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Discapacidad, aislamiento social, pérdida de productividad laboral y de calidad de vida, morbimortalidad y costes económicos. Lo causa la depresión y va en aumento. Los especialistas lo consideran «un fenómeno epidémico y diferentes indicadores muestran un crecimiento exponencial hasta el punto de ... que, en las próximas décadas, previsiblemente será la primera causa de discapacidad».
El aumento de la esperanza de vida, el mayor nivel de estrés de la sociedad occidental y el consumo de sustancias tóxicas son algunos de los factores que explican ese incremento;pero no solo. La crisis empeoró la situación y la tendencia no parece recuperarse. Un estudio realizado por la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental en pacientes que acudieron a Atención Primaria entre 2007 y 2011 detectó un aumento del 10% de trastornos de ansiedad o depresivos relacionados con problemas de hipotecas o de desempleo.
Castilla y León no es una excepción a esta tendencia. El consumo de antidepresivos ha aumentado el 70% en los últimos 15 años y es, según los datos de la Consejería de Sanidad, la tercera causa de consulta más común en Atención Primaria. Y ello pese a que muchas veces la visita al médico no es directamente por una causa de salud mental sino que el paciente da rodeos, pone sobre la mesa otras dolencias y suele ser reincidente cuando en realidad busca ayuda frente a esa tristeza que parece insuperable y que no sabe reconocer como enfermedad.
Los datos que aporta el sistema informático de Atención Primaria, el Medora, arrojan una importante prevalencia de la depresión, del 6,85% en las mujeres y del 3,14% en los varones, una media de 5,03%. Son los datos de diagnósticos de trastornos afectivos, adaptativos o episodios depresivos, entre otros, registrados por Sacyl y que experimentan un progresivo incremento, a la par de estar infradiagnosticados.
Siro Lleras, jefe de servicio de Coordinación Asistencial Sociosanitaria y Salud Mental de la Junta de Castilla y León, destaca además que «somos conscientes de que no están registrados todos los casos, hay una depresión muy larvada y no todos acuden al sistema sanitario». Además, está todo el peso de la atención privada que no se refleja en ningún informe en común.
117.012 diagnósticos por depresión figuran en las historias clínicas de AtenciónPrimaria en la comunidad, muchos menos de los reales.
219 personas se suicidaron el año pasado y fueron 165 hombres frente a las 63 mujeres y hay incluso un caso de un menor de 15 años; aunque la mayoría son a partir de esa edad y, sobre todo, desde los 45 años.
Destaca a este respecto este responsable sanitario que el IV Plan de Salud de Castilla y León 2020 incluye el desarrollo y la implantación del Proceso de Atención y Prevención de la Conducta Suicida porque las conductas autolesivas son la principal y más grave complicación de la enfermedad; «ya que el riesgo es 20 veces superior en los pacientes con depresión que en la población general. El 80% de los suicidios tenían una depresión previa».
En Castilla y León hay más de doscientos cada año, según datos del INE, y más de 500 fallidos, según estimaciones sanitarias.
Son, a fecha cerrada de abril de 2019, 117.012 habitantes de Castilla y León los que sí figuran en Sacyl como enfermos con depresión, solo la mitad, se estima, recibe tratamiento y el tramo de edad con mayor prevalencia se sitúa en la población mayor de 66 años (9,07%). El porcentaje femenino es más del doble que el masculino, prácticamente es así en todos los tramos de edad, solamente se acercan más ambos sexos en los casos más jóvenes, los menores de edad, en los que 849 mujeres sufren depresión diagnosticada –una incidencia del 0,50%– y 749 chicos, el 0,42%. Esta es una patología que al propio paciente le cuesta reconocer los síntomas y perseguir soluciones médicas porque el afectado no identifica bien su dolencia y quien la padece tiende a rechazar el tratamiento por lo que, para añadir complicaciones, la adherencia terapéutica farmacológica es mala, de mucho abandono y además también hay una marcada tendencia de rechazo a acudir a psicólogos o psiquiatras.
La depresión registrada, según otros indicadores autonómicos, afecta a muchos más, al menos al 6,5% de la población y aunque sea una enfermedad más femenina que masculina, «curiosamente son más varones los que se quitan la vida; aunque mayores los intentos de ellas. Tal vez porque los hombres utilizan métodos más letales». Así lo destacaba el doctor José Antonio Blanco, psiquiatra del Hospital Clínico al explicar la vinculación entre la depresión y el suicidio en una reciente jornada en Valladolid sobre Diálogo de Escucha Activa: #VivirConDepresión.
El absentismo laboral por tal causa es muy alto y suele estar ligado al estrés y al acoso hasta afectar al 14% de los trabajadores. Un reto de Salud Pública con unos altos costes económicos directos e indirectos. Además es habitual que el trabajador que se reincorpora tras una baja por depresión lo haga sin estar bien del todo y tenga recaídas o una actitud de cansancio, estrés, ansiedad... que lleva a influir en su producción y, con ello, en su autoestima. Supone esta causa el 63% de las bajas laborales femeninas y 2018 registraba en Sacyl un aumento del 10% de ausencias laborales por tal enfermedad.
Una enfermedad en aumento, mal registrada y difícil llegar a ella. Por ello, aunque ya figurara en la atención diaria de los médicos de Familia, Sacyl ha decidido actualizar la cartera de servicios con dos nuevos muy específicos: La Atención a la depresión y a la ansiedad, que no siempre van unidas.
«Las personas que sufren este tipo de enfermedades son abordadas principalmente en Atención Primaria y cabe destacar la gran afluencia que este tipo de trastornos tiene en otro tipo de enfermedades orgánicas y en la evolución de las mismas. De ahí, la importancia de un abordaje integral de quienes sufren estos trastornos y del lugar privilegiado de los profesionales de Medicina de Familia para proporcionar este tipo de atención», destaca Siro Lleras. Además, destaca, «el abordaje de los trastornos depresivos y de ansiedad requiere en algunos casos la colaboración de los profesionales de AtenciónPrimaria y Salud Mental, basado en la continuidad asistencial».
Por ello, explica que estos dos nuevos servicios recogen «la valoración, actuaciones e intervenciones mínimas que los profesionales tienen que realizar en la atención de las personas en estos trastornos, donde hemos querido resaltar la importancia de los cuidados, la pseudoeducación y el seguimiento adecuado». La estructura de esta atención será la de establecer «criterios de inclusión o exclusión; de calidad con la valoración de la historia clínica y un plan de acción y seguimiento, con coordinación y continuidad asistencial. Destaca la coordinación y la continuidad asistencial entre niveles».
Siro Lleras destaca asimismo que «en la actualización de la cartera de servicios hemos querido potenciar la orientación comunitaria de la AtenciónPrimaria y dar impulso a los servicios de educación para la salud grupal en pacientes crónicos entre los que se incluyen la ansiedad y la depresión y también los malestares cotidianos. Todo esto requiere una actualización y formación de los profesionales de AtenciónPrimaria».
Todo ello se incluirá en un plan de formación por el que a partir del próximo mes de septiembre, la Junta quiere incluir a todos los profesionales para que conozcan el protocolo, para que detecten las señales de alarma, para potenciar la elección con Salud Mental. Una formación que tendrá una parte 'on line' y otro presencial, que incluirá a los mir y Medicina del Trabajo dado que hay «una estrecha relación entre estas patologías y el trabajo».
El número de suicidios en Castilla y León se incrementó un 23,7% entre los años previos a la crisis económica, hacia 2007, y tras considerarse casi superada, siete años más tarde. Así se pasó de 194 muertes por esta causa en 2006 a las 240. Estas cifras situaron a la comunidad por encima de la media nacional; ya que el crecimiento en España se situó en el 20,4%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En pleno comienzo de la recesión, el número de personas que decidieron quitarse la vida se mantuvo estable con ligeras variaciones: 217, en el año 2007; 218, en 2008; 221, en 2009 y 216, en 2010. Sin embargo, ninguno de esos periodos registró tantos casos al respecto como en 2014, año en que la comunidad acumuló el 6,1% de los suicidios de España. En 2015 fueron 224 los casos y 215, en 2016. El último dato publicado es el de 2017 con 219 en la comunidad y 3.679 en toda España. Datos que llaman a la intervención porque además hay muchos más intentos, unos 8.000 en todo el país –más de 500 en la autonomía– que resultan fallidos.
A pesar de la mejora de los tratamientos y de los servicios de asistencia psiquiátrica y salud mental en las últimas décadas, «el suicidio continúa siendo uno de los principales problemas de salud pública en nuestro medio. Aunque la mortalidad en la población general ha seguido una tendencia decreciente, las tasas de suicidio se han mantenido estables e, incluso, se han incrementado en el grupo de población joven entre 15 y 24 años, en los que representa la principal causa de mortalidad junto con los accidentes de circulación, por lo que supone una de las principales causas de años potenciales de vida perdidos», recoge el Plan de Salud.
En el problema del suicidio «se solapan numerosos factores de riesgo tanto de morbilidad psiquiátrica previa como familiares, genéticos, biológicos, de personalidad, psicosociales..., y que, junto a los factores de protección, determinarán la vulnerabilidad o la competencia del individuo respectivamente en relación con dicho comportamiento. Básicamente las estrategias preventivas deben diseñarse para actuar sobre esa vulnerabilidad, disminuyendo los factores de riesgo, incrementado la competencia y favoreciendo los de protección. Por estos motivos, los abordajes deben ser globales y coordinados, multidimensionales y multidisciplinarios», añade el documento de trabajo sobre prevención del suicidio.
Una de las estrategias de prevención «más eficientes es la adecuada detección, manejo y tratamiento de los pacientes con trastornos mentales, dado que se estima que el 90% de las personas que se suicidan presentan un trastorno mental, generalmente depresivo», determina dicho trabajo.
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