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La Organización Mundial de la Salud considera que la obesidad es una de las grandes epidemias del siglo XXI. Más del 17 por ciento de los españoles padecen esta enfermedad pero la cifra desciende en Castilla y León al 13,22 por ciento, con ... lo que se convierte en la comunidad autónoma con menor tasa de obesidad. Así lo refleja el «Estudio sobre la obesidad en España y sus consecuencias», elaborado por la Fundación Gaspar Casal en colaboración con Novo Nordisk.
El estudio, que maneja datos de 2017, refleja que la tendencia es además positiva, ya que tres años antes la cifra de obesos en la región era un 14 por ciento superior. Sin embargo, crece ligeramente el sobrepeso, hasta afectar a casi cuatro de cada diez castellano y leoneses.
En lo que respecta a los menores de 18 años destaca que hay un 5,6 por ciento de niños y jóvenes de la comunidad con obesidad y otro 17 por ciento que tiene unos kilos más de lo recomendado. No obstante, hay que subrayar que en ambos casos parece que los niños han aprendido la lección y que poco a poco desciende la prevalencia de estas dos patologías en la población infantil.
A pesar del impacto que tiene la obesidad en la salud, en nuestro país no está reconocida como una enfermedad, lo que supone que ni exista un protocolo nacional para tratarla, ni fondos públicos que costeen los tratamientos. Como resultado, los pacientes han de hacer frente a los 280 euros mensuales que suponen de media las terapias. Los expertos abogan por cambiar esta situación, sobre todo porque, en líneas generales, es una patología que afecta a personas con dificultades económicas.
No es de extrañar que el sobrepeso y la obesidad se hayan convertido en epidemia si se tiene en cuenta que en 2017 hasta el 28 por ciento de los castellano y leoneses mayores de 15 años se declaraban sedentarios y que hasta ocho de cada diez niños pasara de media incluso más de una hora al día frente a una pantalla.
Otro de los problemas que van de la mano con el exceso de peso es la alimentación. Casi siete de diez niños de la comunidad dicen desayunar algo líquido y pan, tostadas, galletas, cereales o bollería, mientras que sólo un 17 por ciento ingiere fruta a primera hora de la mañana. No obstante, sorprende que Castilla y León sea una de las regiones en las que más fruta se consume. Hasta el 73 por ciento dice comer fruta a diario, frente al 64 por ciento de la media nacional.
Alicia Corduras, investigadora asociada de la fundación, considera que reconocer la obesidad como una enfermedad crónica es un reto asumible para el Sistema Nacional de Salud, ya que ayudaría a que más pacientes reciban un tratamiento, lo que reduciría el gasto que se hace en patologías relacionadas con el sobrepeso, como la diabetes o la hipertensión arterial.
En este sentido, un reciente estudio del Instituto Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), concluye que la atención de problemas de salud relacionados con la obesidad supone un sobrecoste actual para el Sistema Nacional de Salud de 2.000 millones de euros y se espera que la cifra alcance los 3.000 millones para 2030.
Por otra parte, «reconocer la obesidad como una enfermedad crónica con severas complicaciones y no como un estilo de vida elegido puede ayudar a reducir el estigma y la discriminación que sufren muchos afectados», según explica Juan del Llano, director de la entidad.
Otra de las demandas de expertos y pacientes es el abordaje multidisciplinar de estas dos patologías, algo que ya sucede en Castilla y León en pacientes con diabetes tipo 2 y que podría exportarse al resto de territorios. «Sería lo ideal» reconoce Alicia Corduras.
Se trata de un programa de formación para pacientes en el autocuidado de su enfermedad y que seempezó a desarrollar en febrero de 2014. Es una intervención educativa para aumentar las habilidades y la confianza del paciente y mejorar el manejo de su enfermedad. El objetivo es potenciar el rol del paciente como principal responsable del cuidado de su salud.
Se pretende así fomentar el autocuidado y formar sobre las conductas saludables y positivas, utilizando el apoyo «entre iguales», pero con el asesoramiento y la supervisión de los profesionales sanitarios de su ámbito más cercano.
El proyecto se implantó de forma progresiva comenzando con la formación de los profesionales sanitarios, la formación a pacientes activos formadores y finalmente la formación de pacientes con diabetes tipo 2.
Desde la fundación concluyen que, teniendo el referente de la diabetes tipo 2, en Castilla y León no debería resultar difícil diseñar y poner en marcha el mismo tipo de iniciativa para pacientes con obesidad o incluso ampliar la atención a estos si muchos delos pacientes que ya forman parte del programa dan el perfil.
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