Anillo y velo para unir a la primera virgen consagrada de Astorga con Jesús

Se trata de la primera mujer en la provincia de León en unirse a esta orden, que cuenta con unas 250 fieles en toda España, y que existe desde el comienzo de la iglesia, con apariciones en las cartas de San Pablo a Timoteo.

El rito comenzó a las 19.00 horas y contó con la participación de muchos miembros de la parroquia que no quisieron perderse uno de los actos más emotivos allí celebrados. Vestida de novia como marca la tradición aunque no es una obligación, María Ángeles Casto recibía de manos del obispo Jesús Fernández el anillo y el velo que la unen de forma permanente, indisoluble e irrevocable a Cristo en un desposorio místico que afianza la fe y la espiritualidad de la comunidad.

El prelado también le hizo entrega del libro de la oración de la iglesia, ya que una de las misiones de las vírgenes consagradas es ofrecer a Jesús su cuerpo y espíritu y mantener una vida espiritual, dedicando su vida a dar amor a Cristo, a la Iglesia sirviendo a la parroquia y a su comunidad, cuidando de los enfermos y de los que más lo necesitan y participando en la eucaristía y en todos los sacramentos que puedan rezando por los cristianos de todo el mundo. Deben también conocer profundamente la biblia, y María Ángeles ya está acabando en Ponferrada el primer curso de sus estudios de ciencias religiosas.

María Ángeles es la primera mujer en León en formar parte de esta Ordo Virginum, que a partir del siglo II comenzó a realizar un juramento o pacto de virginidad a través de un rito exterior que consagra a estas vírgenes de forma oficial y pública. Con el tiempo y la aparición de las congregaciones la orden desapareció, pero fue en 1970, año de nacimiento de la propia María Ángeles, cuando se recuperó la orden.

En una entrevista con Cope compartida por la Diócesis de Astorga, la propia María Ángeles recuerda que el proceso que le ha llevado a dar este paso ha sido muy natural. Miembro muy activo de su parroquia y siempre muy vinculada a la iglesia, vio en esta oportunidad la forma de consagrar su vida a Dios. Un proceso en el que ha contado con el apoyo de su familia, amigos y compañeros de la parroquia y que la hace «muy feliz».