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Ha pasado siglo y medio, pero nada ha cambiado en Trobajo del Camino. En San Andrés del Rabanedo, municipio al que pertenece, este área urbana es el perfecto ejemplo de la falta de previsión urbanística, agravada por la nula sensibilidad de las administaciones públicas ... y por la apatía del gestor de infraestructuras ferroviarias Adif para resolver una cuestión urbanística capital.
El tren, en Trobajo y en San Andrés del Rabanedo, no es ninguna bendición. Es una condena. Quizá fue un elemento de progreso hace 150 años, cuando se abrió hacia el norte desde la capital con dirección a La Robla, pero hoy las vías rezuman fracaso, pobreza y aislamiento. Y todo en el siglo XXI.
El anunciado proyecto de permeabilidad urbano, que debería permitir dar continuidad al soterramiento en León capital, es hoy la escenografía de una ruina urbana sin precedentes. Una ruina que ha derivado en hartazgo social, discriminación, pobreza y despropósito urbanístivo.
El tren no se entierra pero sí entierra a edificios y vecinos del alfoz leonés. Y no solo eso, les condena a un aislamiento «insoportable en este siglo», según denuncia la Asociación soterramiento San Andrés del Rabanedo, cuya actividad se ha multiplicado en los últimos meses.
De ahí las protestas vecinales, los permanentes requerimientos de las asociaciones creadas al efecto y el desaliento de un entorno urbano que ha visto cómo su transformación no era acompañada por la actualización del sistema de transporte ferroviario.
La protesta vecinal, la indignación, se hace visible hoy con pancartas a escasos centímetros de unas vías para cuyo paso nadie ha querido buscar solución y todo al mismo tiempo que saludan un paso elevado del siglo pasado, remodelado y con el sello del camino de Santiago, pero que evidencia lo que no puede ser el ferrocarril de este siglo.
Fue en 1868 cuando se inauguró la línea entre León y la Robla y su paso se hacía bajo las mismas premisas que hoy siguen vigentes, sobre el terreno, a la cota de calle y con la profunda división que origina el propio ferrocarril.
En más de siglo y medio las diferentes administraciones no han sido capaces de articular una solución para un municipio que entonces no llegaba a los 9.000 habitantes y que hoy supera los 30.000 en todo su término.
Todo ha cambiado en el municipio del alfoz, menos el tren. Las soluciones articuladas en la última implementación ferroviaria para esa zona de la ciudad de León son simplemente más de lo mismo, un fracaso marcado por pasos a nivel automóticos ahora cerrados para facilitar el aislamiento del Ave, vías que parten las ciudades, puentes nunca se derriban, pasarelas de nuevo cuño que con su tamaño solo evidencian la discriminación social.
Más allá del área ocupada por el viejo paso a nivel de El Crucero desde la Avenida doctor Fléming de la capital hasta el entronque con la Avenida Párroco Pablo Diez todo es el dibujo de una integración humillante para el vecindario. En realidad no hay integración y no hay soterramiento y sí una continuidad a la vieja idea de que el tren debe circular al mismo nivel de la calle dividiendo cuanto sale a su paso.
Adif condena a Trobajo del Camino a seguir viviendo en el siglo pasado. «¿Y que hacen las administraciones? Nada», recuerdan las plataformas que denuncian lo que a todas luces es un escándalo urbano que solo asusta cuando se abren los ojos ante su enorme envergadura.
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