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rubén fariñas
Miércoles, 12 de octubre 2016, 11:06
Corría el año 14 antes de Cristo cuando Asturica Augusta fue fundada como ciudad de la provincia Tarraconense. Su origen, un campamento de la Legio X Gemina, se desarrolló de forma fulminante para convertirse en la nueva Era en uno de los núcleos urbanos más importantes de Hispania.
Su crecimiento obligó a los romanos a dotar a la urbe de una red subterránea que derivara las aguas fecales hacia los ríos que circundan Astorga: el Jerga y el Tuerto.
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Estos canales, un entramado de más de 2 kilómetros, son las cloacas, un avance en el saneamiento de las ciudades romanas que, en el caso de la capital maragata, no fueron descubiertas hasta 1946, cuando el explorador José María Luengo sacó a la luz el ramal correspondiente al jardín de la sinagoga.
Son apenas 80 metros los transitables en la actualidad, ya que la ciudad continúa usando la red creada por los romanos, algo que ocurre en muy pocas ciudades del mundo.
A lo largo del recorrido, los viajeros deben acceder a un estrecho tubo abovedado, con una altura de entre 1,70 y 1,60 metros y apenas un metro de anchura.
La pendiente descendiente, compuesta en gran parte por la pizarra traída del Bierzo y usada para este tipo de infraestructuras, genera en su inicio unos pequeños charcos debido al origen de desagüe que tiene la cloaca.
El Ayuntamiento de Astorga ofrece la posibilidad de acceder a este túnel con la Ruta Romana, que sale del museo homónimo, y que permite entender una de las estructuras más especiales que la ciudad maragata mantiene como legado de Asturica Augusta, la urbe cruce de caminos que llevo a la zona a su mayor esplendor.
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