No haber podido estudiar nunca. Una jubilación anticipada que abre libertad y tiempo para hacer y aprender, o no tan anticipada. Un pasado estudiantil roto por cualquier interrupción del discurrir esperado de la vida. Una necesidad de mejor cualificación y, sobre todo, el anhelo de ... conocimiento. En frente, un profesorado que tiene las respuestas para unos alumnos que peinan canas, aunque algunos las hayan escondido, pero que están donde quieren estar, con la única vocación de aprender, de reflexionar, de indagar, de sacar conclusiones, de tener ideas. Un profesorado de prestigio, reconocido, que también está donde quiere estar.
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Son bastantes más de seis mil los mayores que vuelven a las aulas, incluso octogenarios –unos cuantos– cada año en Valladolid. La Universidad, en alguna oferta de la mano con la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades, está formando este mismo curso a 2.365 alumnos en Valladolid con más de 40 años; 2.402 si se incluye a los que acceden como mayores de 25 años.
Las ofertas destinadas directamente, y solo, para los más mayores son las más demandadas, como la Universidad permanente Millán Santos, que tiene 1.710 vallisoletanos de edad en sus aulas, y la de la Experiencia, de la Junta y con la colaboración de la privada Miguel de Cervantes para las dos medinas –Ríoseco y delCampo– y de la UVA o la Pontificia de Salamanca para la capital, con sede en el Centro Buendía de Valladolid. Son 619 sus estudiantes actuales –5.085 en toda Castilla y León–; además, están los acesos extraordinarios de mayores de 25, 40 años con experiencia laboral y 45 que, entre las tres modalidades, suman 63 aspirantes a un título como graduado universitario tras superar su propia PAU (prueba de acceso universitario).
Y nada impide la entrada ordinaria, junto a los veinteañeros o por haber superado la selectividad en su época o por disponer, incluso, ya de un título universitario. Este es el número más escaso, diez en concreto, pero todos con más de 65 años y varios septuagenarios.
«Quería hacer algo de interés personal, que me llenara el tiempo, la cabeza, las inquietudes. Y estaba ahí, el plan perfecto, el programa interuniversitario de la UVA y la Junta para mayores de 55 años. Era idóneo para mí, ni demasiado intenso ni exigente. Sin exámenes», asegura Mario Fernández, alumno de 57 años.
Mario Fernández Eguaras es uno de esos cientos de alumnos con una vida hecha y una etapa laboral ya cumplida; pero con inquietudes permanentes. Casado y con dos hijos, ambos ya han superado su etapa universitaria, y con carrera, la de Económicas, que le abrió la puerta del empleo en un banco hasta que llegó esa prejubilación, hace dos años, que trajo al sector la crisis. Tiene 57 años ahora, y salvo un pequeño problema de la vista, buena salud. «Quería hacer algo de interés personal, que me llenara el tiempo, la cabeza, las inquietudes. Y estaba ahí, el plan perfecto, el programa interuniversitario de la UVA y la Junta para mayores de 55 años. Era idóneo para mí, ni demasiado intenso ni exigente. Sin exámenes;pero con mucho interés», repasa. Unas asignaturas obligatorias, otras optativas y un plan que se adaptaba a sus gustos. Fuera las matemáticas y las ciencias en general, ya habían llenado su vida –y como profesor particular, que lo hace como obra social, sigue tirando de ellas–. Ahora le ha llegado el tiempo a la Psicología, la Historia, el Arte, Literatura y algo de Derecho.
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Carmen Pequeño es otra gran alumna, apasionada de estas aulas. Cumplirá 81 años el próximo otoño y estudiar es algo que le debía la vida. Esta vallisoletana de Roales del Campo tuvo que colaborar en la casa al fallecer, cuando era niña, su padre. Trabajo y colegio fue un combinado de infancia que le dejó solo unos estudios básicos; pero la inquietud la acompañó toda su vida. Trabajó como secretaria, para una modista de lujo... y se casó con un estudiante de Filosofía pura que terminaría siendo catedrático de instituto. Esto llenó aún más su sed de querer saber, leer, aprender. Los años le trajeron tres hijos –también un nieto– y lo que sobre todo tiene es ganas de hacer, de viajar, de compartir, de informarse y conocer. Hace 19 años que Carmen se quedó viuda y fue uno de sus hijos el que quiso empujarla para que hiciera algo y, simplemente, la matriculó en la Universidad de la Experiencia sin que ella lo supiera. «Ya no había otra, tenía que ir. Me parecía que iba a estar perdida, que eso ya no era para mí... me equivoqué. Esto es lo mío y ya llevo ocho años en diferentes itinerarios».
«Me apuntaron sin yo saberlo y me parecía que iba a estar perdida, que eso ya no era para mí... me equivoqué. Esto es lo mío y ya llevo ocho años en diferentes itinerarios. Mi marido era catedrático de Filosofía, mis hijos con carrera. Yo nunca me conformé con no poder estudiar», asegura Carmen Pequeño, estudiante a sus 80 años.
La Universidad de la Experiencia ofrece un amplio abanico de Humanidades, Ciencias Sociales, Cultura y Grandes obras y Autores... al que poder acomodarse, cuatro itinerarios para estos grandes alumnos.
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Una formación complementada, además, con conferencias y seminarios y «profundizas hasta donde quieras», apunta Mario. Hay además actividades, excursiones para visitar museos o El Escorial o el Congreso y el Senado, San Isidoro de León o la Catedral charra... el plan parece infinito porque además cambia y avanza cada año.
Y no solo da conocimiento, coinciden ambos, también «es una gran oportunidad para conocer gente». El plan de Carmen incluye, tras las clases en el edificio de la Facultad de Educación y Trabajo Social, ir a tomar algo o a cenar juntos de vez en cuando.
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En estas aulas hay un punto en común, se comparte el sosiego de la edad madura con la necesidad y la pasión por instruirse. «Retomas todo ese mundo de los compañeros, estableces relaciones personales... y dos tardes a la semana vengo a la ciudad, vivo en Laguna de Duero, y cambio de ambiente y actividad».
La modalidad abierta permite cursar cualquier asignatura de libre configuración que oferte la Universidad de Valladolid en sus diferentes centros y que no tenga requisitos previos de acceso, hasta un máximo de 18 créditos por curso académico. Pueden acceder a la misma, como a la oferta estructurada, los mayores de 40 años. Fue en 2001, cuando la UVA puso en marcha tal posibilidad para los mayores «que pueden acceder con un precio mejor y sin necesidad de examinarse, entre otras ventajas», explica la directora de la misma, Susana Gil-Albarellos. La demanda ha ido creciendo en los últimos años, especialmente para cursar asignaturas de Filosofía y Letras –no tanto para Comercio, Economía o Derecho– y ha desbordado la situación.
Por ello, la Millán Santos «ha decidido limitar la presencia de estos mayores al 10%, para evitar perjudicar la formación de los futuros graduados, los que cursan la carrera desde la EBAU, y se compensó tal recorte con más profesores y tienen la posibilidad de elegir entre 117 asignaturas, es una oferta bastante grande y no nos podemos olvidar de que los destinatarios primeros de esta formación son los estudiantes universitarios que van a graduarse», explica esta responsable. La directora responde así a las quejas del alumnado mayor que se ha concentrado para protestar por los cambios de las condiciones y la limitación de las posibilidades que dejará fuera a muchos interesados. El acceso se fijará conforme la matrícula del curso anterior y se accederá por sorteo.
2.402 estudiantes de más de 25 años y, sobre todo de 55, hay en Valladolid.
1.710 estudiantes acuden a la Millán Santos. De ellos, en modalidad abierta hay 314 alumnos y en la estructurada, 1.396 estudiantes.
619 matriculados acoge la Universidad de la Experiencia en Valladolid.
63 alumnos han accedido a través de los planes de mayores de 25 años (37); de 45 (13) y de 40 con experiencia laboral (10.)
10 mayores de entre 65 y 75 años han accedido por el sistema ordinario de EBAU o la vieja Selectividad.
Muchos de estos estudiantes repiten experiencia, y vuelven una vez acabado un ciclo para apuntarse a otro itineraio. «Es muy habitual». Carmen es de las que se consideran ya antigua alumna. Mario es además delegado de clase, y con unos cuarenta los alumnos habituales. «Tenemos además muy buenos profesores, hacen muy entretenidas las clases y te facilitan apuntes, bibliografá, proyectan diapositivas...», coinciden también estos dos compañeros; aunque no están en la mismas clases ni horarios o días. «Hay un coordinador –además, explica esta joven octogenaria– con el que hay una buena relación para pedir determinadas cosas o temas o quejas, que hay pocas. Todos son profesores de la UVA y son realmente extraordinarios».
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Las aulas reúnen compañeros de lo más dispares, de diferentes formaciones y profesiones, de distintas situaciones y experiencias vitales. Aprender y descubrir y «la oferta es amplísima, hay todo lo imaginable y si algo tiene poca demanda, pues lo cambian. Todo está adaptado, fácil de entender, pero con nivel», explica Carmen que lleva «ocho años ya como delegada de grupo y no me dejan cambiar».
Carmen disfruta de una salud y un estado físico realmente extraordinarios. Y lo reconoce: «Me encuentro fenomenal, ando muchísimo, viajo y me niego a dar trabajo a mis hijos. Vivo sola y me hago todas las tareas; pero sobre todo tengo pasión por aprender. Mi marido sabía tanto... que yo también quería conocer para poder hablar con conocimiento, poder charlas. Nunca me conformé con no poder estudiar. Realmente es una pasión». Y así son cientos de personas cada año, cientos de razones para volver a clase.
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Salvo en los casos de mayores de 25 años, en el resto, la vuelta al estudio es más femenina.
La oferta de la Millán Santos ha llegado este curso a 1.710 alumnos. El Buendía ofrece una modalidad estructurada, con cuatro cursos académicos; en los que se despliegan dos tipos de acciones educativas: cursos formativos de carácter modular y actividades complementarias. Y otra abierta, menos demandada, que permite cursar cualquier asignatura de libre configuración que oferte la UVA en sus diferentes centros y que no tenga requisitos previos de acceso, hasta un máximo de 18 créditos por curso académico.
Y por último, están tal vez los más valientes. Tienen entre 63 y 75 años en el curso académico actual y comparten aulas con los veinteañeros. Son diez y es Historia, Arte, Geografía,Derecho y hasta Ingeniería Forestal algunas de sus elecciones.
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