Carlos Sanchez-Reyes de Palacio, expresidente de las Cortes de Castilla y León. Ramón Gómez

Castilla y León, 1987: el pacto que encumbró a Aznar y desintegró el CDS

José María Monforte Carrasco y Carlos Sánchez-Reyes de Palacio, consejero de Fomento y presidente de las Cortes en la legislatura que abrió la etapa de 32 años de gobiernos del PP, analizan el resultado de ese acuerdo

Susana Escribano

Valladolid

Lunes, 17 de junio 2019, 19:59

Ciudadanos tiene en su mano decidir y eso conlleva riesgos. Lo saben bien quienes vivieron en primera línea los acuerdos para conformar el Gobierno de Castilla y León en 1987. La situación que afecta hoy a Francisco Igea, Alfonso Fernández Mañueco y Luis Tudanca, no ... es idéntica a la que hace 32 años supuso el principio de la carrera política de José María Aznar, pero sí guarda paralelismos claros. Decide un partido de centro, aunque cambia el ganador de las elecciones y el reparto de escaños, con menos distancia entre los dos mayoritarios. AP (hoy PP) obtuvo entonces 32, los mismos que el PSOE y el CDS de Adolfo Suárez, 18. Los bailes de escaño hicieron que la legislatura terminara con un procurador más popular y uno menos socialista. Ahora el PSOE tiene 35; el PP, 29; y Cs, 12.

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Dos de los políticos que protagonizaron aquella etapa desde el partido centrista rememoran vivencias. Son Carlos Sánchez-Reyes de Palacio, candidato autonómico a la Junta y presidente de las Cortes de Castilla y León esos años, y José María Monforte Carrasco, procurador del CDS consejero de Fomento entre 1989 y 1991, con José María Aznar y Jesús Posada.

Sánchez-Reyes consulta un documento durante la legislatura en la que fue procurador del CDS y presidente de las Cortes. P. Cacho

Aquel acuerdo político vivió dos etapas. Los 18 procuradores del Centro Democrático y Social (CDS) con el que Suárez intentó mantener vivo el éxito de la malograda UCD (Unión del Centro Democrático) propiciaron el gobierno de Alianza Popular en la Junta. Primero, como árbitros, con una abstención que facilitó la Presidencia de Castilla y León a la lista más votada. Meses después, mojándose y entrando en el Gobierno.

«Inicialmente no planteamos un Gobierno de coalición. Al PSOE le sentó muy mal aquello», recuerda José María Monforte, procurador y consejero del CDS, junto a José Luis Sagredo (este último primer responsable autonómico de Medio Ambiente). Monforte fue luego, ya en las filas populares, teniente de alcalde de Ávila y alcalde de Candeleda con el PP y hoy es concejal en la oposición como independiente en esa localidad abulense tras darse de baja como afiliado popular por decisiones del partido en esa provincia. «Me di de baja, pero mantengo buena relación con Alfonso Fernández Mañueco, con Pablo Casado...», matiza Monforte, que tilda de «anecdótica» su situación actual en su trayectoria política. El que fuera consejero de Fomento cree que la participación centrista en Gobierno de la Junta fue «acertada para Castilla y León», porque dio un giro «social» a las políticas de AP, «que respiraba derecha por todos los lados».

Donde antes había rivales, hoy hay enemigos

1987 era un momento político y 2019 otro muy distinto, a juicio de los dirigentes que vivieron aquella época en las postrimerías aún de la Transición. «Entonces había rivalidad entre los partidos, pero ninguno era el enemigo. Hoy da la sensación de que hay enemistad. Lo que no había entonces era bloques. Esa posición, a mí no me gusta», argumenta Carlos Sánchez Reyes. El expresidente de las Cortes resalta que la tónica general en las decisiones que tomaba la Mesa de parlamento autonómico era la unanimidad.

Daniel de Fernando y Luis Aznar, presidente y secretario general del CDS en la comunidad, negociaron el acuerdo de 1987. El segundo ha desempeñado después, tras la desintegracion del partido centrista, responsbilidades dentro del PP como delegado territorial de la Junta en León, procurador autonómica, director general de Protección Civil y senador hasta esta primavera. José María Monforte alaba la etapa de Jesús Posada. «Era más dialogante y más sereno que Aznar. Venía de la UCD», apunta sobre el expresidente del Congreso. «En aquellos momentos, nueve años después de aprobar la Constitución, todavía se mantenía el espíritu de la Transición. Se vivía la política con mucha ilusión», resume Monforte.

Monforte explica que AP y CDS conformaron un Gobierno en el que consejeros de un partido tenían como contrapeso a directores generales de la otra formación. «Para el CDS fue negativo, prácticamente fuimos absorbidos. Se acabó la idea de un partido fuerte de centro que marcara el equilibrio», apunta.

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Monforte ve con buenos ojos una coalición de Cs con el PP. Valora lo que el partido naranja aportaría de «moderación» y el hecho de que esa necesidad de asociación obligaría al PP « a espabilarse, mucho tiempo en el Gobierno hace que se cojan malas costumbres», asegura el exconsejero, que incide en que «la regeneración, que entre aire nuevo» le vendrá bien al PP.

José María Monforte, en el año 2013, con el que fuera primer ministro británico, John Majo, que veraneaba en Candeleda, localidad de la que el exconsejero centrista fue alcalde con el PP. El Norte

-¿Puede correr el partido de Albert Rivera la misma suerte que el CDS?

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-Puede, pero la política es generosidad. Castilla y León es España y España es lo primero que hay que defender. Un Gobierno de Tudanca podría ser maravilloso, pero eso supone dar fuerzas al 'sanchismo'. Este PSOE no es el de Felipe González.

Carlos Sánchez-Reyes de Palacio vivió esa legislatura del pacto desde la 'atalaya' de la Mesa de las Cortes. Enfoca el retrovisor hacia 1987 y pone en valor el resultado del planteamiento inicial de optar por la abstención en las autonomías en las que el CDS era decisivo (Madrid, La Rioja, Aragón,Castilla y León) para permitir que gobernara el partido más votado por los electores, sin «forzar» lo marcado en las urnas. Eso propició ejecutivos de populares, socialistas o regionalistas en función de los territorios. Recuerda esta etapa como positiva para la comunidad y para el CDS, que hizo valer la negociación con el Gobierno en minoría de un Aznar «al que no le gustaba ir a las Cortes a rendir cuentas. Su primer disgusto fue la enmienda a la totalidad de los primeros presupuestos», explica Sánchez-Reyes.

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Esa posición de arbitraje resultó más cómoda que la siguiente, la de participar en el Gobierno de coalición. «Fue el resultado de un conflicto que se planteó en el Ayuntamiento de Madrid con el PSOE, que sentó muy mal a Adolfo Suárez y en aquellas negociaciones Juanjo Lucas planteó el apoyo al CDS en Madrid a cambio de la estabilidad al Gobierno en Castilla y León», relata Sánchez-Reyes.

El expresidente de las Cortes resalta que los dos primeros años, con ellos de árbitros, «hubo una negociación permanente, un diálogo útil para la marcha de la comunidad y creo que esa posición inicial fue positiva para el CDS».

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-¿Y el gobierno de coalición?

-No creo que esa decisión fuese acertada. En el partido había división de opiniones, porque había quien pensaba que perdíamos ese papel centrista de negociar con unos y otros. La mayor parte del gobierno de coalición fue con Jesús Posada, que considero que fue un buen presidente, pero para el CDS el resultado fue negativo.

El expresidente de las Cortes valora que «a José María Aznar, el pacto con el CDS le sirvió para presentarse como una opción de centro y el resultado en las siguientes elecciones fue un desastre para el CDS. El electorado piensa, si estos van a gobernar juntos, le doy el voto al PP. Y el votante al que no le hizo gracia que gobernáramos, también nos abandonó. Es un riesgo que imagino que valorará Cs», subraya Sánchez-Reyes, que concluye que no hay que confundir «tocar poder» con «ganar visibilidad» como árbitros.

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De formación académica empresarial y economista, el que fuera presidente de las Cortes, fue miembro después del Consejo Económico y Social (CES) y máximo responsable de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) y se reenganchó a la politica con 76 años como candidato al Senado de Podemos por Palencia en 2015, formación de la que se desvinculó tras el viraje de Pablo Iglesias que culminó en Vistalegre 2. «El Podemos inicial daba la sensación de que era una corriente enormemente abierta, me atraía la crítica que había en el tema económico frente a la crisis, con planteamientos keinesianos de combatirla no restringiendo. Lamentablemente, se impusieron unas posiciones ideológicas muy viradas hacia la izquierda y muy centradas en el líder», subraya Carlos Sánchez-Reyes.

Expresidente de las Cortes y exconsejero, compañeros de viaje político entre 1987 y 1991, coinciden en el análisis de las consencuencias que tuvo es pacto de Gobierno para los firmantes: cimentó el liderazgo de José María Aznar como dirigente conservador y del PP como fuerza de centro derecha de referencia y facturó a Suárez y su CDS hacia la irrelevancia política.

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