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nacho barrio
Domingo, 29 de mayo 2016, 17:36
A las doce llegaba el momento. Con la iglesia de San Juan Bautista abarrotada, los danzantes se preparaban con el tocar de la dulzaina. No quedaba nada. San Sebastián apareció para, en un ritual tan tradicional como necesario, calarse el gorro militar y ajustarse el ... mantón de Manila. Todo está listo. San Sebastián encara los primeros metros del recorrido y, con paso lento y sobervio, enfila su penitencia.
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Laguna de Negrillos volvió a celebrar un Corpus Christi atípico y sorprendente. Una de esas citas leonesas para no perderse. Un acto en el que lo mejor es observar, en silencio, para no perder detalle.
Tras hacer un recorrido por el tempo, el santo encabeza la procesión seguido todos los apóstoles excepto Judas Iscariote, así como otras tantas imágenes y los ocho danzantes que, emulando a los ángeles, se mueven al son de la música tradicional. La procesión se completa con la presencia de los birrias que, a modo de diablos o guirrios, abren paso durante el desfile.
En esta ocasión, la subdelegada del gobierno en León, Teresa Mata, fue la invitada de honor en un acto que reivindica la tradición leonesa en una fiesta querida y respetada.
San Sebastián, con aire solemne e impertérrito, llega ante la imagen a venerar, ante un municipio que espera su llegada. Encorvándose lentamente, San Sebastián muestra su respeto. El pueblo estalla en fervor. A pesar de todo, el personaje vuelve a ser no solo uno más, sino uno de los más queridos.
Un origen peculiar
Declarada de Interés Turístico Regional, la procesión del Corpus Christi del municipio leonés nació arropada por los afanes teológicos de los pueblos feudales de la Edad Media y ligada a los autos sacramentales. La representación gira en torno a la figura de 'San Sebastián' quien, ataviado con el uniforme de marino de la escuadra española en Filipinas, cubierto con un mantón de Manila, cuyos flecos bailan al son de su taconeo, y bicornio de emperador, porta en la mano derecha una saeta y en la izquierda una espada envainada, como armas de defensa de la fe y símbolos de su martirio.
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