«Fui en autobús hasta el mar y tardé cinco días en llegar a El Hierro»

Los 180 refugiados, con solicitud formal de asilo y a la espera del documento que les permita trabajar en España, ya hacen vida en el Centro de Ayuda Humanitaria de Villarrodrigo. Algunos se están poniendo al día con un idioma que desconocen y más tarde pasarán a la formación laboral.

Este no es el caso de Salim Yabará, migrante que procede de la zona de Soninké, en Malí. Huyó de su país dejando atrás la guerra, aunque su corazón sigue en su país de origen preocupado por su familia.

Salim ha narrado cómo logró escapar del conflicto montándose en un autobús hasta llegar a Mauritania. Desde allí se lanzó al mar en un cayuco para empezar una travesía de cinco días a la deriva hasta que llegaron a la costa de El Hierro. Junto a él viajaban 89 personas y todos tuvieron la fortuna de llegar con vida, aunque algunos lo hicieron enfermos y con dolores.

Este joven aspiraba a ser traductor. De hecho, habla portugués, francés e inglés, además de su idioma materno. Ya ha empezado con el español y se defiende lo suficiente como para mantener una conversación. «Quiero aprender bien español y trabajar». Estudiaba en la universidad de su país y era profesor de francés.

Descarta irse a París. Le gustaría acabar en Barcelona y poder trabajar como traductor. Allí, y una vez que se asiente «con un buen trabajo» buscará la forma de traer a su familia, a su mujer y a sus dos hijas. «Mi familia no podía venir. Yo era el hombre y tenía el coraje para hacerlo. Ellos quieren venir y cuando pueda lo harán», explicaba.

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