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'Habemus papam'. Y un segundo después Alfonso Fernández Mañueco saludaba desde el primer asiento de la bancada de las Cortes a quienes ocupaban el escenario y el primer anfiteatro.
Pocas coronaciones (ejecutivas) han sido tan esperadas por la clase política y tan cuestionadas desde ... el entorno de la misma.
Mañueco, el nombre citado por el cardenal protodiácono desde la presidencia al mismo tiempo que el humo blanco y santo inundaba la sala, es ahora el objeto de todas las miradas en el espacio terrenal.
Salir aupado al balcón político tiene este tipo de escenografías, tan rimbombantes por un lado, tan agradecidas por el otro, con un poso de envidia insana que nadie quiere reconocer.
El nuevo presidente de la Junta, mucho más maduro que en su primera elección y ágil en su discurso, se asoma ahora a un camino sumamente intenso en todos los escenarios. La política nacional, hasta el momento ignorante sobre Castilla y León, revira su foco para milimetrar cada paso que haga visible el nuevo ejecutivo en esta comunidad.
Es la consecuencia visible de un pacto que, hasta la fecha, solo habían imaginado las mentes más perversas y retorcidas. El PP y Vox durmiendo en la misma cama, compartiendo el mismo baño y haciendo los deberes juntos. Incluso decidiendo el menú del día en comandita.
Lo suyo, es evidente, es un matrimonio de conveniencia. Como todos en política, no hay que engañarse. Tan poco imaginable era hace un tiempo que ahora ir de la mano por el centro de la calle política está sometido a todo tipo de especulaciones.
Para la oposición Vox es una diana perfecta: un partido con ideales a la derecha de la derecha, que funciona como un serrucho, y en el que el orden jerárquico es indiscutible, incuestionable e inalterable. Si fuera una feria, sería el monigote al que lanzar todas las bolas.
De ahí que a Mañueco y sus cardenales les toque ahora la comprometida misión de crear normalidad y generar rutinas de trabajo. Son los nuevos tiempos de la política, los tiempos en los que las minorías no lo son tanto y donde los grandes partidos solo avanzan saltando a la pata coja (de poco a poco).
El matrimonio por la derecha es tan llamativo, leal y legal como lo son las parejas de hecho a la izquierda. Todos, se supone, se manejan en el terreno de la política democrática y a todos se les concede el beneficio del ejercicio público en un entorno de derecho social y económico perfectamente ordenado.
A Mañueco le corresponde ahora normalizar un matrimonio único en el escenario político, evidenciar que la vida con Vox puede hasta tener un punto de aburrimiento y evitar las estridencias que empañen (de puertas para afuera) la actividad de un ejecutivo inédito.
Y esa misión no es sencilla. El reto del hoy presidente de Castilla y León no solo es gobernar, reequilibrar y corregir las enormes tensiones que se aprecian en esta comunidad de dos regiones y de dos velocidades, también amoldar su partido político a una vida en común con un socio que salvo sorpresa resultará clave en citas como las de Andalucía y quién sabe si en un escenario a nivel nacional.
Todo lo que haga Mañueco tendrá en la nueva legislatura un altavoz mediático nacional que resulta indudable. Y eso, si se quiere, es un reto de los que por lo que se ve merece la pena acometer.
La misión, más allá de lo terrenal, es de un calado más que considerable.
'Habemus papam', se aseguró la pasada semana mientras la fumata alumbraba el humo blanco.
Y ahora el 'papam' tiene pareja.
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