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Héctor Fidalgo durante uno de sus trucos con el yoyó.
Héctor Fidalgo, subcampeón nacional de Yoyó

«Compré un yoyó, me puse a ver vídeos de profesionales y dije: 'Eso quiero hacerlo yo'»

El astorgano Héctor Fidalgo Pérez consigue la medalla de plata en el Campeonato Nacional de Yoyó disputado en Albacete con tan solo 15 años

Domingo, 19 de noviembre 2023, 09:14

Algo tan sencillo como ver un juguete en una tienda, sentirse atraído y comprarlo cambió para siempre la forma de entretenerse de Héctor Fidalgo Pérez. Con tan solo 15 años, el pasado 11 de noviembre se alzaba con el subcampeonato nacional de yoyó que se disputó en Albacete.

Con un espectáculo de dos minutos en el que el joven de Astorga debía demostrar al jurado compuesto por cuatro personas sus habilidades con el yoyó, Héctor logró la medalla de plata en el que es su primer campeonato presencial como profesional de este juego organizado por la Asociación Española de Yoyó.

La historia de Héctor con el juguete se remonta a 2018, cuando un día cualquiera paseando se fijó en uno de estos objetos de madera en una tienda. «Lo vi y me llamó la atención así que lo compré», cuenta Héctor, que todavía recuerda como el primer día el momento en el que empezó a indagar sobre este juguete y cómo, a través de los vídeos de profesionales, encontró su vocación. «Veía los trucos que hacían y dije: 'eso quiero hacerlo yo, quiero ser profesional».

Aprendizaje autodidacta

Con paciencia, determinación y mucha disciplina autoimpuesta el astorgano comenzó a descubrir los secretos del yoyó y logró dar vida, mediante sus trucos, a ese sencillo objeto compuesto por dos discos unidos por una barra con un cordón enrollado. Todo lo ha aprendido de forma autodidacta, generalmente viendo vídeos de profesionales que pone a cámara lenta para «no perder detalle» e ir cogiendo la técnica. También ve tutoriales de gente que explica trucos, y hace poco descubría la aplicación Skill Addicts, desarrollada en República Checa, uno de los países donde más afición hay al yoyó, y donde aprende y comparte sus propios vídeos.

Héctor durante su presentación en el campeonato nacional en Albacete.

Fue también hace un par de años cuando descubrió la Asociación Española de Yoyó y, a través de ella, una comunidad no muy numerosa en España pero que esperan ir aumentando con el tiempo. Entusiastas del yoyó que como él se reunieron en Albacete para celebrar el segundo campeonato tras el parón por la pandemia y donde compartieron su afición con la ciudad dentro de un stand en la Feria de Coleccionismo y Juego 'Albatoy'.

«Todo es prueba y error, hay que practicar mucho y tener determinación para aprender»

Héctor volvía a casa, a Astorga, convertido en subcampeón de España. Estudiante de primero de Bachillerato, su hobby dista de los habituales en los chicos de su edad, pero precisamente son sus amigos los primeros en reconocer el mérito que tiene lo que hace. «Se sorprenden mucho cuando les enseño trucos, todos me dicen que les parece muy chulo, pero muy difícil», cuenta Héctor, al tiempo que reconoce que «es cierto». «Todo es prueba y error, hay que practicar mucho y tener determinación para querer aprender lo que te gusta», confiesa.

Héctor habla con auténtica pasión del yoyó, la misma con la que explica cómo es su truco favorito y que, por desgracia, no logró ejecutar en el campeonato nacional. «Consiste en lanzar el yoyó hacia arriba, conseguir que la cuerda te rodee el cuello y terminar haciendo una especie de triángulo», explica.

Héctor junto a su premio que le acredita como segundo mejor jugador de España en categoría A1 de yoyó.

Este fue uno de los fallos que contó en el 'clicker' de los jueces para restar puntos al astorgano, que a pesar de perder otros tres puntos al tener que cambiar de yoyó al formarse un nudo en un truco fallido logró 55,1 de 60 puntos en la parte técnica y 19 de 40 en la presentación. Aunque reconoce que estaba nervioso -no es para menos en un campeonato nacional en modalidad A1- quedó muy cerca del primer puesto que logró Jorge Furores, de Benavente.

Héctor, que ve su futuro ligado al mundo de la programación y que planea estudiar el doble grado de matemáticas e ingeniería de datos, no piensa dejar de lado una afición por el yoyó de la que, a sus 15 años, ya puede presumir de ser un profesional.

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