Antonio G. Encinas
Sábado, 6 de mayo 2017, 11:47
España es el mayor exportador de vino del mundo. Sin embargo, el precio medio por litro exportado no alcanza el euro.
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Para quien equipare «vino español» con «Ribera del Duero» o «Rioja», con esos grandes tintos reserva que acumulan premios y medallas, puede resultar ... increíble el dato. Pero no solo es cierto, sino que tiene una explicación basada en los dos modelos que coexisten en el mercado nacional. Así se puede descubrir en la tesis doctoral del decano de la Facultad de Comercio de la Universidad de Valladolid, José Antonio Salvador Insúa, defendida hace unas semanas. «De cada tres litros que se producen en España, uno se consume dentro y dos se exportan», contextualiza Insúa. Pero la exportación se produce, explica, «vía precios».
«Somos los que exportamos más barato, no llega a un euro el litro. Exportamos mucho vino a granel, junto a Sudáfrica o Australia somos de los que más vino de este tipo enviamos fuera», señala. Y ese vino a granel se produce sobre todo en Castilla La Mancha. «Allí se produce más de la mitad del vino en España y exporta más de la mitad de las exportaciones del país». El precio ronda los 0,50 céntimos por litro. Le sigue Extremadura con otro 10% de las exportaciones totales y con un precio casi idéntico.
Y a partir de ahí, el resto.
Castilla y León representa el modelo opuesto. «Exportamos poco en cuanto a volumen, apenas un 1,5%, pero en valor representa el 5% del total. Se exporta vino embotellado, de calidad». El precio medio, en este caso, es de 4,5 euros por litro, solo por debajo de lo que consigue La Rioja.
«Francia es la que vende en el extranjero a mayor precio, aunque es el tercero en volumen. Tiene más marca. Algunos burdeos, por ejemplo, son bienes de inversión, y tienen champanes que consiguen precios muy altos», advierte Salvador Insúa. Sus exportaciones vinícolas se sitúan en los 5,5 euros por litro.
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Esta dualidad del modelo productor conlleva una gran complicación para hacerse un hueco en el panorama internacional sin una gran 'Marca España' que los cobije a ambos. En un país con 90 denominaciones de origen trufadas de pequeñas y medianas bodegas resulta muy complicado llegar a contar con una marca reconocible a nivel global. De hecho, los principales productores mundiales de vino resultan extraños para los no iniciados.
«El ranking mundial de empresas vinícolas está liderado por la empresa estadounidense E&J Gallo Winery, cuya cuota de mercado oscila en torno al 2,5%», describe en su tesis José Antonio Salvador Insúa. Por detrás, otro gigante norteamericano, Constellation Brands (2% mundial), además de The Wine Group y Treasury Wines Estates, por encima del 1,5%. Y es a partir de aquí cuando entran en escena Australia, con Accolade Winnes; Chile, con Concha y Toro; o Argentina, con Grupo Peñaflor. En España el gran grupo vinícola por volumen es García Carrión, «que llegó a ser en 2008 el mayor grupo bodeguero de Europa y el quinto de todo el mundo por nivel de producción». Este grupo tiene presencia en Castilla y León en las DO Ribera del Duero (Pata Negra, Arnáiz, Mayor de Castilla), Rueda (Solar de la Vega Viura), Rioja (Marqués de Carrión, Antaño), Toro (Pata Negra Toro Roble y Mayor de Castilla Toro Roble), además de Penedés, Jumilla, Mancha, Cataluña, Valdepeñas... Y también cuenta con la marca Don Simón.
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Puestos a agrupar los productores bajo un manto 'España', para equipararlo a lo que sucede con los vinos de Argentina, Australia o Chile, llega el conflicto. ¿Se deja fuera a los grandes productores de Castilla La Mancha o Extremadura y su vino a granel a precio barato? ¿O se excluye a los vinos de calidad de precio más elevado? Resulta casi imposible quedarse con un solo modelo.
Además, no es algo que tenga que ver con el territorio, advierte Insúa, aunque en buena medida coincide, sino con «estructuras empresariales diferentes». Así, explica que «en Extremadura o Castilla La Mancha hay cooperativas y al agricultor se le paga con lo que se obtiene por el vino, no se paga la uva. En Castilla y León y La Rioja hay más pequeñas y medianas empresas que buscan vino embotellado, de calidad, con denominaciones de origen... ».
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Hallar el modo de llevar al extranjero el éxito conseguido en casa es vital para evitar el riesgo de una caída del mercado, algo que ha enseñado bien claramente la recesión económica. «Tienes que diversificar riesgos, es necesario buscar replicar el éxito comercial en el extranjero porque además la producción sigue creciendo», advierte Salvador Insúa.
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