«¡Qué viva Santo Toribio!». Gritaban las miles de personas que se han acercado hoy hasta la ermita de Santo Toribio de Palencia en la tradicional y popular pedrea del pan y el quesillo. «Qué viva Santo Toribio, pero que no viva tan alto», ... pensaron muchos que han subido hasta los pies del Cristo del Otero con una gran sudada. La chaquetilla que era necesaria en los aledaños del campo del fútbol, sobraba en la ermita de Santo Toribio, donde los palentinos y visitantes se empezaban a concentrar. Tal vez algo menos de afluencia de personas respecto a años anteriores propició que los allí presentes estuvieran más cómodos y tranquilos que en ediciones pasadas y eso que se repartían 5.500 bolsas. La impaciencia se notaba entre todos los vecinos, que esperaban con optimismo las palabras del alcalde, Alfonso Polanco, que hace una semana recibía el Cristo de la Tristeza y hoy era el encargado de gritar tres veces consecutivas el grito de guerra. Ese ¡qué viva Santo Toribio! alentó a los presentes y la lluvia de panes y quesillos empezó a inundar las laderas.
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Inauguró la tradición el alcalde, seguido del consejero de Empleo, Carlos Fernández Carriedo, al que algún vecino le insinuaba que si no había desayunado por la mañana. Hasta le invitaban a que tomará una ración de pan y quesillo para no que no se olvidara de todos aquellos que estaban más alejados de la ermita. Precisamente, los más distantes sufrieron pequeños percances en la ladera cuando una bolsa merodeaba la zona. Los resbalones y los tropiezos, aunque había menos afluencia que otros años, era inevitables y las peleas por el trofeo culinario, en algunas ocasiones, se convertían en pequeñas trifulcas que se solventaban cuando otras raciones sobrevolaban las cabezas de los vecinos.
Acto seguido, la presidenta de la Diputación, Ángeles Armisén, con un saco de bolsas, empezó a repartir las raciones. Entre el público, había de todo, los había que con una ración abandonaban el lugar del crimen con la sensación del trabajo bien hecho, en cambio, otros, solo se preocupaban de intentar capturar otro pan y quesillo y superar récords de otras ediciones. Brazo en alto, movimiento de cadera y ligero saltito para alcanzar otro premio. Ni Felipe Reyes en la ACB ni Urko Otegui en la LEB Oro tenían nada que enviar a los vecinos que se colocaron enfrente de la ermita.
En el balcón, en el que los políticos se daban el relevó para repartir la ilusión de una gran tradición, se podía ver el buen lanzamiento de algunos representantes políticos. Una de las más aclamadas fue la concejala socialista Sara Rafael Guzón, que se dedicó principalmente a repartir entre los fondos, sabedora de que en aquellas zonas, por probabilidad pura y dura, llegaban menos raciones. Cual 'pitcher' de béisbol, la socialista puso su punto de mira en el horizonte y alargaba su brazo lo máximo posible con la intención de no dejar a nadie sin pan ni queso. Seguramente mañana las agujetas lleguen hasta sus extremidades superiores. De la misma manera, el concejal de Hacienda, Sergio Lozano, cual balón de rugby, se centraba también en los más alejados y envolvía bien el paquete para que el queso y el pan no separasen sus caminos.
Con el paso del tiempo, el humor también se instalaba entre los fieles. Sobre todo cuando una ración se colaba en un árbol y otra hacia lo propio en el tejado de la ermita. Sí, algo inverosímil. Con el premio ya entre las manos o en el estómago de algunos, el portavoz de Ganemos en el Ayuntamiento, Juan Gascón, uno de los más aclamados en la mañana de hoy, le empezaban a gritar sin darse cuenta el protagonista, que se dirigiera más a su izquierda. Cosas de uno de los eventos más multitudinarios de Palencia.
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La pedrea de Santo Toribio, que tiene lugar desde el año 1931 para recrear el apedreamiento del dicho santo en el siglo VI y que fue declarada de Interés Turístico Regional en 2005, hizo honor a su nombre, pues más de una bolsa acabó provocando algún chichón a algún despistado. Esos incidentes y alguna caída fueron la nota negativa de la jornada, que terminó con un hombre en el Hospital, que se tropezó cuando la pedrea ya había concluido.
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