Alfredo Álvarez, hospitalero de Molinaseca. Eduardo Margareto
Latidos del Camino

Molinaseca, la universidad jacobea

Conocer al mítico hospitalero Alfredo Álvarez es recordar la base del Camino: el peregrino, alejado de la explotación turística que sufre la ruta jacobea

JUAN LÓPEZ

Molinaseca

Sábado, 13 de agosto 2022, 11:44

«Para mi el Camino de Santiago lo ha sido todo; ha sido mi vida, mi universidad, mi aprendizaje. Todo se lo debo a la ruta. Le he dado parte de mi vida, pero me lo ha dado todo. Estoy en deuda con él». El mítico hospitalero de Molinaseca Alfredo Álvarez insta a «comprender» al caminante, «entenderlo», una de las enseñanzas que el Camino le ha mostrado en estos 30 años que lleva unido a él.

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Escucharlo permite recordar la base de la senda milenaria, aquella que representa al peregrino, alejado de la explotación turística que sufre la ruta jacobea y que Álvarez denuncia, aunque no se muestra contrario a ella. Simplemente, pide la protección del caminante que se busca a sí mismo en su ruta a Santiago de Compostela. «No es decir que al peregrino haya que dárselo todo gratis, pero si tratarlo como a un peregrino y no como a un turista», resume.

Eso sí, Álvarez aclara que el peregrino es el que «está en el Camino y el Camino está dentro de él», porque matiza, hay «mucha gente que está en el Camino pero el Camino no ha entrado en él» y no son capaces de explicar lo que pasa en el interior de esta ruta mágica. «No podría explicar lo que es el Camino», constata. Pero recomienda «coger una mochila e ir a Saint Jean Pied de Port y comenzara a caminar». «Y después que me lo cuenten a mi. Yo he hecho muchos caminos, pero son los míos, y cada uno tiene su camino», revela.

La figura tradicional

Por último, alaba la figura del hospitalero tradicional, que es el que «ha dado vida al Camino, con su trato a los peregrinos». Pero va más allá y cree que «no se concibe sin los lugareños, a los que se les ha dejado aparte». «Ahora hay gente que pone un negocio y ha crecido el Camino con el negocio y los peregrinos. Pero antes no había negocio y sí había Camino; y estaban los lugareños para todos», reflexiona.

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