redacción / word
Sábado, 28 de septiembre 2019, 14:00
Las cifras y el trabajo del segundo año de Ranquines hablan de la consolidación del centro de día. En este segundo año, han sido 69 las personas atendidas y en los 24 meses desde su puesta en marcha 103 personas han solicitado atención, procedentes un ... 19% de las administraciones públicas, un 23% de las personas afectadas y un 58% de asociaciones privadas.
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De esas 103 personas, han participado en las diferentes actividades del centro 94 de ellas: 57 hombres y 37 mujeres. De ellos, 77 españoles, 2 de países comunitarios y 15 de países extracomunitarios. En cuanto a las edades, han participado personas entre 18 y 74 años de edad, con una edad media de 48 años.
Los tipos de diagnóstico son varios: esquizofrenia u otros trastornos psicóticos, trastornos del estado de ánimo, ansiedad, trastornos de la personalidad, patología dual, y también se ha acompañado a personas con diagnóstico de discapacidad intelectual o deterioro cognitivo, que no serían propiamente del ámbito del centro, «pero nos ha obligado la inexistencia de recursos adecuados para ellos», afirma Cáritas en un comunicado.
De las personas atendidas, 49 de ellas estaba en situación sin hogar o exclusión social, y otras 17 en situación de vulnerabilidad por el aislamiento social; lo que alcanza el 70%. Además, otras 28, no estando en situación de exclusión, han sido atendidas en el centro de día. También han acompañado a 13 familias.
Más allá de los datos, Cáritas quiere compartir «varias reflexiones que estos dos años de trabajo y conocimiento de esta realidad nos han llevado a realizar, y que nos animan, nos preocupan y nos interpelan fuertemente». Así, destacan dos logros; el primero, que el centro de día se ha configurado como un espacio de acogida y promoción y, el segundo, que se ha logrado reducir el número de ingresos en psiquiatría.
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También han detectado dos «graves problemas». El 48% de las mujeres atendidas en el primer año y el 35% en los dos años habían sufrido algún tipo de violencia, que «en muchos casos está en el origen del trastorno». Además, el 70% de las personas estaba en situación de exclusión social o alta vulnerabilidad.
Por todo ellos, se plantean dos retos. Por un lado, crear pisos de inserción para favorecer la integración social y una mini-residencia para aquellas personas que no puedan vivir con la autonomía necesaria para gestionar un piso. Y, por otro, la extensión del trabajo de Ranquines a las zonas rurales.
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