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COSAMAI: Sumando capacidades

COSAMAI: Sumando capacidades

Una mirada a la historia del complejo COSAMAI, en Astorga, y un recorrido por las vivencias, los sueños y las ilusiones de las personas que allí conviven

Lunes, 27 de diciembre 2021, 09:31

Álvaro Valderrey es un niño de once años enérgico, cariñoso, trabajador... Alvarito, como lo llama su hermano, mientras ambos decoran con figuras navideñas el negocio familiar de hostelería, es todo eso y mucho más. A sus cualidades se añade una capacidad intelectual que hacen de él un niño único, en el sentido más amplio del término. Álvaro es uno de esos veintiséis chicos escolarizados en el Colegio de Educación Especial Santa María Madre de la Iglesia, de Astorga, perteneciente a esa España tristemente vacía y denostadamente vaciada, que a fecha uno de enero de 2020, según el INE, contaba con 10.741 habitantes. En el centro, cuya titularidad pertenece a la Junta de Castilla y León, Álvaro hoy recibe, después de muchas batallas, como nos explica orgulloso su padre, Goyo, una atención educativa individualizada, acorde a sus necesidades, por parte de profesionales especializados y comprometidos con la enseñanza pública. Álvaro forma parte de esa estadística que el Ministerio de Educación y Formación Profesional de nuestro país dio a conocer, por última vez, en el curso 2019-2020. De un total de 730.100 alumnos valorados con necesidades educativas específicas, 223.882 (30,7%) corresponden al alumnado con necesidades educativas especiales, donde el apoyo está asociado a algún tipo de discapacidad o trastorno grave, mientras que los restantes, 506.218 (69,3%), se vinculan a otras necesidades específicas de apoyo educativo. Los hombres representan casi un 70% de este colectivo. Números que esconden una realidad en la que casi nunca pensamos, miradas que no observamos cuando se habla de la vuelta al cole o de los juguetes de Navidad. Familias invisibles a las que nadie tiene en cuenta cuando llegan los períodos vacacionales. Jóvenes de los que la sociedad apenas se acuerda, atendidos por excelentes maestros que pocos recuerdan. Niños y niñas a los que enseñar a comunicarse, a gestionar sus emociones, su rabia, su miedo, su alegría y a alcanzar, de manera autónoma, todo el potencial que poseen para enfrentarse a ese mundo al que tanto le cuesta aceptar los retos y las diferencias; un mundo que, pese a su compromiso con los diecisiete objetivos de la Agenda 2030, todavía permanece de espaldas a la igualdad.

El padre de Álvaro, Goyo Valderrey (Restaurante Casa Goyo, Valdespino de Somoza).

María José Martín Martínez es la Directora del Centro de Educación Especial en el que Álvaro cursa Educación Básica Obligatoria, donde también se imparten Estimulación Temprana y Transición a la Vida Adulta. Junto con las materias instrumentales, Matemáticas y Lengua, en las aulas se priorizan, entre otros aspectos, la comunicación, la sociabilidad, la responsabilidad o las estrategias para la vida laboral, con una educación adaptada a las posibilidades, capacidades y necesidades de cada alumno. El centro cuenta con varias aulas de Audición y Lenguaje, un Taller de Artes Gráficas, además de un Taller de Autonomía Personal, Social y Doméstica, fundamental para lograr la mínima dependencia del alumnado respecto al adulto y, por tanto, su máxima madurez. En la actualidad, quince educadores, cinco ayudantes técnicos, un fisioterapeuta y una enfermera trabajan para conseguir que niños y niñas, con discapacidad psíquica ligera, media, severa y profunda, sean personas críticas, seguras y capaces de afrontar los desafíos que presenta la vida diaria.

La Directora nos explica que las emociones tienen mucha presencia en el aprendizaje. Los alumnos mayores hacen «parlamento» un día a la semana, en el que exponen lo que les gusta y aquello que les desagrada. «Le damos mucha importancia a la autonomía y a la comunicación oral, también a través de las nuevas tecnologías. La comunicación es calidad de vida». Este curso 2021-2022, con motivo del Día de la Discapacidad, en el centro disfrutaron de una jornada de Deporte adaptado, con los lemas: «Dímelo fácil… que sí te entiendo», «Si nos igualamos… todo irá sobre ruedas» y «Si me apoyas… yo me lanzo»; un centro precursor en proyectos de innovación educativa, como el que se llevó a cabo en 2010 con la representación teatral de la obra titulada La hormiga coja: «Seguro que si busco, encuentro un lugar donde las hormigas cojas puedan ser felices» (Premio de Fomento de la Lectura de la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León).

Exposición fotográfica del 50 Aniversario del CPEE Santa Mª Madre de la Iglesia (Astorga)

«La ciudad de la ilusión»: de ayer a hoy.

Desde sus orígenes, a finales de los años sesenta, el centro es paradigma de la educación y formación de personas con discapacidad. En realidad, este colegio forma parte de un complejo, situado al sur de la bimilenaria ciudad de Astorga, que agrupa, además, el Centro Ocupacional Santa María Madre de la Iglesia (COSAMAI) y el desaparecido Colegio Fray Pedro Ponce de León, referente nacional hasta los años ochenta, para la educación de personas sordas, y cuyas dependencias utiliza, actualmente, el Instituto de Educación Secundaria de Astorga.

Gabinete Psicotécnico y de Audiometría del desaparecido Colegio Fray Pedro Ponce de León (Astorga).

Muchos han sido los avatares que en el transcurso de la historia han ido conformando la actual situación del Centro Ocupacional COSAMAI, desde que el 3 de diciembre de 1966 se colocara la primera piedra. En aquellas cincuenta hectáreas de terreno que, con toda la paciencia del mundo, había medido el entonces sacerdote del Barrio de Rectivía, Don Patricio Vara, y que habían sido adquiridas por cincuenta mil pesetas, se fraguó un proyecto social, totalmente innovador en la España de la época. Tras dos años intensos, el centro abrió sus puertas el 22 de enero de 1968, en medio de un solemne acto, al que asistieron los representantes de las instituciones de la época, al igual que muchos astorganos, que habían contribuido a su construcción, con sus aportaciones económicas, a través de las campañas navideñas «Alas para un Ángel» y «Ciudad de la ilusión», impulsadas desde Radio Popular de Astorga.

Cartel que anunciaba la construcción del complejo COSAMAI que evidencia lo que hemos avanzado.

El 23 de enero de 1968 ingresaron los treinta y dos primeros alumnos del centro que hoy conocemos como COSAMAI. Gestionado, en sus comienzos, por los Hermanos de la Congregación de Nuestra Señora de Lourdes, cariñosamente llamados los Hermanos Holandeses, en estos más de cincuenta años de historia, lo que comenzó como un colegio para niños con discapacidad, es hoy un centro ocupacional para personas adultas con discapacidad intelectual en edad laboral, que se ha ido adaptando a la realidad individual y social, con los recursos que en cada momento ha tenido disponibles, ofreciendo siempre el mejor servicio con eficacia y eficiencia para alcanzar con calidad los objetivos del centro, tanto a nivel organizativo, como en lo que respecta a una asistencia integral.

En la actualidad, conviven en COSAMAI 34 mujeres y 98 hombres, con edades comprendidas entre los 21 y los 76 años, de los cuales, 114 son residentes y 20 mediopensionistas. Junto a ellos, trabajan 92 profesionales, 48 en atención directa, a los que se suman la Dirección, los Coordinadores, el Equipo Técnico y el Personal de Servicios. El centro dispone de un edificio donde están ubicados los servicios de dirección, administración, coordinación, sanitarios y un aula de Trabajo Social; otro destinado a las salas de fisioterapia, terapia ocupacional, relajación y formación, y un tercero, Centro Social, donde se halla la cafetería, el comedor, la cocina, la lavandería y los almacenes. Además, cuenta con cinco edificios, que se destinan a residencia, permaneciendo dos de ellos abiertos todo el año, y nueve Talleres: Estampación, Manipulados, Encuadernación, Cerámica, Madera, Cartonaje, Jabones, Atención Individualizada y Jardinería. El Centro presta servicios 24 horas al día, los 365 días del año, atendiendo a dos grandes áreas: servir de apoyo al proyecto personal y ofrecer una actividad ocupacional laboral. Se proporciona, así, una ocupación terapéutica, acorde a las necesidades individuales de cada residente, ofreciendo técnicas profesionales para su incorporación al mundo del trabajo, en el marco de una atención integral, que incluye alojamiento, manutención, apoyo personal, familiar y social, actividades de ocio, así como asesoramiento para mejorar su calidad de vida. En estos momentos, existe un proyecto para la construcción de un nuevo edificio, que se adaptará a la realidad actual de aquellos usuarios mayores que no puedan acudir a los talleres ocupacionales.

Magia en COSAMAI. Imagen de archivo Servicios Sociales Diputación de León.

Juan, Cachón y Ángeles: vivencias y sueños en la familia de COSAMAI.

Juan Cortés Vizan lleva cuarenta años en el centro y trabaja en una empresa perteneciente al grupo ONCE, en León. Para él, COSAMAI «representa la vida, la vida misma, la vida diaria y las cosas cotidianas de la vida. COSAMAI no son compañeros, es una familia; tienes la familia hecha, aparte de la natural, están los de aquí». Con firmeza, nos detalla su rutina diaria: «madrugo mucho, me levanto a las cinco de la mañana porque entro a trabajar a las siete. De Astorga a León hay una hora de trayecto y vuelvo a las tres y media de la tarde. Como y a descansar un poco». Su mirada se ilumina cuando recuerda su participación en los actos del cincuenta aniversario del centro, en 2018: «Estuvimos meses ensayando para poder dar el pregón en las fiestas astorganas y sentí mucho orgullo por representar al centro y a todos. COSAMAI es parte de la ciudad, es una ciudad dentro de otra ciudad. Es parte de Astorga, es historia de Astorga». Le resulta difícil catalogar un recuerdo después de tantos años y «de tantos buenos que hay. ¿Cuál dices que es el mejor?». Su sueño es «cuando estén las obras terminadas del Santiago Bernabéu, ir a conocerlo».

La voz de Juan, cercana y afable, guía nuestra conversación distendida con su memoria prodigiosa llena de anécdotas, de vivencias que comparte con dos de sus compañeros. Uno de ellos, con el que vive en un piso, de manera independiente, José Manuel Cachón López, llegó al centro ocupacional COSAMAI en 1974. Por aquel entonces, tenía casi la misma edad que Álvaro Valderrey, apenas doce años. Aunque no nació en Asturica Augusta, se siente astorgano. Experto fresador y soldador, trabaja, desde hace más de cuarenta años, en Hijos de Felipe García, empresa metalúrgica, que apuesta por la contratación de personas con discapacidad, algo poco habitual en el mercado laboral español, pese a que la Ley estatal, desde 1982, obliga a las empresas, con más de cincuenta trabajadores, a aplicar una cuota de reserva del 2%. Medidas que parecen estar todavía muy lejos de cumplirse puesto que, según el Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo de la Fundación ONCE, en 2020, la contratación cayó un 30% respecto al año anterior y, según el INE, en el mismo periodo, la tasa de actividad de este colectivo era del 34,3% y la tasa de empleo, del 26,7%. Ante estos datos, urge impulsar mecanismos que aceleren la participación de personas con discapacidad en el empleo, no solo por una cuestión de justicia social, sino porque nuestro país necesita su talento para seguir adelante. Únicamente así, conseguiremos un estado de bienestar, acorde con todos los Objetivos para el Desarrollo Sostenible aprobados, en Asamblea General, por los 193 países que conforman la ONU.

«En el centro empecé a ser lo que soy, gracias a cada una de las personas que me han acompañado en mi camino». Cachón, como le gusta que popularmente se dirijan a él, no conoció a sus padres, por lo que COSAMAI ha sido y es su verdadero hogar. A punto de cumplir los sesenta años, sueña con formar una familia con su novia, viajar con su tío a algún lugar bonito y conocer en persona a su gran ídolo, Miguel Indurain, del que nos recuerda su palmarés deportivo y su apuesta por las causas humanitarias. Para él, haber sido pregonero en las fiestas de Astorga supuso también momentos de ilusión, nervios y orgullo. «Dicen que fuimos los mejores pregoneros; fue muy emocionante; lo sientes dentro del cuerpo. Te vas un día a la cama y piensas que estás soñando y cuando te despiertas es así. Es una vida que has vivido. Antes estuve en la Casa de Hospital de Órbigo del que guardo un bonito recuerdo y muchas amistades, pero nada comparable con la visita a COSAMAI de Vicente del Bosque, en 2014».

Asintiendo a lo que dicen sus compañeros, Ángeles Casero Barrantes, residente en COSAMAI desde el año 1993, se muestra tímida, dulce y cariñosa. Hoy está especialmente contenta porque acaba de recibir la gratificación por el trabajo que ha realizado esta semana. Nos revela que, a pesar de lo improvisado del momento, se ha puesto el traje que compró para estrenar en Navidad. «Aquí estoy muy a gusto con mi hermano y con los demás. Para mí esta es como si fuera mi casa. Mi vida fue un poco dura. Me costó adaptarme, pero ahora estoy muy orgullosa porque me han ayudado mucho y me siento muy arropada. COSAMAI nos ha enseñado a tener más libertad, a saber vivir los unos con los otros». Con una asombrosa energía, detalla todas las actividades que existen en el centro y aquellas en las que ella participa: «fui de las primeras chicas en ir a natación, también hice gimnasia rítmica y otros compañeros han jugado a baloncesto y a fútbol sala. Por las tardes, acudo a clases de ordenador en el Seminario de Astorga. Ahora me ha dado por hacer bufandas y regalárselas a la gente y estoy muy ilusionada con un nuevo libro de poesía, donde hago el papel de ama de llaves. Mi mayor deseo es poder tener más libertad porque me siento más a mi aire».

Cachón, Juan y Ángeles en los Jardines de COSAMAI (Astorga).

Los Talleres de COSAMAI: caminando hacia la inclusión laboral y social.

Ángeles es una de las doce personas que asiste al Taller de Encuadernación. Su maestro, Miguel Ángel Laiz Gutiérrez, nos confirma que sus alumnos tienen entre 35 y 63 años, con diferentes grados de discapacidad y dependencia. Como en el resto de los Talleres, en el de Encuadernación se pretenden alcanzar objetivos cortos y el resultado óptimo de la tarea encomendada, para presentar dicho producto al mercado y a la sociedad, en general. «La mayor satisfacción está en generar un hábito de responsabilidad con sus tareas y que tengan un sentimiento de superación, en definitiva, que ellos mismos sean críticos con su propio trabajo. En mi opinión, la sociedad en su conjunto, y, especialmente, quienes, por su posición, son los encargados de hacer visible la realidad de las personas con discapacidad, deberían dejar a un lado el paternalismo y poner el foco en la capacidad y no en la discapacidad».

Es importante resaltar que, en los Talleres, se realizan actividades ocupacionales y laborales que permiten un aprendizaje de las destrezas manuales, la consolidación de hábitos que puedan trasladar a su rutina diaria, el desarrollo de habilidades de interacción social y el acercamiento al mundo del trabajo. Además, de manera intrínseca, se consolida el mundo de las emociones, lo que les permite abordar la autoestima, gestionar la euforia y evitar la frustración para reducir la ansiedad que puedan provocar los fallos en la ejecución de las tareas propuestas. En concreto, en el citado Taller «se trabaja la encuadernación en todas sus variantes, desde sencillos cuadernos de notas hasta trabajos en piel y casi cualquier demanda que el cliente nos solicite, adaptándolo siempre a nuestras especiales necesidades y plazos de realización. Una forma de darnos a conocer es a través de nuestra participación en diferentes Ferias o Mercados de Artesanía, aunque lo más habitual es que el cliente ya nos conozca y se acerque al centro para solicitar, de primera mano, lo que hacemos. Fruto de estas visitas, van surgiendo diferentes encargos. También colaboramos con diversas empresas e instituciones de nuestro entorno y de fuera de la provincia, algo que quiero agradecer a todos ellos y, especialmente, a la Diputación de León».

Alumnado en el Taller de Encuadernación en COSAMAI (Astorga).

El papel de las instituciones en COSAMAI: apoyando proyectos inclusivos.

Además de COSAMAI, la Diputación provincial gestiona la Residencia Santa Luisa y el Centro Sagrado Corazón, ambos en la ciudad de León, y el Centro Nuestra Señora del Valle, en La Bañeza (León). Desde el área de Derechos Sociales y Territorio Sostenible, se gestionan programas que buscan responder, de forma adecuada, a las necesidades sociales de la población leonesa: Mujer e Igualdad, Familia e Infancia, Inclusión Social, Dependencia o Envejecimiento Activo, entre otros. Para lograr sus objetivos, las diferentes áreas de la institución provincial trabajan conjuntamente para llevar a cabo actividades como la práctica del esquí en la Estación Invernal y de Montaña San Isidro, a donde acuden gracias a los medios de transporte facilitados por la Diputación, como la reciente adquisición de una furgoneta, de nueve plazas, especialmente adaptada para personas con discapacidad, mediante la incorporación de dispositivos, que permiten el transporte en silla de ruedas.

Las actividades deportivas se suman a otras culturales, que se ofrecen desde la Concejalía de Igualdad, Comunicación y Servicios Sociales, del Ayuntamiento de Astorga, que manifiesta un especial interés en que estos ciudadanos sean parte activa de la ciudad, poniendo los medios necesarios a su disposición para que puedan asistir, entre otros eventos, al Festival de Cine de Astorga, al Carnaval, a los cursos de cocina en los restaurantes y hoteles de la ciudad o participar en la Fiesta de Astures y Romanos, cada mes de julio (Declarada de Interés Turístico Regional).

Imagen de archivo de leonoticias: Ángeles Barrantes en la Jornada de Exaltación de los Fueros de León en las Cortes.

Charo y Felipe, comprometidos con el bienestar en COSAMAI.

En todo ello, juega un papel muy relevante Charo Flores García, coordinadora de las «Residencias» en COSAMAI, desde 2008, quien, muy amablemente, nos acompañó durante nuestra visita. Veintitrés años «en los que el trabajo en equipo sale. Ellos son nuestra familia. Cada uno en el Centro tiene su función, se reparten las tareas. Estamos porque creemos que tenemos que estar y los chicos se lo merecen. Servicios Sociales nos tiene muy mimados. Hemos intentado estar activos, a pesar de la situación pandémica vivida. Hace dos años, hubo una reestructuración de las Residencias, pero ellos tienen una capacidad de adaptación muy grande y eso nos motiva a seguir. Son un amor y lo saben, aunque a veces somos un poco serios. Estos dos años han sido muy duros porque han visto limitadas las visitas, las actividades fuera del centro y también el contacto con sus seres queridos. Y también para los trabajadores que, en un alarde de responsabilidad, han sacrificado una parte de su vida personal para cumplir con profesionalidad y seguridad con su trabajo. Mi deseo para el próximo año es poder disponer de más recursos».

Dirigiendo el centro se encuentra Felipe Núñez García, quien afirma que su mayor orgullo, como máximo responsable de COSAMAI, es «ver diariamente a los usuarios disfrutar, interactuar y afrontar nuevas situaciones. Lo más gratificante es notar su agradecimiento, cómo se apoyan entre ellos y su capacidad de adaptación. El futuro lo veo con mucha esperanza y optimismo para seguir trabajando por y para el bienestar y la mejor calidad de vida de los usuarios. Las personas con discapacidad deben tener oportunidades de alcanzar la mayor autonomía posible y la seguridad, desde el punto de vista laboral y personal, facilitándoles su incorporación en todos los ámbitos de la sociedad».

Una de las imágenes del 50 Aniversario de COSAMAI (Astorga) en 2018.

Necesitamos una sociedad inclusiva.

En estos más de cincuenta años de vida, COSAMAI nos ha demostrado que otro mundo es posible. Sin embargo, aún quedan muchas miradas por cambiar, muchos muros por derribar. Es necesario dar más visibilidad a esta suma de capacidades, dotar a este colectivo de un mayor número de recursos, promover un empleo de calidad como factor determinante para la inclusión, obtener un mayor compromiso social de las instituciones, normalizar, apostar, avanzar, y, sobre todo, valorar el talento, el esfuerzo, la superación, la tenacidad de las personas con discapacidad intelectual, apoyar sus ideas, luchar por sus metas y cumplir sus sueños:

'Diferente'

«Siempre habrá personas diferentes que necesitarán ayuda… Siempre habrá dianas fáciles a las que atacar. Pero de aquí a unos años, quizá siglos, todo esto ya no ocurrirá, porque al atacar a otro, nos estaremos atacando a nosotros mismos»

Eloy Moreno

Autor

*Foto de portada: Detalle del Mural de la ilustradora astorgana Patricia Gutiérrez en el 50 Aniversario de COSAMAI

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