La ruta mudéjar de Sahagún

En el corazón del Camino de Santiago Francés se divisa una villa que resume los vaivenes que la historia, como si de un peregrino se tratase, va dejando como huellas a su paso. Una población con más de nueve siglos, nacida a la sombra de uno de los mayores monasterios medievales y con una posición geográfica idónea a la vera del río Cea , donde los Santos Facundo y Primitivo habían sido ejecutados para dar lugar al santuario que se convertiría en la Villa de Sahagún.

Cuna y panteón de Reyes, Santos y Sabios, no tuvo unos inicios sencillos, pues fue arrasada en varías ocasiones. Con el asentamiento de los benedictinos y el generoso fuero otorgado por Alfonso VI, Sahagún se convirtió en un foco cultural, así como en un fuerte centro religioso y económico en los ss. XII y XIII, lo que atraería a ella a los musulmanes que permanecían en territorio cristiano durante la Reconquista.

La convivencia de los estilos arquitectónicos dio lugar al arte mudéjar, asociado principalmente al ladrillo y que encuentra en la Villa un foco importante para la comprensión de este fenómeno artístico tan plural, cuyo origen, según algunos historiadores, se encuentra en el muro norte de la Capilla de San Mancio.

Junto a los restos de la abadía benedictina, que formó uno de los cenobios más importantes en España, y a este primer muro mudéjar, se erige una de las primeras construcciones de este estilo. Su construcción data del s. XII y es uno de los templos más representativos del románico-mudéjar leonés. Comenzó a construirse en piedra y para cambiar rápidamente al ladrillo, material por excelencia de esta corriente para edificar y decorar, este templo cuenta con un exterior que juega con los volúmenes y la armonía de sus proporciones para darle un carácter escultórico.

La decoración de los ábsides, reformados para recuperar su aspecto original, así como la llamativa torres rectangular de cuatro cuerpos de diferentes tamaños, son algunas de las características de este centro de culto que fueron tomadas como ejemplo para construir otras iglesias mudéjares. Hoy, San Tirso permanece abierto al público configurado como un museo de arte sacro y una exposición de maquetas realmente sorprendente.

Situado a cinco kilómetros de Sahagún, este monasterio benedictino data de finales del s. X y principios del XII. Al igual que San Tirso, comenzó su construcción en piedra, como se puede observar en su cabecera, pero acabó con ladrillo tras la llegada del mudéjar. La torre solo cuenta con tres cuerpos, uno de ellos macizo, que sostiene el peso de la construcción, mientras que los restantes están adornados con ventanas y frisos dentados, similar a la decoración del ábside central.

En su interior resalta la colección de capiteles labrados y decorados con una particular iconografía. Una labor escultórica de primera calidad, similares a los que se encuentran en la parte más antigua de San Isidoro de León. También se puede encontrar una imagen de Cristo Crucificado, atribuida a Gregorio Fernández.

Este templo data del s. XIII y lleva el sello de los alarifes mudéjares, es decir, de los maestros. San Lorenzo es una de las joyas de esta corriente y es una de las mejores muestras de este estilo de carácter híbrido, ya que cuenta con elementos románicos, góticos y musulmanes. En el exterior, el mayor interés está en la cabecera de la iglesia con el triple ábside y en la magnífica torre sobre el tramo central, que consta de cuatro cuerpos de planta cuadrada, que van progresivamente decreciendo con la altura. Los ábsides muestran un juego ornamental más variado, fruto de una mejora en los conocimientos para manipular el ladrillo que permiten utilizar recursos como el sardinel o los frisos de esquinilla, típicos de este movimiento.

En la puerta despiden dos papones al visitante y le recuerdan que allí está el museo de la Semana Santa. Aunque su interior se acerca más al gótico, cuenta con piezas de gran valor e interés, como la pila de agua bendita, confeccionada con dos capiteles y un cimacio mozárabe del s. X que pertenecieron al monasterio de San Benito, o la capilla de Jesús Nazareno.

Entre las viviendas de la plaza de Santiago se encuentran también los restos de la iglesia con el mismo nombre, que era la gemela de esta, con la salvedad de que no poseía torre. Hoy en día se mantienen algunas partes de la misma, en cuyas ruinas recuerdan jugar los más ancianos del pueblo.

Dominando Sahagún sobre un pequeño monte a las afueras, se situa la iglesia de la Peregrina. Construida también en románico mudéjar, fue levantada a finales del siglo XII para albergar la talla de la Virgen Peregrina, del siglo XVII de Luisa Roldán. Al ser más moderno, se pueden apreciar más formas góticas. Su decoración es variada, pero predominan los arcos ciegos túmidos y de herradura polilobulados, que denuncian la gran influencia de los modelos toledanos coetáneo.

Pese a los numerosas reformas que sufre, se mantiene el ladrillo y los esquemas constructivos iniciales, que dotan de gran armonía y unidad en el resultado final exterior. No así el interior, que se encuentra completamente trastocado. Tras la última restauración, se han encontrado diferentes pinturas y yeserias que decoraron durante muchos años los muros del templo. Con gran influencia de Toledo, desarrollan diferentes decoraciones que lo convierten en uno de los conjuntos más destacados de su género.

A tres kilómetros del núcleo poblacional, junto al Camino Fránces, se emplaza esta pequeña capilla del s. XIII. Situada en un emplazamiento geográfico de gran belleza, junto al río Valderaduey y un puente medieval, es un ejemplo de modelo simplificado de mudéjar facundino. Su fama, además de por la belleza de su emplazamiento, se debe a las leyendas que la rodean.

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