Al otro lado de la barra, en el 'Restaurante Luisón', siempre esperaba Rogelio. Un tipo singular, con la vida marcada en las arrugas de su piel, con la historia escrita sobre sus manos.
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Su vida, como la de quienes tuvieron que sobreponerse a una postguerra, ... siempre estuvo señalada por un lema: trabajar de sol a sol, con serenidad, con honradez, sin descanso.
Así se lo habían inculcado Luis y Petra. 'Luisón' en realidad, porque aquel padre tan enorme era realmente imponente.
Siguiendo la tradición familiar Rogelio creó su familia junto a Eloina y poco a poco, siguiendo una estela iniciada en 1914, emprendieron su propia aventura. Desde bien pequeño había conocido cómo aquella tienda familiar de ultramarinos, en la que se combinaba la venta de todo tipo de productos, con la sana tradición de tomar 'el chato', tenía vida propia. Y por ahí pasaba su propio futuro, siempre en Villaobispo de las Regueras.
Rogelio y Loini veían cómo todo avanzaba al mismo tiempo que sacaban adelante a sus dos hijos, Mercedes y Manuel.
Los primeros 'chatos' de vino se fueron multiplicando y Rogelio decidió avanzar con la 'tasca' familiar ofreciendo pinchos y comidas, salpicados por un ambiente tan familiar que el lugar tenía un aire realmente mágico.
Pocos escenarios gastronómicos se han creado así, desde la cocina de casa. Y así era aquel mundo tan singular, porque ir al Luisón siempre ha sido como ir a cenar a casa. En ese mundo que Rogelio armó casi sin querer se creó un ambiente único, formidable.
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El cliente, de todo tipo, de toda clase, siempre ha pasado directamente de la barra del bar al comedor, pero pasando por el medio de la comida. Y allí, en ese recorrido casi teatral, se entrecruzaba con los fogones y los pucheros, los mandiles y los paños de cocina, los olores, los sabores... Y todo condimentado por Loini. Ha habido instantes en los que los clientes nunca hubieran querido salir nunca de aquella cocina.
Con el paso del tiempo el 'Luisón' (el sueño de Rogelio marcado por el empeño de su familia) se ha transformado amoldándose a los propios cambios de la sociedad. Ley de vida. Y con orgullo él veía cómo de la mano de Manuel y Merche el mundo que había creado alcanzaba cotas impensables. Allí estaba su cocina, con sus fogones, con las recetas de la abuela, pero también un patio maravilloso, el porche abierto al atardecer y las mismas ganas de conversar de toda la vida endulzadas por la mejor cocina.
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Así es el 'Luisón', la mejor herencia de Rogelio. Él se ha ido [Exequias y misa de funeral este miércoles 17:30 horas, hijas de la caridad de Villaobispo. Capilla ardiente: Tanatorio de León] pero queda toda su magia, su ilusión y una inmensa lista de clientes que jamás le olvidarán. Su recuerdo será permanente y el próximo brindis queda para levantar la copa por el mejor viaje para su alma.
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