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ANTONIO CORBILLÓN
Viernes, 29 de diciembre 2017, 17:37
Buen año de pulpo, mal año de nécora. Pero el pulpo es muy listo y le gusta comer buen marisco. Y este es un muy buen año de nécora y centolla. Por lo cual....». Tomás Fajardo, presidente de la Federación de Cofradías de ... Pesca de Galicia, tira de tópico para explicar la mala temporada en la captura del rey de los cefalópodos. Las 63 cofradías a las que representa han dejado bastante de lado la pesca de esta especie y se centran en otras más rentables. «Los barcos tienen que trampear con otras artes. No tenemos otra alternativa. Al menos nos alivia un poco el alza de precios, que compensa las escasas ventas», resume el asesor de la Cofradía de Vigo (una de las más grandes de Galicia), Jorge Alfaya.
¡Y qué precios! La lonja de Ribeira (La Coruña) ha logrado las mayores capturas en las últimas semanas, con atraques en los que se acercaron a los 500 kilos diarios en la lonja. Se pagaron hasta 13,80 euros el kilo, que suele ser el precio de una ración para dos personas en cualquier restaurante.
Los datos de la Consellería de Pesca de la Xunta de Galicia son contundentes. Las campañas son interanuales y se miden de julio a mayo. Y en la primera parte de ésta (julio-noviembre de 2017) apenas se han capturado 726 toneladas con artes menores (nasas). Es casi la mitad que el año anterior, que alcanzó las 1.406 toneladas. Del resto de la campaña hasta mayo no se esperan muchos cambios. Y eso que este embajador de la mesa gallega (y de la nacional) nos tiene acostumbrados a «grandes oscilaciones; pero sufrimos un gran desconocimiento de su evolución biológica», explica la directora general de Pesca de la Xunta gallega, Mercedes Rodríguez.
Mercedes Rodríguez | Directora de Pesca de Galicia
El caso es que el éxito del manjar de las rías gallegas, al que se suma la gran aceptación entre los turistas que visitan España, hace que la producción propia apenas cubra el 25% de la demanda. Ni siquiera alcanza las necesidades de los gallegos. Los expertos consultados aseguran que más de la mitad de lo que se come en Galicia llega de fuera, por lo que el habitual reclamo de 'pulpo a la gallega' hay que ponerlo cada vez más en cuarentena. Estará hecho 'a la gallega', pero muchas raciones no tendrán 'acento' gallego, con esas piezas más oscuras y cuya piel no se pela al cocerlo. Y, sobre todo, no tendrán sabor gallego. «Está tan rico por lo que come», sentencia Fajardo. Los humanos y los pulpos se parecen en algo: les encanta ingerir marisco.
Ángel Guerra | Biólogo marino del CSIC
Por eso, los productores se temen que la escasez pueda ir acompañada de una bajada de la calidad. Desde el colectivo de cofradías luchan para que «el sector tenga un certificado y se pague lo que corresponda». En la Xunta gallega, su responsable de Pesca, Mercedes Rodríguez, recuerda que cada partida debe tener «una correcta identificación de su origen» y que el gallego suele llevar el sello de 'Galicia Calidade', que el comprador «debe exigir para evitar que le engañen».
Porque las carencias peninsulares no sólo han hecho subir los precios, sino que han inundado las pescaderías, las fábricas de conservas y las mesas de los restaurantes de importaciones que llegan desde más de veinte países. Entre ellos destacan las capturas de aguas compartidas como las de Portugal, Marruecos o Mauritania, pero también lo que llega del otro lado del Atlántico desde Perú, México o Chile. Así, hasta 24 países.
«¡Ni idea!», responde con sincera contundencia el presidente de las cofradías gallegas, Tomás Fajardo, a la pregunta clave: ¿por qué fluctúan tanto las capturas de un año para otro? Y eso que está en juego el futuro de los más de 600 barcos que lo pescan en las rías gallegas. La mitad de ellos lo hacen de forma exclusiva.
Ángel Guerra, jefe de Ecología y Biodiversidad Marina del Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC en Vigo, es uno de los pocos expertos en su comportamiento. En un estudio concluye que «la alta mortalidad de las etapas tempranas es el principal obstáculo para que crezcan las paralarvas (alevines) a adultos en condiciones de cultivo, probablemente debido a la insuficiencia de la dieta que produce la desnutrición».
Más allá de la comunidad científica, quienes viven de su captura apuntan una buena cantidad de posibles razones que, sumadas todas, explican que una temporada de pulpo sea mucho más impredecible que una cosecha de vino. Aunque ambas se parecen en que están sometidas a grandes factores ambientales. «Es una especie de ciclo corto. Vive menos de dos años y eso hace que se resienta ante cualquier variable que afecte a la reproducción. Ahí entra también la contaminación y el cambio climático», avanza Jorge Alfaya, desde la Cofradía de Vigo. «Esto es cíclico -resume Tomás Fajardo, que además es armador en Porto do Son-. La escasez de vientos del norte, el año seco y la falta de mar de fondo que mueva el sustrato también pueden explicar tantos interrogantes». «La salinidad, las temperaturas y lo poco que se ha estudiado esta especie no ayudan», remacha desde el Gobierno regional su directora de Pesca, Mercedes Rodríguez.
Jorge Alfaya | Asesor Cofradía de Vigo
Para paliarlo, desde el Instituto de Investigaciones Marinas se realizó durante cuatro años el 'proyecto Cefaparques', pionero en aguas de la Unión Europea para la determinación de áreas de desove y reproducción de las tres especies de cefalópodos (pulpo, calamar y sepia). De aquel estudio han surgido hallazgos como la identificación de un «hábitat esencial para la reproducción» en la isla del Norte de las Cíes (Parque Nacional Islas Atlánticas), que cierran la entrada a la ría viguesa. «Identificar esos hábitats y protegerlos adecuadamente es una excelente herramienta para conseguir una gestión sostenible», concluye el investigador Ángel Guerra, biólogo marino del CSIC en Vigo, que también recomendó «la creación de zonas de reserva de pesca basadas en esos hábitats esenciales».
Sería una fórmula de conservación similar a la que se aplica en otras especies. Aunque las autoridades pesqueras gallegas insisten en que «no hay problemas de regulación y las vedas actuales (desde mediados de mayo a principios de julio) son suficientes». Cada uno de esos 600 buques cuenta con un límite de capturas por barco (30 kilos) y en función del número de marineros (otros 30 kilos por persona y día). Además, se aplican sanciones a las capturas de piezas por debajo de un kilo de peso (el adulto pesa unos dos kilos).
Mientras se gestiona el futuro, la mala mar del temporal 'Bruno' ha dejado estos días en tierra a gran cantidad de embarcaciones. Una marejada que podría ser una buena noticia si menea las aguas y evita situaciones como la del puerto de Bueu (Pontevedra), que tuvo que suspender las pujas de pulpo y venderlo directamente a demanda telefónica. Al menos, a los paladares de las excelencias gallegas les queda este año el consuelo del abundante marisco que no devora este huidizo animal tentacular.
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