Dice que el poder de la mente mueve montañas. Y hoy, lejos de ser una metáfora, se aproxima a una realidad que casi parece de ciencia ficción.
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Es más, ¿Se imagina controlar un Smartphone únicamente con sus ondas cerebrales? Si no se lo imagine, empiece ... a imaginar porque hoy por hoy es ya una realidad. Y así lo han podido comprobar 22 usuarios del Centro de Referencia Estatal de Discapacidad y Dependencia de San Andrés del Rabanedo.
Gracias a la aplicación de los métodos de procesado desarrollados por el GIB, los comandos que selecciona el usuario en cada momento se envían de manera inalámbrica mediante tecnología Bluetooth. El Smartphone los recibe y actúa en consecuencia, mostrando instantáneamente una realimentación visual al usuario.
La aplicación hace uso de un sistema Brain–Computer Interface, capaz de establecer una comunicación entre el cerebro y el entorno, y que traduce las intenciones del usuario en comandos de control de un dispositivo, en este caso, de un teléfono móvil.
Para ello, se monitoriza el electroencefalograma (EEG) del usuario, colocando un total de 8 electrodos sobre el cuero cabelludo, con el fin de analizar su actividad cerebral en tiempo real. El funcionamiento de la misma radica en el nivel de concentración del usuario. A través de la pantalla del ordenador, se muestra al usuario un conjunto de letras, números y comandos, organizados en una matriz o tabla, mientras sus filas y columnas se iluminan aleatoriamente.
El usuario únicamente tiene que fijarse en el comando que desea seleccionar en cada momento, y contar mentalmente cuántas veces se ilumina. Este ejercicio de atención provoca la aparición de un potencial evocado P300, una deflexión positiva de voltaje en la zona parietal de su cerebro, que puede ser detectada mediante un complejo procesado de señal y, por tanto, determinar dónde está mirando el usuario.
Un sistema que se evaluó satisfactoriamente con 10 sujetos de control en la Universidad de Valladolid y 22 usuarios reales del CRE, que permitió la eficacia y la utilidad de la aplicación en un entorno real, con un grado de acierto que superó el 80%.
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La explicación se encuentra en las interfaces cerebral-computacional o la tecnología BCI -Brain Computer Interface- consiguen traducir los pensamientos a texto o incluso controlar movimientos, pudiendo cambiar la vida de los pacientes, en particular a aquellos que pueden sufrir parálisis o condiciones similares.
Sin embargo, según señaló el catedrático Roberto Hornero Sánchez, está saltando el mundo de la capacidad. «Por ejemplo, las siguientes generaciones de consolas implantarán un sistema similar que permitirá al usuario controlar el muñeco a través de las ondas cerebrales».
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Una aplicación que se viene a sumar a la que permite escribir o navegar por la red y que desde la Unidad Biomédica de la UVA el objetivo sería lograr su comercialización. «Nuestro mayor interés es la transferencia tecnológica. Somos un grupo de investigación universitaria y nuestra idea es trasferir este proyecto a una empresa interesada para llevar a cabo su comercialización».
Ahora, el siguiente trabajo se centra en crear un entrenador cerebral o cognitivo –brain training-con el objetivo final de mejorar la calidad de vida de las personas.
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