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inés santos
Martes, 23 de mayo 2017, 00:02
Una copa de buen vino, pero también de historia y tradición. Nicolás Rey e Hijos crean de las variedades autóctonas de prieto picudo y albarín desde 1965 que empezó el padre con tan sólo dos depósitos. Pero con la misma filosofía y el mismo consejo que daba Nicolás... 'El vino Palomares cura todos los males'.
La bodega Los Palomares, está situada en la localidad leonesa de Valdevimbre. En un pequeño pueblo en el sur de la provincia leonesa donde la tradición vitivinícola está muy arraigada en la población. Una familia que lleva años dedicándose a crear los mejores caldos de la comarca con el único secreto de cuidar las formas de trabajar el vino desde su origen hasta su puesta en escena. Valores que se han transmitido de generación en generación.
Nicolás Rey ha mantenido el buen saber y el mimo a la hora de elaborar los vinos, pero también han estado pendientes de las nuevas demandas y técnicas que la elaboración de los vinos de calidad exigen en un mercado muy cuidado. Muestra de ello es la bodega en la que Los Palomares elaboran sus variedades, una mezcla de las últimas tecnologías y las mejores instalaciones combinadas con el cuidado y la tradición de las bodegas de toda la vida.
Unas paredes en tierra y unos pasillos mágicos trasladan al visitante a la elaboración de los caldos de la manera más tradicional. Cuando se recorren las instalaciones de Los Palomares, desde los depósitos de maceración en los que la uva reposa tras la vendimia, hasta los depósitos en los que la fermentación hace su trabajo el visitante siente que los caldos de Nicolás Rey e Hijos son mucho más de lo que la tradición manda.
Impresiones de entrada dulce
La bodega cuenta con 60 hectáreas de viñedo, 19 de ellas producen la uva de la variedad verdejo que da origen a uno de los vinos blancos semidulces más deseados de la provincia, el Impresiones. Un vino que nace en 2004 con apenas una producción de 2.000 botellas y que en pocos años se ha convertido en un imprescindible de bares y restaurantes.
Es de color amarillo acerado, con mucha chispa de carbónico y un aroma intenso que tiene recuerdos a manzana, piña, melocotón y frutas tropicales en almíbar. En cada trago la noca manifiesta las grandes impresiones de entrada dulce y un pos gusto amargo que son tan difíciles de combinar, pero tan fáciles de disfrutar. El secreto del Impresiones es la temperatura a la que se elabora y el corte de la fermentación en el momento justo, técnicas que dominan a la perfección en Los Palomares y que hacen disfrutar a los leoneses. Fue tal la demanda que en los años 2008, 2009 y 2010 quedaron un par de meses sin stock para poder servir a los clientes de Impresiones.
Con pasión y paciencia
La bodega destina 41 de sus hectáreas a cultivar la variedad de Prieto Picudo, con la que elaboran los tintos y rosados de su producción. Aunque algunas añadas también compran uva a los vitivinícolas de la zona para poder completar los 400.000 litros de capacidad que tiene la bodega.
Desde que se recoge la uva en las viñas, hasta que el mosto llega a los depósitos el proceso es lo más natural posible. En Los Palomares le dejan todo el trabajo a la gravedad, a través de conductos y tuberías y con tres plantas (dos de ellas bajo tierra) el mosto cae por su propio peso para dar lugar a uno de los mejores vinos de la provincia, el tinto crianza 3 palomares.
En la primera planta, a nivel de suelo, se encuentran los depósitos en los que el vino macera durante 16 o 18 horas si es blanco o rosado, o toda la fermentación si se trata de la elaboración de vino tinto.
Ahora se encuentran trabajando en una novedad, el espumoso. Un caldo que no tiene gran aceptación en la provincia leonesa, pero que seguro que en Los Palomares sorprenden con un producto final inigualable.
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