Cebreros: vino, disfraces... y democracia

El Carnaval de Cebreros es «un carnaval de bodega, de pan de flor y de lomo en tripa, de ronda de danzantes en la plaza y de máscaras adornadas con la piel del lobo, el asta del venado y el ala del águila caudal...». Así describió el Nobel Camilo José Cela, quien escribió aquí su versión final de 'La colmena', la fiesta más popular y multitudinaria de Cebreros: el carnaval. Una explosión de alegría, de color y de originalidad cuyo origen se remonta, por lo menos, a doscientos años atrás.

Más antiguo que el culto al disfraz, y a la pugna entre don Carnal y doña Cuaresma, es en Cebreros el culto al vino, que permanece muy vivo en la población cada vez que se celebra la Fiesta de la Vendimia, ahora con unos vinos que ya tienen su propia DOP.

Y más moderno en el tiempo es el culto a la democracia y al ejemplo de la Transición, que el imaginario inmaterial de todos los españoles ya ha convertido a Cebreros en una referencia de la tolerancia, centrada en la figura de su paisano más ilustre: el Presidente Suárez.

Un patrimonio tradicional y contemporáneo que se completa con las devociones patronales y las fiestas alrededor de la Virgen de Valsordo, incluida su multitudinaria romería.

Y con la fidelidad a una gastronomía que, además del vino y del aceite, y de las recetas de los asados de ternera, cordero y cabrito, conserva la memoria de algunos productos típicos, como las célebres tánganas (morcillas de arroz y cebolla), y de todo tipo de dulces tradicionales: huesillos, rosquillas, retorcidos, flores, sequillos... Excelentes viandas, además, para mantener el paso por el Camino de Santiago. El del Levante-Sureste, que es el que por aquí pasa, con toda su carga histórica y espiritual.

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