Los obispos de Castilla y León aseguran que la práctica del aborto no puede ser considerada como un derecho al negar la «raíz la vida»

Los prelados, que ofrecen la ayuda de la Iglesia a las mujeres embarazadas que atraviesan circunstancias difíciles de tipo personal, familiar, laboral o económico, argumentan que «es necesario que tengan la certeza de que no están solas en sus dificultades», a la vez que consideran necesario que «la sociedad, sus instituciones y administraciones públicas y los diversos ámbitos económicos, laborales y sociales respondan adecuadamente a todas sus necesidades».

Al mismo tiempo, en su misiva rechaza el aborto y aseguran que la «muerte provocada del ser humano, también en el seno materno mediante la práctica del aborto, no puede ser considerada como un derecho, pues niega de raíz la vida, fundamento de la dignidad humana que sostiene todos los demás derechos».

Por este motivo, defienden que hay que hay que ofrecer a las mujeres un período de reflexión e información sobre alternativas al aborto antes de tomar una decisión definitiva, a la vez que recuerdan que los profesionales sanitarios pueden ejercer el derecho fundamental de objeción de conciencia «sin sufrir la estigmatización que supone el ser obligados a inscribirse en una lista de objetores». Del mismo modo, aseguran que desvincular de la ayuda y cuidado de sus padres a una menor embarazada que se plantea abortar la hace vulnerable y la deja sola ante una situación tan complicada.

Por último, los obispos consideran conveniente abordar esta cuestión mediante un amplio diálogo social, «sosegado y racional», más allá de posicionamientos ideológicos y con la ayuda de los conocimientos proporcionados por la ciencia y la antropología. De este modo, según los obispos «podremos considerar adecuadamente las cuestiones esenciales en torno al inicio de la vida humana, la gestación y la maternidad y ver el modo de superar sus desafíos y dificultades. Lo cual lleva consigo el compromiso esencial de reconocer, promover y proteger siempre la vida de todo ser humano, desde su inicio en el seno materno hasta su fin natural, custodiando su dignidad como un bien esencial que constituye el fundamento del bien común y de la sociedad».

El comunicado ha sido firmado por los arzobispos de Burgos y Valladolid, Mario Iceta Gavicagogeascoa y Luis Javier Argüello García, respectivamente, y por los obispos de Segovia, César Augusto Franco Martínez; Astorga, Jesús Fernández González; León, Luis Ángel de las Heras Berzal; Palencia, Manuel Herrero Fernández; Osma-Soria, Abilio Martínez Varea; Ciudad Rodrigo y Salamanca, José Luis Retana Gozalo; Zamora, Fernando Valera Sánchez, y por el administrado diocesano de Ávila, el obispo Jesús García Burillo.