j.C.
Sábado, 18 de febrero 2017, 14:22
Los ojos enrojecidos por las lágrimas y el rostro desfigurado por la rabia y, quizá, la impotencia. Hoy son «maridos, padres de familia, personas con hijos de la edad que entonces teníamos nosotros» pero no han decidido salir a la calle para evidenciar un ... drama «que jamás debería haberse producido».
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Víctimas de los abusos sucedidos en los años 70 en el seminario menor San José de La Bañeza, arropados por familiares y amigos, han salido este sábado a la calle para denunciar el «crimen» que entonces se cometió.
Bajo una torrencial lluvia se han concentrado en la Plaza de la Catedral de Astorga, a escasos metros del Obispado, y allí han dado luz a una situación «terrible, dramática, ocultada con la complicidad de la Iglesia».
La linterna del cura
Los abusos que entonces se cometieron, según han relatado los portavoces de la plataforma Rubén Darío, Tomás García y Óscar Antón, no fueron «ni uno, ni dos, ni tres», fueron muchos, constantes, un día tras otro, decenas, escenografiados bajo la linterna del cura que, de madrugada, recorría el dormitorio gigante en busca de sus víctimas.
De ahí que, según han asegurado, «pronto saldrán a la luz más casos. Esto ha formado parte de la vida de las víctimas, de sus miedos, han quedado ahí, marcados, y es hora que salga a la luz».
Ninguna de las víctimas quiere «dinero, sólo poder vivir en paz». Durante la concentración, convertida posteriormente en manifestación desde la catedral maragata hasta el Obispado, se ha exhibido una pancarta en la que se podía leer: «Todos lo vivimos y ellos lo encubrieron. Todos somos víctimas». Un lema que se ha coreado bajo la lluvia bajo la sorpresa de no pocos vecinos de la capital maragata.
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Que el delito no prescriba
Este acto, según los convocantes, tenía por objetivo evidenciar lo sucedido, pero también que «jamás vuelva a suceder, pedimos justicia y memoria histórica». «Es nuestro deseo que como delito no prescriba, que sus autores sean denunciados por las víctimas y perseguidos y juzgados por la justicia», se ha asegurado.
También se ha solicitado que «La sociedad y la opinión pública no miren hacia otro lado». «Podríamos haber sido cualquiera, podrían ser nuestros hijos», se ha apuntado en una intervención entrecortada, con lágrimas en los ojos.
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Encubridores
Todo ello con una referencia directa hacia quienes cometieron aquella barbarie amparados por el 'poder' que les otorgaba el tutelar a los menores. «Nuestros padres confiaron en ellos y abusaron de aquella confianza. Que el paso del tiempo no sea la sombra donde se escondan estos seres sin escrúpulos y sin dignidad»», se ha relatado.
El último mensaje ha apuntado directamente hacia la Iglesia: «Pedimos a las autoridades tanto eclesiásticas como civiles que sigan investigando estos actos abusivos hasta que todos los culpables, malechores y encubridores sean condenados».
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