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Este año se estrenó en Ávila y hace diez días se puso el broche en la provincia de Segovia, con otros cuatro pueblos. De momento, ha finalizado el goteo de convenios suscritos entre la Junta y los ayuntamientos para rehabilitar inmuebles que permitan, a través ... de un alquiler social, acomodar a familias con escasos recursos, fijar población en el medio rural y, de paso, ampliar el parque de viviendas en régimen de arrendamiento social de la Junta de Castilla y León que, a fecha de hoy, está en 1.760.
Desde que la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, de la mano de Juan Carlos Suárez-Quiñones, retomó en 2016 el programa Rehabitare -que había quedado desvitalizado por los recortes después de que se estrenara como proyecto piloto en Palencia siete años antes con las primeras 22 viviendas- se han recuperado un centenar de edificios en localidades de las nueve provincias. Muchos de ellos son inmuebles de propiedad municipal considerados emblemáticos para el patrimonio rural de los pueblos en los que se levantan y que durante décadas han sido pasto del abandono porque acondicionarlos suponía un auténtico lujo para las magras arcas municipales: casas del maestro, del médico, antiguas escuelas o consultorios, casas cuartel de la Guardia Civil y también casas parroquiales, las populares casas del cura. Su recuperación sirve también para revalorizar y dar un lavado de cara a los cascos urbanos municipales, pues estas viviendas suelen estar emplazadas en los mejores sitios de los pueblos. Animan a recuperar los cascos antiguos frente a años de predominio de urbanizaciones en las afueras.
En los últimos dos años se han invertido en Rehabitare unos cuatro millones de euros y las viviendas, tras ser recuperadas, han vuelto a manos municipales para que los alcaldes las entreguen a los vecinos que cumplan el perfil requerido para habitarlas.
Pero el valor añadido que suponen estas rehabilitaciones no se queda solamente en la revalorización del patrimonio municipal y la mejora del aspecto de los cascos urbanos, sino que también tiene efectos esperanzadores en la envejecida población, porque los nuevos inquilinos traen vida a los pueblos. Como en Valbuena de Duero, un municipio vallisoletano de 482 habitantes donde el año pasado se acondicionaron varias viviendas antiguas dentro de este programa. Las dos familias realojadas aportaron diez niños al padrón municipal. Justo el número necesario para poder mantener la escuela del pueblo abierta.
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