L.M.T / D.R.F.
Domingo, 14 de mayo 2017, 14:05
Empezó a trabajar con 15 años como aprendiz en una fábrica de tractores en Valladolid (Motransa) donde estuvo desde 1971 hasta el 1992. Un joven sin ideología ni tradición familiar de izquierdas que se incorporó al mundo laboral y empezó sus contactos con la clandestinidad ... de las Comisiones Obreras. Salió de la empresa cuando se deslocalizó y los trabajadores se acogieron a indemnizaciones o recolocaciones en Iveco, y junto a otros compañeros no pudo entrar en esos paquetes por razones obvias de peligrosidad. Ángel Hernández (Valladolid, 1956) abandonará el próximo 2 de junio la Secretaria General del sindicato en Castilla y León, tras 14 años al frente, con la satisfacción de dejar una organización propositiva y negociadora que dio un paso cualitativo hacia los ámbitos sociopolíticos. Se felicita por los acuerdos dentro del Diálogo Social, cuyo mantenimiento durante la crisis agradece al presidente Juan Vicente Herrera. Lamenta la profunda crisis de la socialdemocracia Europea y apunta que se debe articular una nueva izquierda buscando puntos programáticos en común desde las alas socialista y comunista de Europa. Asume que la sociedad actual es radicalmente diferente a la de 1971, con una juventud que lo es hasta no se qué años que desconoce en buena parte el mundo sindical porque no ha entrado en el laboral. Afirma que existe un relevo generacional para el sindicato, con personas mucho más preparadas, pero constata que no existe el mismo poso ideológico que en su generación, porque apenas existe militancia política.
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-¿Cómo se inicia en esto del sindicalismo?
-Con el contacto con el mundo del trabajo. Con 15 años, en los 70, poca ideología podía tener. Ni en mi familia tampoco había habido tradición sindical, ni cuestiones de política de izquierda. Fue el contacto en el mundo del trabajo y, fundamentalmente, porque conocí a chavales de mi edad y mayores, y a partir de ahí estuve en clubes juveniles de Delicias en los que estaba infiltrada gente de de las juventudes comunistas. A partir de ahí inicio la adquisición de conciencia, de pesar en los trabajadores, de qué es eso de la derecha y la izquierda, qué es la democracia y qué pasa fuera de la España de blanco y negro de Franco. Por ahí empezó la cuestión.
-¿Quiénes fueron aquellas personas que marcaron ese camino?
-Con 17 años voy conociendo a gente en un mundo de clandestinidad. Contacte y empecé a ser ayudante de Javier Fernández, trabajaba en la Renfe; Juanjo García; con el difunto Ángel Cristóbal; Angel Nieto gente de la Renault. Ahí empecé a introducirme en el mundo de las Comisiones Obreras clandestinas en Valladolid.
-¿Cómo ha evolucionado el movimiento sindical durante estos años?
-Ha tenido más menos los mismos cambios que la sociedad española. El sindicato desde un punto de vista de medios, de afiliación y representación creo que está mejor que hace doce años, incluso con todo el golpetazo de la crisis. También hay un nexo muy importante que es el ámbito del Diálogo Social y el papel que jugamos las entidades sociales y empresariales representativas en los recursos para las políticas que ahí se hacen y se generan.
-¿Cree que se ha evolucionado más hacia un sindicalismo de servicios frente a un papel tradicional reivindicativo?
-No creo que haya un sindicalismo de servicios y otro al uso. Para tener un sindicalismo de servicios hay que tener cinco veces la afiliación que tienen los sindicatos para tener suficiente autonomía financiera y generar servicios más allá de los sindicales. Nuestro sindicalismo es el de toda la vida, y hoy evidentemente damos más recursos de servicios sindicales a la afiliación y a los trabajadores en general que lo que hemos dado nunca con recursos propios y de las administraciones.
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-¿El modelo afiliativo voluntario que se eligió en España ha sido el correcto?
-Ahí hay un objetivo para el movimiento sindical. Debería haber una afiliación más estable, más fija, que no esté a los vaivenes del mercado de trabajo. Alguna cosa se debe hacer. No se cuál porque sino la hubiera puesto encima de la mesa. Se debe reconocer a los sindicatos que están jugando un papel constitucional que no se ve recompensado en los escenarios, pero sin tocar los instrumentos públicos gratuitos de gestión del empleo, orientación y formación, y tampoco se debe cobrar la negociación colectiva. Los trabajadores solo ven la necesidad de la afiliación con una utilidad cuando están trabajando y no es lo mismo la gran empresa, la mediana o la pyme. Eso tiene que ver con el modelo que hay en España de representación. Sin embargo, los niveles generales de afiliación no son tan pequeños si la mayor pieza se le hace gratis a todos en una sociedad donde las cosas se miden por la utilidad.
-¿Cómo se ha comportado la afiliación en estos duros años de crisis?
-Hemos seguido afiliando trabajadores, pero es que se habían desafiliado más por la destrucción de empleo. Llevamos dos años y medio con saldo neto con crecimiento afiliativo. Eso sí, las nuevas afiliaciones se corresponden con un mercado laboral de salarios de menor remuneración, porque una buena parte son temporales y parciales. Teniendo ahora más cotizantes que hace cinco años, los ingresos por cuota no se corresponden a la estructura que antes tenían, que era más de cuota general.
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-¿Pero están mejor o peor que en el inicio de la crisis?
-Los niveles de sindicalización que hay ahora son los más elevados quitando el boom de la legalización. Estamos a punto de llegar también al boom que teníamos de 2008, que era cuando más gente trabajó en este país. Los que dicen que no representamos a nadie son los que quieren que nos movilicemos, y al mismo tiempo critican que molestamos. A nosotros por lo mismo y por lo contrario se nos critica. Estamos acostumbrados. Cuando comento y hablo con políticos se sorprenden, se asustan de la gente que paga en los sindicatos. Y es que no han podido con nosotros pese a las campañas, a la zurra que nos han metido. Hubieran ido más lejos si no hubiésemos estado. Sin ninguna duda.
-¿Hay implicación de las nuevas generaciones con el movimiento obrero respecto a la suya?
-Son dos sociedades radicalmente diferentes. Son mundos absolutamente diferentes, por las nuevas tecnologías. Pero es que en aquellos momentos con 21 años eras un hombre hecho y derecho y hoy con 25 y más años, no sé hasta cuántos, una altísima parte de ellos no saben lo que es el mundo de trabajo todavía. Están estudiando o no han estudiado, y están en un mercado de trabajo muy difícil y en empresas con menos de 50 empleados, son héroes los que se afilian. Es muy difícil tener un compromiso y una permanencia sindical.
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-¿De dónde surgen los relevos?
-Esto del sindicalismo no se estudia en las universidades, ni en las escuelas de FP ni en los institutos. Esto o surge o no surge. Es más fácil que surja en la Renault, en la Renfe o en Michelín, que en talleres Luisito donde son 14, aunque seguramente tienen más motivos porque sus condiciones son peores. Ahora bien, para la juventud por el contexto social es difícil. También hay que decir que las mayores organizaciones de masa con gente afiliada menores de 35 años, somos CCOO y UGT. Que me demuestre alguien lo contrario.
-¿Está garantizado el futuro sindical?
-Si. Está garantizado el relevo. Son sindicalistas diferentes. Nosotros cuando empezamos en esta historia con 15, 16, 17, 18 o 20 años, vivíamos un momento histórico en este país, el de la lucha antifranquista, contra la dictadura, por traer a este país la democracia, la libertad, la sindicalización. Una buena parte de la gente cuando se legalizan los sindicatos CCOO y UGT, entran en las estructuras que mueven esto y son gente con ideología, que milita políticamente en partidos de izquierda desde el PSOE hasta la extrema izquierda. Toda esa gente en la que me siento representado por edad y por momento y trayectoria histórica, tenemos en nuestra cabeza una visión política y de clase, de concepto de clase, de izquierda más o menos marxista; de que las cosas no son si no hay organización, disciplina, reglas. Hoy los nuevos sindicalistas están muchísimo más preparados que nosotros, pero desde un punto de vista más profesional, tiene más estudios, conocimiento, manejan los convenios, las normas laborales, las nuevas tecnologías. pero les falta, igual que a la sociedad española y en general a la de Occidente, ese poso.
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-¿Entonces se ha perdido intención ideológica en el movimiento sindical en España?
-No digo que no la tengan, porque la tienen. Para esto hay que tener una intención. Aquí no todo el mundo que milita en la izquierda se ha leído a Carlos Marx, empezando por mi. La gente tiene sus convicciones y estudian para defender a los trabajadores, que es el mayor de los criterios para ser sindicalista y de izquierdas. Relevo va a haber; se ha perdido intención ideológica, pero es que la militancia política en España es muy poca.
-¿Pervive entonces la izquierda ideológica en España?
-Teóricamente si, en la práctica hay más cargos públicos que ideología. La gente no milita. Es uno de los problemas de este país. El gran daño que hizo la dictadura y que no hemos superado, fue la desarticulación de la participación social. Si miras el movimiento vecinal, el movimiento cultural, son muchas siglas y desgraciadamente poca gente detrás, participando y con una aportación económica. Con las nuevas tecnologías y el discurso de carga ideológica que es el individualismo, organizarse es una chorrada, y te dicen que opines aquí con otros 300 que opinan igual que tú. Estáis en ese mundo y el resto zurrando la pandereta y dirigiendo esto como se tiene que dirigir: bien organizado (dice con ironía).
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-¿Cómo debe ser la relación entre el movimiento sindical y las nuevas tecnologías?
-Las nuevas tecnologías están para ayudar y mejorar los cauces de formación y conocimiento. Es imprescindible que la gente se siente y discuta, que se mire a la cara. Se está perdiendo la capacidad de comunicación, de oratoria. Gente muy preparada que te escribe 64 folios, no es capaz de ponerse delante de cuatro personas y explicarles las cosas. Son tiempos diferentes. En el sindicalismo, el contacto con la gente es básico.
-¿Cómo valora la decadencia progresiva en Europa de la socialdemocracia?
-Ahora llevamos tiempo en que hay elecciones en algún lugar de Europa y la mayor alegría que se lleva todo el mundo es que ganen cinco partidos de derecha, para que no salga algún pirao. No me parecen momentos de alegría. La caída del socialismo real de la Unión Soviética no solo acabó con aquello, acabó con la socialdemocracia, que en Europa occidental eran los hijos consentidos, porque estaban los otros, el contrapeso. La socialdemocracia en esta última fase de crisis también ha tenido que hacer recortes y si la gente ve que eres tú el que haces esos recortes, te mandan a la nevera 12 o 14 años.
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-¿Cómo se puede superar este retroceso de la izquierda en el viejo continente?
-Hay que articular una nueva izquierda. Tendrá que ser una refundación de lo que ha sido la socialdemocracia clásica, partidos socialistas y partidos comunistas y no y las formaciones que están surgiendo ahora. De todo eso tendrá que salir algo nuevo porque lo que hay es una cosa clara, el capital es insaciable y la lucha de clases y la desigualdad están aquí. Hay elementos razonables para que haya una alternativa de izquierdas, pero poniendo por delante lo primero, que es el bienestar y el interés general. Pero se va a pasar mal.
-¿Hacia dónde se debe dirigir esa refundación hacia movimientos de calle o más políticos?
-Tiene que ser una cosa mixta. La política también tiene formas. No hay que abandonar la reivindicación y la protesta pero hay que conjugar las formas de la política. Hay base en Europa para que surjan cosas nuevas de las alas de izquierdas de la socialdemocracia y de los partidos socialistas y de las alas de centro derecha de lo que ha sido el movimiento comunista político en Europa con algunas de estas formaciones. Algunas de éstas, que están naciendo en Portugal y en España, en pocos sitios más, muchos de ellos vienen de la izquierda más allá del Partido Socialista. Está por construir. Tiene que haber un punto de encuentro programático e ideológico, porque si no la izquierda ganará puntualmente por cansancio, pero no podá proponer un nuevo modelo de sociedad.
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-¿En la diléctica liberalismo y economía planificada, dónde se tiene que ubicar esa nueva izquierda?
-Los únicos que planifican ahora son las grades multinacionales, corporaciones, el FMI y el BCE, es decir, las grandes instituciones que mueven el sistema capitalista son las que planifican. Los que no planifican -y de ahí viene el problema en Europa- son las administraciones públicas, que son las que tienen que hacer la redistribución y garantizar los elementos de igualdad en la sociedad. Hoy la gran política está al servicio de los intereses económicos y financieros; hace 25 años en Europa no. Las cosas estaban más equilibradas. Antes teníamos una UE que planificaba; hoy tenemos una UE que sólo se dedica a sacar normas.
-¿Qué destacaría de la organización que deja?
-Estoy muy orgullo de que este sindicato, a diferencia del que teníamos en el final de la dictadura y los primeros años de la democracia, se ha convertido en un sindicato propositivo y negociador. Esos son los principios del sindicalismo. Hay una falsa idea de que el sindicalismo es una máquina de bronca. Es una máquina de negociar para avanzar y cuanto menos se tenga que molestar a los afiliados y trabajadores, bastante mejor. Si para conseguir cosas hay que movilizar y sacar la estaca, se saca como está demostrado. Somos respetados por las empresas y por las administraciones, y es un logro que se ha ido consiguiendo poco a poco.
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-¿Se refiere a su papel en el Diálogo Social?
-El paso cualitativo de CCOO fue hacia los ámbitos sociopolítics. La diferencia de CCOO con un sindicato corporativo o de empresa es que nosotros opinamos del mundo del trabajo y de la periferia, que es todo lo que es salario diferido, sanidad, educación públicas. Nosotros hemos tenido la fortuna, trabajada, de que hemos construido el Diálogo Social, que es el convenio colectivo con el Gobierno. La diferencia de CCOO con otras estructuras políticas y sindicales, es que aquí tenemos un nivel de Diálogo Social que debería ser el mínimo que debía haber en España.
-¿Qué destacaría de los acuerdos alcanzados dentro de este proceso de concertación?
-Espero que el incipiente Diálogo Social en las administraciones locales, diputaciones y ayuntamientos de más de 20.000 habitantes, se desarrolle porque será un elemento crucial para la articulación de Comunidad. Más allá de que uno tenga más sentimientos identitarios de Comunidad, provincia o comarca, hacer identidad en Castilla y León es hacer que las políticas y la gente, viva donde viva, sepa que sea quien sea la administración que le presta servicio es igual, y eso hasta ahora no lo es. Para mi la identidad son derechos e igualdad.
-¿Cómo explica que el Diálogo Social se haya mantenido y generado grandes acuerdos durante los años más duros de la crisis, frente a lo ocurrido en la mayor parte de España?
-¿Por qué Cospedal se lo cargó y Herrera no?. Seguramente si Herrera viene de un comité ejecutivo cuando empieza la crisis y le dicen que esto hay que cargárselo todo y dice si wana a lo mejor estábamos diciendo ahora que aquello duró lo que duró. Una buena parte de que el Diálogo Social se haya mantenido en Castilla y León ha sido primero porque el presidente del Gobierno ha entendido que esto debía continuar y, segundo, porque UGT y nosotros decidimos que había que continuar y efectivamente teníamos que comernos algún marrón, que ahora estamos recuperando en el presupuesto del Diálogo Social. Herrera vio que para su forma de entender la política le venía bien y también para la imagen de su partido era bueno un corte más socialcristiano que una política social rancia de compañeros suyos en otras autonomías, y se lo quiero agradecer porque mis compañeros y los de la UGT en el resto de la Nación ojalá hubieran tenido alguien con esta sensibilidad. No es que sea en beneficio de él o de su partido electoralmente, que es legítimo hacerlo. Lo ilegítimo es cargarse el mundo y una vez que os he matado os perdono la vida.
-El secretario de Acción Sindical de la organización se postula como su sustituto. ¿Qué destacaría del candidato y qué le aconsejaría?
-Consejos ninguno. Es una persona con trayectoria y con experiencia en CCOO, no hay otra. Es la persona más antigua, junto con Herrera, que ha estado en responsabilidad del Diálogo Social. En la época de Chuchi (Jesús Pereda, ex-secretario autonómico del sindicato) era el secretario de Acción Sindical y por lo tanto el padre intelectual de esta situación es el compañero Vicente. Está en su ADN. Tiene una ventaja sobre mi en ese terreno, en todo lo que tiene que ver con la Negociación Colectiva y sus relaciones con la patronal, porque ha sobrevivido a todos los presidentes y han sido muchos en Cecale.
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