Sánchez entierra toda posibilidad de abstenerse bajo un 'no' sin matices a Rajoy

En tres cuartos de hora de intervención en el Congreso, el secretario general de los socialistas ha enarbolado la bandera de la oposición frontal a un Gobierno de los populares y ha enterrado las esperanzas de la primera fuerza política. Su uso y abuso de las instituciones, su mentiras de ayer y hoy, su no asunción de responsabilidades políticas ante los graves casos de corrupción que le afectan avalan nuestra absoluta desconfianza hacia usted y por ello votaremos en contra, ha sentenciado.

Los casos de corrupción y las sospechas de financiación ilegal del PP constituyen uno de los ejes principales del relato con el que los socialistas darán un sonoro portazo a Rajoy esta noche en el hemiciclo. Una y otra vez ha vuelto a Sánchez a afear al presidente su gestión de los escándalos hasta espetar que una investidura no puede sobreseer la corrupción política otorgando una suerte de perdón.

A su juicio, este lastre sumado a la mala gestión del Ejecutivo entre 2011 y 2015 compone una suma letal que impide al PSOE facilitar la formación del Gobierno. España -ha sostenido- necesita un Gobierno que persiga, castigue e impida la extendida corrupción política instaurada en torno suyo y que con evidente alevosía ha amparado y protegido durante estos años.

No ha dejado ni un resquicio para una rectificación futura de su posición política. Sánchez ha fiado esta mañana todo su proyecto a su rechazo a Rajoy, al que ha desacreditado como líder para los próximos cuatro años. España necesita un Gobierno limpio, social y creíble, y el suyo no lo es ni lo sería, ha concluido avalado por el aplauso de su bancada.

Ni tan siquiera ha abierto la puerta a negociar concesiones. Los causantes de los problemas no pueden exigir ser los mismos que los resuelvan con las mismas recetas, no podemos esperar de ellos un cambio de conductas, de políticas, usted sólo es continuador de su obra, ha argumentado.

Es más, indirectamente ha llegado a deslizar un mensaje también para quienes en su propio partido reclaman negociar con el PP una abstención. Eso, a su entender, sería una supuesta mal entendida responsabilidad de Estado. Y ha recordado que si la pasada legislatura fue la del absolutismo, en el caso de que el PSOE ahora cediera, esta sería la del chantaje. Tampoco ha atendido a las apelaciones de Ciudadanos a la colaboración. Algunos piden el voto por patriotismo, otros aseguran estar dispuestos a perder toda credibilidad por la patria, ha añadido rotundo.

Como en el partido de vuelta que esperaba en la Moncloa tras el fracaso de Sánchez el 2 de marzo, el líder del PSOE ha recuperado incluso las palabras de Rajoy de aquel debate de investidura. Las mismas con las que el presidente del PP reprochaba al líder de los socialistas acudir a la Cámara de la mano de Albert Rivera y con un pacto insuficiente. Una situación, señala el secretario general de la segunda fuerza política, similar a la de esta semana.

El presidente del Gobierno en funciones no lo entiende, sin embargo, así. Insiste en que no ansía el respaldo activo del PSOE, sino tan sólo que "no bloquee" la situación política. Y subraya las diferencias entre su gestión y la de Sánchez en términospolíticos: 52 escaños de diferencia. "Si yo soy tan malo, ¿cuánto de malo es usted?, ¿pésimo?", ha rematado.