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VIRGINIA DRAKE
Martes, 15 de noviembre 2022, 17:57
Tener un trabajo digno es un derecho fundamental, aunque para el 30 por ciento de nuestros jóvenes en paro resulte casi un milagro. Nuestro sistema productivo no es competitivo y la digitalización no ayuda a reducir la tasa de desempleo, situada en el 14 por ciento. Convertirse en funcionario público no es la mejor opción para quienes anteponen su vocación frente a la estabilidad laboral, pero aumentan los que aspiran al funcionariado. Y, además, frente a la globalización y a la apertura de fronteras de la Unión Europea somos muy caseros: el 30 por ciento de los españoles prefiere trabajar en su provincia; el 28 por ciento, en cualquier parte de España; y solo el 20 por ciento, fuera del país. Miramos nuestro futuro laboral con María Dolores Dancausa. «Para mí, el empleo no es solo la principal vía de ingresos de una persona, va más allá. Te proporciona sentido de pertenencia y es esencial para la autoestima. Defender el empleo es fundamental».
- Nunca hemos conseguido el pleno empleo, ni siquiera acercarnos a él.
- Es uno de nuestros grandes problemas. Es inconcebible que un país, con la economía que tiene la española, tenga un 14 por ciento de paro.
- A medio plazo, ¿revertiremos esta situación?
- Me temo que no. Con la revolución digital, el empleo va a sufrir más. Entre otras cosas, porque los avances tecnológicos que se aceleraron en la pandemia van a transformar muchos empleos, que antes eran valorados, en puestos poco útiles.
- Parecía que la revolución digital suprimía, sobre todo, los empleos menos cualificados; pero ¿cree que los algoritmos acabarán dictando las decisiones que se habrán de tomar?
- La revolución digital afectará a todos los trabajos. ¿Más a unos que a otros? Supongo que sí, porque las empresas estamos mucho más focalizadas en unos tipos de perfiles, lo que llamamos 'STEM', que son más técnicos y con formación científica. Pero el perfil laboral es una cuestión dinámica; con lo cual lo que hoy demandamos puede que no nos sirva dentro de diez o quince años. Tener hoy un 30 por ciento de jóvenes sin empleo es el mayor cáncer de nuestro tiempo.
- ¿Por eso aumenta el número de jóvenes que prefiere ser funcionario? (Según Unitur, el 27 por ciento; según Metroscopia, el 46...).
- Esa me parece más una proyección de las personas adultas. La visión que yo tengo de los jóvenes es muy positiva: son mucho más emprendedores de lo que éramos nosotros, están mejor preparados y quieren ser más independientes.
- ¿Ve factible la equiparación de los sueldos de España con los de Europa?
- Por supuesto, porque la diferencia de salarios es enorme. En España son muy bajos: la gente llega con dificultad a fin de mes y, además, nos suben los impuestos. Tenemos que ir hacia una sociedad más próspera y eso pasa por tener salarios más altos, igualándolos a los europeos.
- ¿Se reducirá la jornada laboral a cuatro días a la semana?
- Esa es una tendencia imparable, pero depende de la época a la que nos tengamos que enfrentar: si es difícil, todo el mundo tendrá que trabajar a destajo; pero, si la recesión no es tan seria como nos la pintan, la inercia de ir a cuatro días se acabará implantando.
- Los cambios en la reforma laboral han encarecido los despidos, pero han aumentado los fijos discontinuos…
- Digamos que han cambiado las estadísticas: por un lado, se están creando muchos puestos en el sector público; y, por otro, los fijos discontinuos se computan de una forma distinta. En los últimos doce años, en el sector financiero se han perdido dos de cada cinco puestos de trabajo. El nivel de paro en España no es tolerable.
- Voluntaria o no, ¿se retrasará la jubilación?
- No solo la esperanza de vida aumenta, sino que hoy te encuentras con personas de 70, e incluso 80 años, con unas capacidades que no eran la norma cuando se definió la edad de jubilación. No pueden prejubilarte a los 55 años, como está pasando en muchos sitios, y tener una esperanza media de vida de 86,3. Creo que en la próxima década los mayores tendrán más posibilidades de trabajar, con mayor o menor implicación.
-¿En los próximos años aumentará la movilidad laboral?
- Sin duda. Cuando yo les digo a mis hijos que solo he trabajado en Bankinter, se creen que soy de otro siglo [ríe].
- ¿Está cambiando el sentido de pertenencia a la empresa?
- Sí. En Bankinter celebramos los 25 años del empleado y le damos a elegir entre el famoso reloj de oro o un viaje. Ni el 1 por ciento coge el reloj.
- La covid nos obligó al teletrabajo, ¿llegó para quedarse?
- Es un tema complejo. Los empresarios y directivos queremos que los trabajadores vuelvan a la oficina cinco días a la semana; sin embargo, los empleados quieren venir lo menos posible. De hecho, nos está costando contratar jóvenes si no les dejas trabajar desde casa. Hay empresas que permiten que se teletrabaje dos o tres días a la semana. Esto tiene pros y contras y puede generar problemas que todavía no se han analizado suficientemente.
- ¿Cómo afectará en el trabajo la creciente inmigración?
- Los flujos migratorios han existido siempre; pero hay que controlarlos para que venga el tipo de personas que uno quiere y evitar que lo hagan aquellos que están empujados por las mafias. Decir esto no es políticamente correcto, pero es lo que pienso. La inmigración es algo positivo, pero debemos hacer un análisis de a dónde nos llevarán esas masas migratorias dentro de unos años y lo que queremos para el país. Lo que está claro es que vivimos en un mundo cada vez más diverso y que esta es una tendencia a la que nos tenemos que acostumbrar y sacarle su máximo partido.
- ¿La paridad laboral entre hombres y mujeres se alcanzará en esta década?
- Yo no soy partidaria de las cuotas, pero, sin duda, va a haber paridad y en menos tiempo del que pensamos; entre otras cosas porque el número de mujeres bien preparadas, que ya están trabajando en los sectores más diversos, cada día es mayor. Creo que hay que trabajar más en los puestos intermedios para que las mujeres puedan ascender, pero esto ya es imparable. En el consejo de administración y en el equipo directivo de Bankinter, el 45,5 por ciento son mujeres y lo hemos hecho sin cuotas.
- ¿Una mejor conciliación aumentará la maternidad?
- El tema de la conciliación cada vez está más superado. Las empresas tienen que facilitar la vida a las mujeres, pero a veces los impedimentos nos los ponemos nosotras mismas y eres tú la que echas de menos no estar en casa porque, en el fondo, tienes cierto complejo de culpabilidad; sientes que tú tendrías que estar ahí. En cuanto al aumento de la maternidad: en España, en caída libre, aunque la inmigración ayuda bastante.
- ¿El trabajador será más feliz dentro de un par de décadas?
- ¡Puf! No tengo ni idea [sonríe]. En contra de lo que dice este Gobierno, las empresas llevamos muchísimos años trabajando por el bienestar de las plantillas y porque la gente se sienta feliz; pero, si la felicidad depende también de la seguridad por mantener el trabajo, ya se hace más difícil conseguirla. En cualquier caso, si el hombre a lo que aspira es a ser feliz, tendrá que saber que eso solo se consigue en algunos momentos de la vida.
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