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JOSÉ ANTONIO GUERRERO y Álvaro Ybarra Zavala
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Martes, 15 de noviembre 2022, 18:36
Toca la batería, corre maratones (el último, el de Nueva York, en 5 horas y 20 minutos) y siente fascinación por el Titanic. Esto último se refleja en su despacho neoyorquino, del que sobresale una maqueta del transatlántico y una portada del New York Times con la noticia del hundimiento y una diminuta esquirla de la nave. A Rojas Marcos la historia del Titanic siempre le ha impresionado. «Se hunde porque no tenía compartimentos estancos y al chocar con el iceberg el agua entra y entra... Yo lo utilizo mucho en mi vida y con mis pacientes. Por la importancia de compartimentar tus fuentes de alegría o de salud. Mantén varios compartimentos y diversifica, de forma que, si se te hunde algo, te quede algo».
- Se habla más que nunca de salud mental... ¿Y dentro de 20 años?
- Se hablará más, pero lo haremos más específicamente de ansiedad, de depresión, de los síntomas... y también de los aspectos positivos de la salud mental. La psiquiatría es una especialidad muy nueva, tendrá cien años como mucho. Y el mundo de la psiquiatría hace cien años era el mundo de los endemoniados, que a partir de entonces ya fueron considerados enfermos. La psiquiatría ha ido por detrás de otras disciplinas. A los psiquiatras, nuestros compañeros todavía nos miran un poco raro...
- Igual dentro de 20 años habrá tantos psiquiatras como traumatólogos...
- Desde luego irán en aumento. Vamos a ampliar el mundo de las enfermedades mentales incluyendo a especialistas como psicólogos clínicos, trabajadores sociales y profesionales de la enfermería expertos en problemas psiquiátricos.
- ¿Perderemos la vergüenza de decir voy al psiquiatra?
- Depende de dónde. En Nueva York se ha llegado a presumir de ello... «Oye, ¿te quieres casar conmigo? Espera un momento que tengo que consultarlo con mi psicoanalista», jajaja. 'Tengo que ir al psiquiatra' suena un poco más fuerte que si dices que vas al psicoanalista... El mundo de la psiquiatría está marcado por un estigma negativo. Ir al psiquiatra o llevar a tu hijo al psiquiatra no se ve de la misma forma en las ciudades que en las zonas rurales.
- ¿A qué atribuye ese estigma?
- Hoy, la gente todavía confunde la maldad con la enfermedad psiquiátrica... Cuando oímos hablar de las barbaridades que hacen algunos seres humanos, los tachamos de locos, pero la locura no tiene nada que ver con la maldad. No hemos educado lo suficiente a la sociedad para distinguir una enfermedad de un problema moral o de falta de control. Ayer veía en la tele unas imágenes del asalto al Capitolio el pasado 6 de enero y todo el tiempo hablaban de locos, «crazy, crazy», decían. Así no ayudan a los ciudadanos a separar lo que es un problema mental de un problema relacionado con gente agresiva. Ojalá dentro de 20 años el 'crazy' sea el enfermo y no el agresivo.
- La pandemia destapó la caja de los truenos de la salud mental...
- Ha roto el sentido del futuro, esa idea de que no sabemos si vamos a seguir por aquí el mes que viene. Ese impacto tan tremendo se refleja en las estadísticas. Los suicidios han aumentado de forma escalofriante sobre todo entre jóvenes, y han crecido las agresiones, los homicidios, la depresión, la ansiedad, los miedos.
- Usted fue un niño hiperactivo, hoy lo habrían llevado al psicólogo…
- Sí, lo que llamamos 'hiperactividad'... oficialmente es de 1994. Y yo fui un niño hiperactivo y nací en 1943, imagínate. A mis padres ni se les ocurría lo que le pasaba a Luis. Hoy, si un padre ve que su hijo está triste o no le ve sentido a la vida, lo lleva al psicólogo. Eso es positivo y ya tiene impacto en la prevención de problemas que de mayor son más difíciles de tratar si no se han abordado tempranamente.
- ¿Me puede dar tres consejos para tener una mente sana más allá de practicar ejercicio o una adecuada alimentación?
- Por empezar con algo útil: pon el centro de control dentro de ti mismo. Ante situaciones corrientes o extraordinarias que irrumpen en tu vida, ¿te refugias en el «que sea lo que Dios quiera»? Eso no. Pon el centro de control dentro de ti mismo, es decir, yo puedo hacer algo para superar esta situación y, al hacerlo, estás confiando en tus capacidades ejecutivas. A veces, este «yo puedo hacer algo» puede derivar en un «yo puedo hacer algo y voy a pedir ayuda». Otro consejo: habla. Es fundamental poner palabras a pensamientos o ideas y hablarnos a nosotros mismos. Y, cuando te hables a ti mismo, háblate bien, quiérete, date apoyo... Y háblate en voz alta si hace falta.
- Estar 'empantallados' todo el día nos priva de hablar…
- El problema no es la tecnología, es el uso que hacemos de ella. Si solo me relaciono a través de la pantalla, es un problema. El cara a cara es fundamental. Nos debemos abrazar más. Y ahí entra mi tercer consejo: actúa con solidaridad. Un estudio de supervivientes de accidentes de aviación revela que el pasajero que en ese proceso de huir y salvar la vida trata de ayudar al mismo tiempo a otra persona tiene más probabilidades de salir con vida. Al prestar atención a esta otra persona resistes mejor el pánico. Lo hemos visto en la pandemia. Personas que llamaban a la puerta del vecino para ver si necesitaba algo... eso te hace sentir bien.
- Las endorfinas de la solidaridad.
- Exactamente. Cada día vamos a ver más estudios que demuestran los beneficios psicológicos y físicos del voluntariado, de la solidaridad práctica.
- El ritmo de vida a veces es agotador, ¿seguiremos igual?
- La vida se ha alargado y podemos hacer más cosas. Luego está la decisión de cada persona de fijar las prioridades. Hace unos días hablaba con unos empresarios muy exitosos de entre 60 y 75 años que han llegado al final de sus carreras profesionales, y en ese camino de lograr un éxito tras otro me decían que tenían muchos conocidos, pero no tenían amigos. Debemos tener cuidado para que no nos encontremos con que hemos abandonado unas necesidades tan básicas como tener amigos, aplicar el cariño, comunicarnos y poder desahogarnos con alguien.
- ¿Se puede hacer una hoja de ruta psicológica de cómo va a ser la sociedad del futuro, que será una sociedad más envejecida?
- La jubilación involuntaria no va a tener sentido. La edad afecta a tu capacidad para operar un cerebro, pero llegar a los sesenta y tantos y decir «adiós, muy buenas»... eso no va a tener sentido. Personas mayores, entre las que me incluyo, a mis 79 años, podemos contribuir a la sociedad y a nuestra propia felicidad. Pensar que uno ha vivido tanto que ahora me apetece dar.
- ¿Estaremos a salvo alguna vez de caer en una depresión o siempre va a estar ahí...?
-Va a estar ahí. La depresión es un cambio en la estructura hormonal del cerebro que produce una falta de satisfacción muy profunda y una falta de motivación para seguir viviendo o para levantarte por la mañana. La depresión te roba la esperanza. Y ese dolor interno llega a convertirse en una falta total de interés por todo, incluso por vivir. Por eso, el suicidio está tan ligado a la depresión. Cada día vamos a saber más sobre las cosas que producen depresión y cómo tratarla... y la gente va a tener menos miedo de ir al psiquiatra, menos miedo de llevar su hijo al psicólogo... Vamos a poder superarlo porque cada vez habrá más conocimiento.
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