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«O comes o vas al psicólogo». Esta frase es de Cristina Rodríguez, que desde hace casi 5 años sufre depresión y ansiedad crónica. Pero la pueden firmar seis de cada diez jóvenes españoles con dificultades económicas, según el Consejo de la Juventud de España y Oxfam Intermón. Ir al psicólogo enfrenta numerosos problemas, especialmente para los más jóvenes, y uno de ellos es el económico. Una consulta privada ronda entre los 40 euros y los 120 euros, esto supone que ir dos veces al mes implica destinar el 15% del salario mediano para ellos.
Rodríguez es un rostro más en la fotografía de la salud mental en España, pero no el único. «Cuando trabajaba me daban 300 euros y ya solo la habitación me costaba 500 euros», responde Muhannad Alshemali, un joven sirio de 28 años que llegó a Madrid hace unos años. «He pasado noches enteras llorando», advierte. Ambos son dos ejemplos de lo que sufren el 25% de la población mundial, según la OMS.
A nivel europeo, la incidencia de problemas como la soledad, la ansiedad, el aislamiento social en los jóvenes se ha duplicado desde 2019. En España, la situación es particularmente grave para este segmento de la población, revela el informe Equilibristas: las acrobacias de la juventud para sostener su salud mental en una sociedad desigual. «Vivimos día a día la precariedad más injusta», denuncia Andrea Henry, presidenta del Consejo de la Juventud de España. «Se nos denomina como generación de cristal, una generación indolente y sin esfuerzo. Todo ello genera desafección en el presente y una incertidumbre en el futuro», añade.
Las causas de este malestar, apunta el informe, son el ritmo de vida acelerado, la dificultad de encontrar un empleo en condiciones dignas, el acceso a una vivienda o la alta competitividad, entre otros. «Para esta generación es complicado soñar con un futuro estable, ya que tienen que lidiar con la precariedad laboral, la temporalidad y el desempleo», responde Raquel Checa, responsable del programa Desigualdad Cero de Oxfam Intermón.
Una situación que provoca que casi un tercio de los jóvenes viva en una situación de riesgo de pobreza o exclusión social, según la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). Ambos organismos apuntan a que la «precariedad laboral» puede condicionar su «calidad de vida» no solo a lo largo de su ciclo laboral, sino también cuando «sean pensionistas».
De ese tercio total, un 11,5%, según la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE), vive en carencia material severa, es decir no tiene dinero para mantener una temperatura adecuada en casa, no puede irse de vacaciones o no puede permitirse una comida de carne o pescado cada dos días. «El día a día es una ansiedad constante», explica Cristina Rodríguez.
En total, 1.550.200 jóvenes entre 15 y 29 años que no tienen los recursos económicos necesarios para cubrir parte de las necesidades básicas. De estos, casi el 60% fueron diagnosticados en 2023 con algún trastorno de salud mental en 2023 (en el caso de los que no la padecen, fueron diagnosticados el 37%), y el 25% asegura haber recurrido al alcohol o a las pastillas para calmarse.
El informe también subraya que la juventud que estudia y trabaja simultáneamente (denominados «Sisis») presenta una incidencia del 59% de problemas de salud mental, mientras que aquellos que solo estudian tienen un 35% de diagnósticos. La combinación de responsabilidades laborales y académicas incrementa significativamente el estrés y los problemas de salud mental.
Además, otro factor importante son las desigualdades de género, ya que se evidencia una brecha de género en cuanto a problemas de salud mental se refiere: La mitad de las mujeres jóvenes ha sido diagnosticada con algún problema de salud mental, frente al 41 % de los hombres. También tendría influencia las dificultades para acceder a la vivienda y los efectos del cambio climático, que aumentan la sensación de inseguridad y malestar emocional
El acceso a la terapia es otro aspecto crítico. Sólo el 17% de los jóvenes declaran haber sido atendidos por especialistas de la sanidad pública. La investigación da cuenta de la falta de recursos y falta de información disponible para atender los problemas de salud mental.
En los últimos años, los problemas psicológicos entre la población han aumentado, especialmente tras la pandemia de covid-19, hasta alcanzar los 56.856 casos clínicos por cada 100.000 habitantes, un crecimiento del 450% en la última década, según datos del Ministerio de Sanidad. Sin embargo, el número de especialistas en la sanidad pública no ha aumentado y España tan solo cuenta con 5,14 psicólogos por cada 100.000 habitantes, frente a los 18 de media de la Unión Europea y los 26 de media de los países de la OCDE.
«¿Cómo puede haber gente que duerme bien sabiendo que hay ciudadanos que se suicidian en sus comunidades, porque no hay medios para tratarles», se pregunta Rodríguez.
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