Camino Cabañas, junto al otro acusado, en la Audiencia Provincial de León. r.f.
Juicio por acoso laboral en San Andrés

Cabañas defiende su inocencia: «Recibía dos escritos diarios y no era mi competencia»

La exalcaldesa reconoce el conflicto entre el capataz del servicio de Obras y el denunciante, que se consideraba «el patito feo» al ser «zancadilleado y atenazado» por sus superiores

Miércoles, 7 de febrero 2024, 13:00

La exalcaldesa de San Andrés del Rabanedo, Camino Cabañas, se ha sentado este miércoles en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de León pesando sobre ella una solicitud de pena de hasta nueve años de prisión y el pago de casi 30. ... 000 euros de indemnización.

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La socialista, que en el periodo de los hechos denunciados -entre abril y agosto de 2018- ejercía como concejal de Personal, se ha desmarcado de la acusación de un empleado interino del Ayuntamiento por «acoso laboral y hostigamiento» con el objetivo de mermar sus funciones como liberado sindical por CSIF.

Cabañas ha respondido a preguntas de la fiscal -que no ve delito en la actuación de la exregidora- y a su propia abogada. En su intervención reconocía haber recibido escritos en Personal en los que el denunciante explicaba su situación y denunciaba el trato de su superior, el capataz P.P., quien a su vez manifestaba lo «difícil» de asignar tareas a este trabajador.

«Uno decía que le vaciaban de funciones y otro que no podía darle trabajo. Le dejamos claro que esto no era competencia de Personal», al ser un tema derivado de la Concejalía de Obras. A pesar de ello se le dieron las opciones de cursar reclamación al Canal Alerta, la mediación de la psicóloga municipal o un cambio de área que rechazó. La entonces concejal de Personal nunca apreció «actitudes o palabras» inapropiadas por parte del responsable hacia el trabajador.

Sobre los cambios imprevistos de funciones que encomendaban a este sindicalista, Cabañas matizó que se debía a «urgencias» y no tenían nada que ver con sus funciones extralaborales. «Los concejales no sabemos ni cuándo ni cómo se cogen horas sindicales».

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Misma línea sostuvo el otro acusado, el capataz de su cuadrilla en Obras, quien reconocía que el trabajador tenía asignada la tarea de conductor de servicios múltiples, aunque su encomienda no era esa. «Abel tenía pegas para todo», manifestó en sede judicial. Durante su defensa, Pedro expuso que el denunciante «no acudía todos los días al reparto de tareas» y que era él el que se llegó a sentir «acosado» por el empleado. «Le propuse un cambio de servicio, si estaba tan incómodo, y me dijo que no. Le pedí disculpas si le había ofendido y me dijo que me veía en los juzgados».

«Temía por mi puesto de trabajo»

El primer testigo fue la parte denunciante, que lleva trabajando de forma interina en el Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo desde 2003. Sus problemas empezaron «incluso antes» de 2018, época por la que se enjuician los hechos, y acusaba directamente a Pedro de su situación. «A mí nunca me daba tarea de conductor, se lo daba a alguien de inferior categoría».

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Toda esta situación de «acoso laboral» nace, a su juicio, por una denuncia que presentó para reclamar flexibilidad horaria y por su situación de liberado sindical. «Yo era el patito feo del servicio. No tenía llaves y me tenía que quedar en el coche hasta que alguien venía. Tenía cambios continuos -de puestos y horarios- para que me fuera».

Su desencuentro con Camino Cabañas surge cuando le destinan al Centro de Día y coincide en petición de horas sindicales con el otro conductor de este recinto -sindicalista por Comisiones Obreras-. «Me dijeron que Cabañas tenía un cabreo monumental conmigo por coger estas horas», explicó ante los magistrados. «El uso de mis horas sindicales era una orden directa de Camino. Pensaba que si no cumplía, mi puesto de trabajo estaba en el aire» y eso le generó un ataque de ansiedad.

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Desde aquel episodio, Abel ha encadenado diferentes bajas laborales derivada de esos hechos. El diagnóstico de un psiquiatra fue «trastorno adaptativo al entorno laboral que puede derivar en acoso laboral». Todo ello en un momento en el que el empleado se sentía «atenazado y zancadilleado» por querer ejecutar su derecho como liberado sindical elegido por sus compañeros.

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