CARLOS MANUEL SÁNCHEZ y Álvaro Ybarra Zavala
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Martes, 15 de noviembre 2022, 18:28
«No soy un historiador militar, soy un historiador de la guerra», matiza sir Antony Beevor (Londres, 1946). Ningún otro cronista de los conflictos bélicos ha cosechado tantos lectores en el mundo. Viene de publicar Rusia. Revolución y guerra civil, 1917-1921 (Crítica), su monumental ... relato del que considera el episodio decisivo del último siglo, pues abrió una caja de Pandora de enfrentamientos ideológicos que aún no se ha cerrado. La cita es en Segovia. Está recibiendo quimioterapia por un cáncer y va buscando el sol. Pero su conversación, enérgica y apasionada, es todo un desafío.
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- Resuma en un titular la historia que nos ha tocado vivir.
- Hemos vivido una época privilegiada. Los jóvenes ni se imaginan hasta qué punto. Lo que viene es peligroso. Es temible.
- No me asuste…
- Digamos que creo en el pesimismo preventivo.
- ¿Cómo hemos llegado a esto?
- Estamos viviendo las réplicas de los seísmos que acontecieron en los años ochenta y noventa. El capitalismo puso el turbo y asistimos al colapso de la Unión Soviética, los movimientos sindicales se desintegraron, cayó el Muro… Todo esto coincidió con los cambios tecnológicos que trajo Internet y con la globalización de las finanzas. El origen del miedo que llevó al brexit, al populismo y al ascenso de la extrema derecha está en esos años. Porque fue entonces cuando la gente comenzó a sentir que estaba perdiendo el control sobre su propio destino.
- ¿Y adónde nos lleva esto?
- Lo que sigue al miedo es la violencia. Lo hemos visto antes, en la Revolución rusa y en la Guerra Civil española. Una sociedad atemorizada acaba estallando.
- El populismo se alimenta de bulos y teorías de la conspiración que polarizan a la sociedad. O estás conmigo o contra mí…
- En efecto, y también en la pérdida de control sobre sus propias vidas que angustia a mucha gente. Empieza con una idea que promovió la Iglesia de la cienciología en los años ochenta: «Si tú crees que es verdad, es verdad». Si crees que están asesinando a niños en una pizzería regentada por Hillary Clinton, entonces es cierto. Es una idea que recoge primero la extrema derecha y luego la extrema izquierda. Y ya vemos ahora cómo ambas apoyan a Putin. El mundo se ha vuelto un lugar muy complicado.
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- Sin embargo, en 1989 parecía que la democracia liberal se había impuesto. Hoy, la tecnología avanza exponencialmente, pero no superamos los choques ideológicos del siglo XX.
- ¡Es que vamos hacia atrás! Vivimos en una paradoja, con la tecnología empujándonos hacia delante, pero ideológica y sociológicamente retrocediendo. Ya no solo hacia los albores del siglo XX, mucho más atrás, hacia la aldea medieval, con la propagación de rumores, los linchamientos digitales se parecen a la quema de brujas. Tim Berners-Lee, el padre de Internet, ya reconoció que se le estaba dando la oportunidad a grupos marginales de unirse y formar parte de un movimiento de masas. Y se ha alimentado el odio hacia el Estado. En Francia, salvo en París, todos desconfían de los políticos. No olvidemos que Miterrand fingió sobrevivir a un tiroteo, el atentado del Observatorio de 1959, que planeó él mismo para sacar rédito político. ¡Cómo no desconfiar! Curiosamente, esto no pasaba en Estados Unidos, hasta que llegó Trump diciendo que iba a acabar con la corrupción de Washington; y galvanizó a sus seguidores justificando el resentimiento y las sospechas contra el gobierno.
- Usted defiende que el siglo XX empezó con la Primera Guerra Mundial (1914). Pero no está claro cuándo comienza el XXI. Hay quien sostiene que con los atentados del 11-S de 2001; otros, que con la crisis de 2008...
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- Para mí, el punto de inflexión es este año. La invasión de Ucrania, las tensiones antiglobalización, las amenazas de hambruna, el ascenso de la extrema derecha en Italia, Suecia… Estamos asistiendo al fin de una era. Vamos hacia un mundo muy impredecible. Si el desastre ambiental se combina con la guerra, el hambre y la peste, ahí tenemos los cuatro jinetes del Apocalipsis.
- Oiga, el pesimista preventivo vuelve a las andadas…
- Espero equivocarme. Pero 2022 puede ser el equivalente a 1914.
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- ¿Qué le hace pensar eso?
- Que la geopolítica ha cambiado. Por la sencilla razón de que, incluso durante la Guerra Fría, se podía confiar en las promesas. Antes, los líderes comunistas, en la Unión Soviética o en China, respetaban los acuerdos. Ahora, Putin cambia de opinión si piensa que va a obtener una ventaja. Esto significa que la diplomacia internacional está muerta. O moribunda. Y no servirá para tratar los principales asuntos en la futura Guerra Fría entre democracia y autocracia. Antes, occidentales y soviéticos sabían hasta dónde podían llegar para no desatar una guerra mundial. Pero Putin disfruta siendo indescifrable. Quiere asustarnos. Su círculo propaga historias, como el plan de una explosión nuclear en el mar del Norte que provoque un tsunami que ahogue a los británicos. No hay que tomarlas en serio. Pero, si se siente en peligro, lo interpretará como una amenaza existencial a la propia Rusia. Putin considera que su supervivencia y la de Rusia están unidas.
- Y comete atrocidades.
- Todos los países tienen mitos. El mito ruso es que están rodeados de enemigos. Eso justifica una manera de combatir en la que la crueldad es conspicua: las matanzas de civiles, la destrucción masiva, las violaciones… Y hay otro factor: ningún ejército trata tan mal a sus propios soldados. Y estos se toman la revancha con el enemigo.
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- Estamos viendo la resistencia de muchos jóvenes rusos a ser reclutados.
- La diferencia del Ejército ruso es que no hay sargentos que impongan disciplina. En la Segunda Guerra Mundial, los oficiales disparaban por la espalda a los soldados que no avanzaban. Y, a menudo, estos se emborrachaban y mataban a sus oficiales. Estamos empezando a ver motines en Ucrania. La diferencia es que el Ejército de Putin es mucho más corrupto que el Rojo y vemos la ira de los soldados que se quedan atascados porque sus oficiales han vendido las piezas de repuesto de los vehículos.
- ¿Xi Jinping será el gran apoyo de Putin?
- En China hay odios y tensiones entre el campo y la ciudad, y regionales, entre Pekín y Shanghái. Y ahora tienen un desastre parecido al de las hipotecas subprime que puede dejar en mantillas la versión americana. Creo que el presidente Xi está muy nervioso sobre el rumbo que ha tomado la economía china, pero al mismo tiempo sigue rearmando al Ejército y la Marina. Y dispone de la diplomacia de la deuda para ejercer influencia. No obstante, tampoco confía en Putin como aliado. Y esto le frena a la hora de anexionarse Taiwán; no quiere cometer los mismos errores.
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- ¿Prevalecerá la democracia en Europa?
- La Unión Europea tiene una contradicción fundamental. Y es que para lograr las reformas económicas se necesita un poder centralizado. Y esto genera reacciones contra Bruselas en todas partes. Es su gran debilidad. En los próximos meses, muchos en Alemania, Francia e Italia culparán a la Unión Europea tanto como a Putin. Por otro lado, la visión de los horrores perpetrados por las tropas rusas y el sufrimiento ucraniano fortalece a Europa: muestra lo que puede pasar si no la defiendes.
- ¿La reacción de los ciudadanos dependerá de lo duro del invierno?
- Sin duda. Si la gente ve que las calefacciones dejan de funcionar, se agudizará su temor a perder el control. Y la historia nos enseña que ese es el talón de Aquiles de la democracia.
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