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El ADN confirma la identidad de Eugenio Insúa, cuya alianza matrimonial se encontró en la fosa de la que extrajeron sus restos. Su familia investigó durante durante años hasta dar con la ubicación de la fosa.
El resultado de la prueba de identificación genética ha dado un 99,999% de coincidencia entre la muestra de los restos de Eugenio Insúa y el ADN de su hija Rosa María. Lo que señaló con contundencia la aparición de una alianza matrimonial ha sido ahora confirmado de manera científica y pone fin a la larga lucha de una familia que durante décadas investigó y sostuvo que sus restos se encontraban en una fosa sin nombre, en el cementerio de la localidad segoviana de El Espinar, junto a los de al menos otras quince personas.
La noticia ha llegado a la familia cuando la hija de Eugenio, Rosa María, cumple 85 años (este mismo viernes) y podrá poner fin a las décadas de lucha de su familia para recuperar los restos y poder enterrarlos junto a los de la que fue su mujer, Irene Serrano.
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) comenzó la exhumación el pasado 1 de septiembre buscando los restos en una fosa común en la que esperaba encontrar los restos de 16 o 17 personas.
Durante los primeros días la hija, Rosa María, no quiso visitar la exhumación por la incertidumbre sobre la ubicación de los restos y por su frágil estado de salud. Pero el 10 de septiembre, a primera hora de la mañana, el equipo de la exhumación encontró una alianza matrimonial, en la que figuraba una fecha; el 1 de junio de 1931.
Antes de anunciar la noticia le fue solicitada a la familia una copia de su acta matrimonial y cuando enviaron una foto de la misma y vieron la coincidencia de la fecha, el equipo de la exhumación puso en conocimiento de la familia el hallazgo.
Una vez conocida la noticia la hija de Eugenio visitó al día siguiente el lugar en el que se estaba llevando a cabo la exhumación, para conocerlo de primera mano y agradecer el trabajo del equipo de la ARMH, que vivió con una enorme emoción la aparición del anillo por lo que significaba para la familia.
Eugenio fue asesinado en El Espinar por las tropas fascistas sublevadas, el 25 de julio de 1936, junto a un grupo de hombres que, sin formación militar, trataron de frenar el golpe de Estado y evitar que sus hijos e hijas tuvieran que vivir cuarenta años bajo una dictadura. El día antes de la matanza Eugenio había bajado a Madrid para celebrar el tercer cumpleaños de su hijo.
Durante años Rosa María luchó para que se llevara a cabo la exhumación, con ayuda de sus hijos: Irene, Alejandro, Rosa de Lima y Ángela. Primero lo intentó con una asociación que al no acceder a una subvención decidió no llevarla a cabo. Pero hace unos meses la familia contactó con la ARMH que aceptó llevarla a cabo. La exhumación se llevó a cabo con los fondos que aportan los socios y socias de la asociación, con un grupo de voluntarios llegados de diferentes puntos del Estado, alguno de los cuales dedicó a ello sus días de vacaciones, y con una forense que ha viajado como voluntaria desde la ciudad portuguesa de Coímbra.
La identificación genética permite ahora que los restos de Eugenio Insúa sean enterrados junto a los de la que fue su mujer, Irene Serrano y Bartolomé.
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Mateo Balín y Sara I. Belled (gráficos)
Antonio Paniagua y Sara I. Belled
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