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«Tendremos a un europeo en la Luna en los próximos años», ha asegurado este jueves Sergi Vaquer Araujo a los asistentes al XXIII Simposio Nacional de Medicina Espacial. Intensivista de formación, «nacido en Barcelona pero criado en Palma de Mallorca», el jefe del Equipo ... de Medicina Espacial de la ESA ha dado en Bilbao la conferencia inaugural de un encuentro organizado por la Sociedad Española de Medicina Aeroespacial, el IMQ y la Agencia Estatal de Seguridad Aérea.
– ¿Cómo va la selección de los nuevos astronautas de la ESA?
– Va bien. Ya se han hecho todas las pruebas y entrevistas, y el director general hará pronto público quiénes son los nuevos astronautas. Vamos a tener entre cuatro y seis astronautas principales y hasta veinte o veintidós astronautas proyecto, que se llaman.
– ¿Han rechazado a muchos por razones médicas?
– Me sabe mal, pero no le puedo decir a cuántos. Lo que sí puedo decirle es que ha sido un proceso extraordinariamente competitivo en el que han participado 22.000 candidatos. Así que ha habido una gran tasa de rechazo.
– Va a haber por primera vez un astronauta con discapacidad física. ¿Cómo ha afectado eso a la selección?
– Ha habido dos selecciones paralelas, pero independientes: la del parastronauta y la de los astronautas de carrera. El del parastronauta es un proyecto de viabilidad. La ESA se compromete a hacer todo lo posible para materializar un primer vuelo piloto al espacio de una persona con discapacidad. Pero eso no está garantizado porque Europa no tiene su propio vehículo para vuelos tripulados. Tiene que convencer a otras agencias de que enviar a esa persona al espacio va a ser seguro y útil.
– ¿Qué requisitos debe cumplir un astronauta?
– Debe tener una determinada capacidad física; pero eso es algo que se puede entrenar. Si alguien está en una forma física un poco más baja que lo deseable, nosotros le podemos entrenar. Buscamos personas con un título universitario o equivalente, porque eso nos demuestra una madurez profesional, y que además puedan trabajar bajo estrés, que sean lógicas y que puedan resolver problemas. Más que la forma física, nos interesan las capacidades mentales y cognitivas.
– Volar al espacio sigue siendo algo muy complicado.
– Se está haciendo cada vez más fácil. La aviación era al principio algo propio de los militares, luego algo propio de los ricos... Pero, en el momento en que el coste se redujo y la clase media tuvo acceso a los billetes, hubo un bum de la aviación civil. Creo que en los vuelos espaciales estamos acercándonos a ese momento. Volar al espacio es todavía cosa de ricos, pero por fin hay vuelos comerciales.
– Pero es muy arriesgado.
– Sí, volar al espacio es todavía peligroso. Pero también era peligroso volar y hemos conseguido hacerlo seguro. Es cuestion de desarrollo tecnológico. Cada vez tenemos menos accidentes,pero, sí, aún sigue siendo experimental.
– Los astronautas siguen despegando en la punta de un cohete, como Yuri Gagarin en la de un misil en abril de 1961.
–Sí y no. Yuri Gagarin iba en un misil desarrollado en un año o dos. Ahora contamos con cohetes que tienen muchos más años de desarrollo y mucho más conocimiento detrás.
– ¿Son frecuentes los problemas médicos en las misiones largas?
– Claro. Como cualquier otro humano, los astronautas tienen dolores de cabeza, sufren insomnio, padecen estrés... No son problemas graves. Nunca hemos tenido que evacuar a ninguno. Hay un caso documentado de arritmias y estrés en un cosmonauta que vivió un incendio y una colisión espacial entre dos vehículos. Que sufriera arritmias y estrés era casi esperable.
– ¿Qué es lo peor que puede pasar?
– Los accidentes de ingeniería, los fallos en el vehículo. Una despresurización, un incendio, una explosión... Nos preparamos para lo peor, pero en esas situaciones no hay mucho que hacer.
– Así que mejor nos olvidamos de películas como 'Gravity'.
– 'Gravitiy' es muy bonita, pero hay muchas, muchas cosas que no son en absoluto fieles a la realidad.
– ¿Qué es lo que más le preocupa cuando tiene a un astronauta en órbita?
– El objetivo del equipo es mantener al astronauta con el máximo rendimiento posible el mayor tiempo posible. Eso, en misiones de seis meses, genera otra serie de problemas que no son los habtiaules. Uno puede trabajar veinte horas un día, pero después está destrozado. Con los astronautas pasa lo mismo. No podemos pedirles que trabajen más de la cuenta durantes seis meses porque, a los dos meses, ya los tendremos quemados. Una de mis preocupaciones es que trabajen mucho, pero no demasiado. Y la línea entre optimizar el rendimiento y quemarlos es muy fina.
– ¿Cuáles son los problemas de salud más habituales?
– El más común es que se te hinche la cabeza cuando los líquidos van a ella por la microgravedad. Al llegar, son habituales los vómitos y el malestar. Son cosas que sabemos que pasan y que no son un problema. También son frecuentes el dolor de cabeza y el insomnio porque el ritmo de trabajo no se adapta al del día y la noche de aquí.
– Cuando un astronauta aterriza en Kazajistán, donde usted ha atendido a varios a su vuelta a casa, le llevan en volandas.
– Ya ha pasado que, por pedirle demasiado a un astronauta justo después de salir de la cápsula, se ha desmayado en una rueda de prensa. Tras una misión de seis meses, los músculos, el corazón y el sistema del equilibrio tienen que adaptarse a la gravedad. Pero los astronautas europeos, que se toman muy en serio el ejercicio en órbita, vuelven de la estación espacial muy bien.
– ¿Cuánto ejercicio hacen?
– Dos horas diarias, seis días a la semana. Es muchísimo.
– ¿Les sirve a las agencias espaciales la experiencia acumulada en las estaciones polares?
– Sí, sobre todo en aspectos psicológicos. En las bases antárticas, hemos aprendido que en una misión se empieza muy motivado, pero en el tercer cuarto la motivación cae para volver a subir al final. Eso lo vemos tanto en la Antártida como en el espacio.
– ¿Y en lo que se refiere a los problemas médicos y las futuras misiones a la Luna y Marte?
– Un cirujano ruso se quitó él mismo el apéndice en la base Vostok. Es un buen ejemplo de cómo tiene que cambiar la medicina espacial para las misiones a la Luna y más allá. En esos viajes, los astronautas tienen que ser capaces de resolver problemas médicos. No pueden contar con nosotros tanto como en órbita terrestre. Nosotros podemos analizar el paquete de información que llegue a la Tierra, pero ellos tienen que haber tomado las primeras medidas y recolectado información de calidad.
– Póngame un ejemplo.
– Tienen que aprender a hacer ecografías. No tienen que diagnosticar nada, pero, si yo necesito ver un riñón, me lo tienen que enseñar bien. El primer paso es conseguir que sean mejores en aspectos técnicos y que un sistema informático les diga qué pasos tienen que dar para la primera estabilización si empiezan a tener fiebre, a orinar sangre o se rompen un hueso. Que el sistema les indique lo que tienen que hacer ante el problema y, al mismo tiempo, guarde información para enviarla al médico en la Tierra.
– Solo con pensar en un dolor de muelas en Marte, a seis meses de viaje de casa como poco...
– En la Luna, sería muy parecido. Podrías tardar quince o veinte días en volver y en ese tiempo una infección activa te puede matar.
– ¿Qué hay que meter en un botiquín espacial?
– La NASA tiene una teoría; nosotros otra. Estamos intentando llegar a un punto común, pero la decisión va a ser muy difícil porque llevarás algunas cosas a costa de otras y si tienes la mala suerte de haber dejado en la Tierra lo que necesitas... Nosotros partimos de que, cuando se ponen serias, todas las enfermedades tienden a provocar fallos de los órganos que tienen un tratamiento bastante estándar. Por eso creo que vamos a poder hacer un botiquín que dé respuesta a cualquier enfermedad cuando se ponga realmente mal.
– Con lo que sabe y ha visto, ¿aspiraría a ser astronauta?
– Sí, como turista.
– ¿Como turista?
– Sí, porque, además del sacrificio físico, el astronauta profesional hace un sacrificio vital para el que yo no estoy preparado. Yo no puedo dejar a mi familia atrás para arriesgar mi vida y no volverlos a ver, por ejemplo. Es una posibilidad real, y yo no voy a hacer ese sacrificio jamás. Admiro a la persona que, sabiendo lo que puede perder, decide viajar al espacio. Además, lo hace por todos nosotros. Va a expandir fronteras y le admiro.
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