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La integración ferroviaria en el alfoz de León no es una integración y desde luego no responde a los cánones más actuales de este tipo de actuaciones. En realidad se trata, si acaso, de un refortalecimiento de viejas estructuras levantadas para facilitar el paso del tren sin contemplar los intereses de los propios ciudadanos.
Los problemas localizados en el término municipal de San Andrés del Rabanedo son hoy la consecuencia de una integración ferroviaria mal diseñada, mal ideada y minimizada por el efecto de la crisis económica hasta el punto de pasar de cinco kilómetros de soterramiento efectivo y urbano a solo 590 metros.
Más allá del área ocupada por el viejo paso a nivel de El Crucero desde la Avenida doctor Fléming de la capital hasta el entronque con la Avenida Párroco Pablo Diez todo sigue igual. No hay integración y no hay soterramiento y sí una continuidad a la vieja idea de que el tren debe circular al mismo nivel de la calle dividiendo cuanto sale a su paso.
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La situación se ha vuelto extraordinariamente compleja en el área de San Andrés del Rabanedo, mucho más desde que Adif descubrió que el tren AVE no 'entra' por el viejo túnel sobreelevado de Párroco Pablo Diez. Se trata de una cuestión de normativa generada a partir del accidente de Angrois, en Galicia, cuando entonces se decidió ampliar la distancia de paso bajo puentes.
Con el tren tropezando en la vieja estructura la única solución ha sido demoler ese paso elevado y crear uno medio metro más alto y casi tres metros más ancho. El resultado final es una estructura que entierra definitivamente a los vecinos de los inmuebles situados en la prolongación de la Calle Príncipe y su enlace con Párroco Pablo Diez.
El 'enterramiento' de esas viviendas es paralelo a la creación de la nueva estructura metálica sobreelevada para el paso de peatones que suple el viejo paso derribado por sus problemas estructurales. Y todo, mientras Adif ha tenido que levantar una nueva pasarela peatonal y un nuevo paso para vehículos alternativo a la altura del Hospital San Juan de Dios.
Pero este nuevo paso también ha resultado problemático al 'pegarse' en exceso a las casas de la zona y tener una salida natural en una vía de tráfico limitado.
En ese escenario el anhelado soterramiento de San Andrés del Rabanedo se queda finalmente en una propuesta idéntica a la existente hace décadas, con un paso que se levanta por encima del actual y 'entierra' a una parte de los vecinos, con una pasarela peatonal idéntica existente entonces y con barreras de dos metros y medio de altura para seguridad del paso ferroviario.
Para los vecinos de la zona el tiempo, simplemente, no ha avanzado en esa zona de la ciudad.
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Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Doménico Chiappe | Madrid
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