El exportavoz de Vox en las Cortes de Castilla y León, Juan García-Gallardo, denunció este miércoles las «zancadillas» que desde la dirección de la formación le han ido poniendo en los últimos dos años, desde la presentación del protocolo antiaborto cuando era vicepresidente de la Junta que finalmente no salió adelante, y reveló que su partido le apartó de las negociaciones directas como parte del Gobierno autonómico de Castilla y León tras aquella polémica.
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En una entrevista concedida al programa 'Herrera en Cope', García-Gallardo denunció además una «guerra sucia» desde la dirección de Vox para desprestigiarle tras su marcha, y señaló directamente al secretario general del partido, Ignacio Garriga, como causa final de su marcha por tratar de chantajearle al intentar obligarle a firmar la expulsión de los procuradores Ana Rosa Hernando y Javier Teira.
García-Gallardo inició la entrevista señalando su deseo de que «Vox triunfe, sea fuerte y tenga cada vez más apoyos» y reiterando que no comparte la iniciativa de los dos procuradores, uno de ellos por abanderar una democracia interna con la que el exvicepresidente de la Junta no está de acuerdo porque «suficientes luchas cainitas hay en los partidos para abordar unas primarias», y otra por querer constituir una plataforma para abandonar en la Eurocámara el grupo Patriotas y volver al ECR.
«Comparto el proyecto de Santiago Abascal de construir un gran espacio de derecha alternativa para desafiar las decisiones de los burócratas de Bruselas», mantuvo García-Gallardo, en una declaraciones en las que, no obstante, criticó que Vox se esté «dando con un canto en los dientes» por obtener un 15 por ciento de la representación electoral cuando sus socios en Europa «tienen éxito».
«A Orban y a Le Pen les votan en los barrios y en el territorio, que es lo que hay que pisar», apuntó García-Gallardo dirigiéndose a su partido, al que advirtió que «eso no se consigue con un único liderazgo, sino con carisma y con gente que dé la vuelta a España, que está sin pisar».
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Esa es una de las «discrepancias estructurales» que llevaron a García-Gallardo a abandonar el lunes sus cargos institucionales tanto en Vox como en las Cortes de Castilla y León, aunque señaló que la «guinda del pastel» de esa decisión tuvo que ver con la «indicación agresiva de Garriga» para que firmara «de manera acelerada» la expulsión de Teira y Hernando del Grupo Parlamentario en las Cortes autonómicas «o estaba fuera». «Pero no me conoce y no voy a actuar bajo chantaje», concluyó.
En todo caso, y volviendo a las discrepancias estructurales, García-Gallardo señaló que una de ellas tuvo que ver con el hecho de que la dirección nacional de Vox le apartara de las negociaciones directas con su socio de gobierno en Castilla y León, el Partido Popular, para «cuestiones relevantes de mi gobierno».
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Todo ello como resultado de la polémica por el protocolo antiaborto que presentó el exvicepresidente de la Junta y que acabó decayendo, con el consentimiento de la dirección nacional de Vox. «Dije que no lo compartía, que no entendía el incumplimiento de ese pacto, porque se nos llena la boca de principios pero no les importó no cumplirlos», dijo en relación a los dirigentes de su formación.
Eso llevo, según García-Gallardo, al «deterioro progresivo de la relación con el entorno del presidente» de Vox, y a una «reciprocidad y lealtad que no ha sido de ida y vuelta» y que concluyen ahora, tras su marcha, con «filtraciones desde Bambú», sede nacional del partido, para «intoxicar».
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Negó a continuación el exportavoz de Vox en las Cortes que no estuviera de acuerdo con la decisión de romper con el PP en los gobiernos autonómicos tras la crisis migratoria del pasado verano: «Dije que no íbamos a transigir» con la decisión de aceptar menores migrantes y «me mantuve firme», dado que «reiteré que íbamos a dimitir y que renunciaríamos al poder si se transigía» desde los gobiernos del PP.
«Simplemente, en el Comité Ejecutivo Nacional, como no soy un robot ni un palmero, analicé los riesgos y oportunidades de esa decisión, ya que implicaba un camino difícil», apuntó, aunque defendió que «había que ser coherentes y seguir por ahí». «Nada que ver con discrepar de la decisión», puntualizó, por lo que lamentó el «as que se han sacado de la manga» desde la dirección nacional de Vox para «dar a entender que soy un traidor».
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Por último, desvinculó su salida de otras marchas que se han producido en los últimos meses en Vox, aunque animó a la dirección del partido a analizar si «alguien no está haciendo bien las cosas» porque «algo pasa cuando en Vox no se cuida el capital humano, tenemos los parlamentos divididos entre facciones y un goteo de dimisiones».
«A mí, con que no me hubieran tocado las narices más de la cuenta, me hubiera bastado», afirmó, para a continuación señalar que «no retener talento como el de Iván Espinosa de los Monteros es algo que se tendrá que analizar», porque «Vox debería tener una gran ambición y no conformarse con ser el partido refugio del PP».
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