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El entorno rural y los mayores se posicionan como una prioridad fundamental para Cruz Roja, y más en situaciones de soledad. La ONG siempre ha llevado, en su día a día, este colectivo como parte importante de su vocación; pero quiere un futuro en el ... que se potencie más la protección, con una mayor cercanía de la organización a los pueblos. Precisamente en 2018, llegó a 156 localidades frente a las 106 del año anterior. Y para ello, según destaca su presidente autonómico, José Varela, la tecnología es un apoyo fundamental desde la telemedicina y la teleasistencia y, en particular, el programa Cuídate+ que detecta con sensores y recoge datos en un ordenador de si hay, o no, movimiento en un hogar y de no captarlo salta una alarma en la central. Una experiencia piloto que cierra ahora un año completo con 42 dispositivos y que la Universidad de Salamanca evaluará con vistas a su mejora y ampliación. Cruz Roja, explicó Varela, es consciente de que «no se pueden evitar todos los casos»; pero hay que combatir «hasta el agotamiento» la cada vez mayor soledad de los mayores y con los recursos de las nuevas tecnologías.
Una de las grandes apuestas nuevas de esta organización son los ERBES, los nuevos equipos de respuesta básica para ser más rápidos y eficaces ante cualquier emergencia. La entidad ya ha implantado 75 y proyecta llegar a cada punto donde hay una asamblea comarcal o algún punto de presencia de Cruz Roja. Son equipos que no sustituyen ni a la Guardia Civil ni a cualquier dispositivo de la Administración sino que al ser del propio pueblo, conocen bien el terreno y pueden colaborar mejor con emergencias como la búsqueda de personas que se han perdido, incendios o inundaciones. «Se trata de dar una respuesta básica y sobre todo inmediata mientras llegan los especializados. Estos equipos ya han operado con mayores desaparecidos en Boñar y Bembibre, en León, y con un peregrino.
Las ayudas de la ONG llegaron el año pasado a 223.868 personas en la comunidad, un 2,98% más que en 2017. Son 448.019 los beneficiarios de Cruz Roja de Castilla y León, si se incluye la cooperación internacional, centrados «en la población rural más desfavorecida», los movimientos migratorios, la violencia doméstica, la juventud, el empleo o la igualdad.
223.868 personas se beneficiaron el año pasado de las diferentes líneas de ayuda de Cruz Roja en Castilla y León.
109.739 es número de personas de extrema pobreza atendido en 2018.
De ellos, según repasó la coordinadora autonómica, Eva Fernández Rodríguez, la intervención social con personas de «extrema vulnerabilidad» fue necesaria en 109.739 casos. Son familias que precisan cada semana que se cubren necesidades básicas como la alimentación o ropa. Una cifra que se ha incrementado en unos dos mil beneficiarios más pero» porque hemos llegado a más localidades». Los datos de colectivos vulnerables de Cruz Roja han mejora en algunos puntos y empeorado en otros, en general, la organización estima que hay una estabilidad de casos, un estancamiento tras la crisis. «Ni ha mejorado ni ha empeorado».
En cuanto a las personas que buscan asilo o refugio en Castilla y León, que es el Gobierno central quien las deriva por comunidades y organizaciones, Cruz Roja Castilla y León atendió el año pasado a 1.014 personas solicitantes de protección internacional, de los que el mayor porcentaje, el 30%, más de trescientos, fueron venezolanos. Si antes los refugiados llegaban a España en «pateras, balsas o cayucos» ahora «lo hacen por los aeropuertos en buena parte», destacó Varela al repasar la memoria de actividad de la ONG de 2018.
Por su parte, el secretario autonómico, Carlos Santos Romero, destacó que Cruz Roja volvía a tener unas cuentas con tendencia positiva al gastar 37,6 millones de los 39,5 recaudados; lo que permite «hacer innovación».
Una de las grandes apuestas nuevas de esta organización son los ERBES, los nuevos equipos de respuesta básica para ser más rápidos y eficaces ante cualquier emergencia. La entidad ya ha implantado 75 y proyecta llegar a cada punto donde hay una asamblea comarcal o algún punto de presencia de Cruz Roja. Son equipos que no sustituyen ni a la Guardia Civil ni a cualquier dispositivo de la Administración sino que al ser del propio pueblo, conocen bien el terreno y pueden colaborar mejor con emergecias como la búsqueda de personas que se han perdido, incendios o inundaciones. «Se trata de dar una respuesta básica y sobre todo inmediata mientras llegan los especializados. Estos equipos ya han operado con mayores desaparecidos en Boñar y Bembibre, en León, y con un peregrino.
Las ayudas de la ONG llegaron el año pasado a 223.868 personas en la comunidad, un 2,98% más que en 2017. Son 448.019 los beneficiarios de Cruz Roja de Castilla y León, si se incluye la cooperación internacional, centrados «en la población rural más desfavorecida», los movimientos migratorios, la violencia doméstica, la juventud, el empleo o la igualdad.
De ellos, según repasó la coordinadora autonómica, Eva Fernández Rodríguez, la intervención social con personas de «extrema vulnerabilidad» fue necesaria en 109.739 casos. Son familias que precisan cada semana que se cubren necesidades básicas como la alimentación o ropa. Una cifra que se ha incrementado en unos dos mil beneficiarios más pero «porque hemos llegado a más localidades». Los datos de colectivos vulnerables de Cruz Roja han mejorado en algunos puntos y empeorado en otros, en general, la organización estima que hay una estabilidad de casos, un estancamiento tras la crisis. «Ni ha mejorado ni ha empeorado».
En cuanto a las personas que buscan asilo o refugio en Castilla y León, que es el Gobierno central quien las deriva por comunidadesy organizaciones, Cruz Roja Castilla y León atendió el año pasado a 1.014 personas solicitantes de protección internacional, de los que el mayor porcentaje, el 30%, más de 300, fueron venezolanos. Si antes los refugiados llegaban a España en «pateras, balsas o cayucos» ahora «lo hacen por los aeropuertos en buena parte», destacó Varela al repasar la memoria de actividad de la ONG de 2018.
Por su parte, el secretario autonómico, Carlos Santos Romero, destacó que Cruz Roja volvía a tener unas cuentas con tendencia positiva al gastar 37,6 millones de los 39,5 recaudados; lo que permite «hacer innovación».
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