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En 2022 como 1868. Han pasado 152 años, más de siglo y medio, pero nada ha cambiado para el municipio de San Andrés del Rabanedo. Al menos, en el escenario ferroviario.
El anunciado proyecto de permeabilidad urbano, que debería permitir dar continuidad al soterramiento en ... León capital, se queda hoy en nada.
De ahí las protestas vecinales, los permanentes requerimientos de las asociaciones creadas al efecto y el desaliento de un entorno urbano que ha visto cómo su transformación no era acompañada por la transformación del sistema de transporte ferroviario.
Ha cambiado todo, los trenes, las catenarias... Todo... lo que antes eran máquinas de vapor hoy son trenes AVE. Pero las vías, eso sí, siguen siendo en su trazado las mismas.
Fue en 1868 cuando se inauguró la línea entre León y la Robla y su paso se hacía bajo las mismas premisas que hoy siguen vigentes, sobre el terreno, a la cota de calle y con la profunda división que origina el propio ferrocarril.
En más de siglo y medio las diferentes administraciones no han sido capaces de articular una solución para un municipio que entonces no llegaba a los 9.000 habitantes y que hoy supera los 30.000 en todo su término.
Todo ha cambiado en el municipio del alfoz, menos el tren. Las soluciones articuladas en la última implementación ferroviaria para esa zona de la ciudad de León son simplemente más de lo mismo.
Así lo denuncia la Asociación soterramiento San Andrés del Rabanedo, que recoge las quejas vecinales y ha puesto en marcha una campaña de denuncia en la que se evidencia la crítica situación a la que se enfrentan los vecinos.
Más allá del área ocupada por el viejo paso a nivel de El Crucero desde la Avenida doctor Fléming de la capital hasta el entronque con la Avenida Párroco Pablo Diez todo sigue igual. No hay integración y no hay soterramiento y sí una continuidad a la vieja idea de que el tren debe circular al mismo nivel de la calle dividiendo cuanto sale a su paso.
La situación se ha vuelto extraordinariamente compleja en el área de San Andrés del Rabanedo, mucho más desde que Adif descubrió que el tren AVE no 'entra' por el viejo túnel sobreelevado de Párroco Pablo Diez. Se trata de una cuestión de normativa generada a partir del accidente de Angrois, en Galicia, cuando entonces se decidió ampliar la distancia de paso bajo puentes.
Con el tren tropezando en la vieja estructura la única solución ha sido demoler ese paso elevado y crear uno medio metro más alto y casi tres metros más ancho. El resultado final es una estructura que entierra definitivamente a los vecinos de los inmuebles situados en la prolongación de la Calle Príncipe y su enlace con Párroco Pablo Diez.
El 'enterramiento' de esas viviendas es paralelo a la creación de la nueva estructura metálica sobreelevada para el paso de peatones que suple el viejo paso derribado por sus problemas estructurales. Y todo, mientras Adif ha tenido que levantar una nueva pasarela peatonal y un nuevo paso para vehículos alternativo a la altura del Hospital San Juan de Dios.
Pero este nuevo paso también ha resultado problemático al 'pegarse' en exceso a las casas de la zona y tener una salida natural en una vía de tráfico limitado.
En ese escenario el anhelado soterramiento de San Andrés del Rabanedo se queda finalmente en una propuesta idéntica a la existente hace décadas, con un paso que se levanta por encima del actual y 'entierra' a una parte de los vecinos, con una pasarela peatonal idéntica existente entonces y con barreras de dos metros y medio de altura para seguridad del paso ferroviario.
La última respuesta de Adif (gestor de infraestructuras) al ayuntamiento de San Andrés sobre esta cuestión ha sido absolutamente desalentadora: 'Debe ustes hablar con el Mitma' (Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana).
PP y Vox ya han remarcado que debe realizarse un cambio en la ordenación ferroviaria de la zona y los segundos han elevado una PNL (Proposición No de Ley) sobre esta cuestión. Mientras nadie da soluciones San Andrés sigue enterrado y dividido en una situación que, curiosamente, es mucho peor que a la que se enfrentaba en 1868, entonces con tres veces menos de población.
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