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El Papa Francisco recordó este domingo la valentía de las tres nuevas beatas, enfermeras mártires de Astorga, durante el rezo del Ángelus desde la plaza de San Pedro en el marco de la fiesta de la Santísima Trinidad, el misterio del único Dios en tres ... Personas: Padre e Hijo y Espíritu Santo.
«Ayer en España fueron beatificados Octavia, María Pilar y Olga. Estas tres mujeres laicas, valientes, a imitación del Buen Samaritano se dedicaron a curar las heridas de guerra sin abandonarlas en los momentos de peligros, se han arriesgado y fueron asesinadas por odio a la fe. Rogamos al Señor por su testimonio evangélico. Un aplauso a las nuevas beatas«, recordó el Santo Padre, según informa la Agencia de noticias del Vaticano, Vaticano News.
Asomado desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano junto a los fieles que acudieron a la cita dominical, explicó que se afronta «un misterio inmenso, que supera la capacidad de nuestra mente, pero que habla a nuestro corazón». «En cuanto amor, Dios, aunque es uno y único, no es soledad sino comunión El amor, en efecto, es esencialmente don de sí mismo, y en su realidad originaria e infinita es Padre que se da generando al Hijo, que a su vez se da al Padre, y su amor mutuo es el Espíritu Santo, vínculo de su unidad».
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Asimismo, Francisco puntualizó que este misterio de la Trinidad fue desvelado por el mismo Jesús: «Él nos hizo conocer el rostro de Dios como Padre misericordioso; se presentó a sí mismo, verdadero hombre, como Hijo de Dios y Palabra del Padre; habló del Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo, Espíritu de la Verdad, Espíritu Paráclito, es decir, nuestro Consolador y Abogado». Y cuando se apareció a los apóstoles después de la Resurrección -continuó el Papa - Jesús los mandó a evangelizar «a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19):
«Por eso, la misión de la Iglesia y, en ella, la de todos nosotros, discípulos de Cristo, es hacer que cada hombre y cada mujer puedan sumergirse en el amor de Dios y recibir así la salvación, la vida eterna».
Por otro lado, el obispo de Roma subrayó que la fiesta de hoy, «nos hace contemplar este maravilloso misterio de amor y luz del que procedemos y hacia el cual se orienta nuestro camino terrenal», a la vez que «nos invita a fortalecer nuestra comunión con Dios y con los hermanos, bebiendo de la fuente de la Comunión Trinitaria«.
Evocando el momento de la última gran oración de Jesús, recogida en el Evangelio de Juan y «elevada al Padre inmediatamente antes de su Pasión»; Francisco recuerda que el final de esa oración es como un testamento espiritual ya que en el corazón de Cristo brota una súplica que expresa la voluntad del Padre.
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