El resto, la política
Diego Carcedo
Lunes, 13 de marzo 2017, 16:19
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Diego Carcedo
Lunes, 13 de marzo 2017, 16:19
La Justicia ha cumplido su cometido y podría decirse que no le ha temblado la mano: el expresident Artur Mas ha sido inhabilitado para ejercer cargo público, lo mismo que sus colaboradoras más próximas. Los argumentos que esgrimió en su defensa durante el juicio no ... le han servido para librarse de su responsabilidad a la hora de promover un referéndum secesionista ilegal en 2014. La sentencia, como todas, admitirá diferentes valoraciones -los expertos la califican de suave- y al final habrá de ser confirmada por el Supremo.
Pero mientras tanto, queda claro que conforme a las leyes democráticas que nos rigen, incluido el Estatuto Catalán, las leyes están para ser cumplidas. Existen cauces para cambiarlas, pero no para saltarlas como la Generalitat ha hecho. La condena antes de su ejecución deja a Mas pendiente del recurso que presentará pero en la práctica muy tocado ya para promover nuevas iniciativas y menos para recuperar el poder como en estos meses últimos ha venido intentando
Hasta aquí, y hoy es lo que más importa, todo está claro. Estas próximas horas habrá que esperar con preocupación las reacciones oportunistas de los extremistas que le odian y le respaldan a partes iguales. Pero sobre todo, lo que la sentencia hace es reiterar que ahora comienza el turno de la política que nunca debió ser soslayado. Los tribunales resuelven los problemas coyunturales pero no trazan cauces ni determinan vías de solución definitiva para el futuro. Para eso está la política.
Confiar que la Justicia resuelva por si sola cuestiones como la que se ha planteado en Cataluña es un error. La solución, al margen de actuaciones judiciales, debe llegar a través del diálogo y la negociación. Son imprescindibles. La experiencia demuestra que es así como se han resuelto siempre los problemas. Cuando se analiza el conflicto catalán lo primero que salta a la vista es la pasividad con que se ha contemplado el paso de los días sin afrontarlo.
Artur Mas, sobre quien pesan además otras acusaciones apabullantes de corrupción o colaboración con la corrupción administrativa, intentará seguramente seguir luchando para implantar en Cataluña unas leyes nuevas que le permitan recuperar su capacidad de liderazgo y escaquearse de sus responsabilidades penales cuyos escándalos, de momento, no han parado de salir a flote. Las ambiciones de sus compañeros se encargarán sin tardar mucho en aislarle aún más. No será ya el gran obstáculo.
La sentencia contribuirá a que otroslíderes del independentismo actúen con mayor cautela a la hora de promover iniciativas inconstitucionales. Pero esto no será suficiente. Hace falta que desde el Gobierno central, desde el Parlamento y desde los partidos constitucionales, se adopten iniciativas urgentes que permitan frenar entre todos el deterioro antes de tener que afrontarlo desde decisiones más drásticas, ahora que todavía se está a tiempo.
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