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D.ÁLVAREZ
Jueves, 30 de agosto 2018, 20:27
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) rindió esta tarde un emotivo homenaje a las víctimas y desparecidos del régimen franquista con un acto literario y musical que tuvo lugar en la antigua cárcel de la ciudad de Ponferrada, uno de los lugares desde los que se articuló la represión franquista, hoy reconvertido en Museo del Bierzo. Los poetas Juan Carlos Mestre y Abel Aparicio encabezaron el elenco de artistas que participaron del recuerdo a estos cientos de represaliados.
El acto coincidió con la conmemoración del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas y sirvió para «reclamar que esas victimas desaparecidas sean buscadas por el Estado», explicó el vicepresidente de la ARMH, Marco Antonio González, que destacó el «gran interés» de la ARMH en buscar los cuerpos de todas esas personas detenidas y torturadas por el régimen. «Es un trabajo de verdad, justicia y reparación que no hace el Estado», insistió González.
Entre los artistas de la palabra y la música que no quisieron faltar a su cita con la memoria histórica destacaron otros nombres como Manuel Cuenya, Sol Gómez, Javier Morán, Luis Miguel Sanz, Pedro Álvarez (Peta), Isamil9, Nicanor G. Ordiz, Juan Carlos Suárez (Polaroids) o Tote García, que acompañaron a los familiares de los desaparecidos bercianos.
El escenario escogido para el acto, la antigua prisión de la ciudad, fue testimonio de la represión que afectó a los más de 3.000 bercianos detenidos por las autoridades golpistas a partir del 18 de julio de 1936. Muchos acabaron con sus huesos entre los muros de la cárcel antes de ser fusilados o trasladados a León y a otras penitenciarías del país.
Durante el acto, también se rindió homenaje a los seis reclusos que intentaron escapar de su fatídico destino durante la noche del 16 a al 17 de diciembre de 1936. Con ayuda de una cuchara, Manuel Villa, Máximo Blanco, Robustiano Rodríguez, José Fernández, Isidoro Álvarez, Ángel Durán y Laurentino Rodríguez, recluidos en la celda número dos de la planta baja de la cárcel, abrieron un boquete en los muros aunque fueron sorprendidos por un guardia antes de lograr completar su huida y fusilados días más tarde junto a las tapias del antiguo cementerio del Carmen, según atestiguan los documentos de la época.
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