esta zona».

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