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RUBÉN FARIÑAS E INÉS SANTOS
Hostal Parador de San Marcos
Viernes, 15 de diciembre 2017
Es uno de los hoteles monumentales más extraordinarios del viejo continente. Su construcción albergó la principal sede de la Orden Militar de Santiago en el oeste de la península y su obra fue financiada por el Rey Fernando el Católico.
Aquí se han celebrado ... ruedas de prensa, decenas de actos oficiales, eventos de moda y hasta, hace poco, este diario digital recibía un premio.
Por todo ello, el equipo de leonoticias no podía abandonar al Hostal Parador de San Marcos en su última noche y ha querido vivir la experiencia desde dentro.
Maleta en mano, un redactor y una cámara se han adentrado en el hostal más lujoso de León horas antes de su cierre durante dos años.
Nada más cruzar el pórtico, presidido por el emblema de la Orden Militar de Santiago, el recepcionista invita amablemente a hacer el ingreso. De solo un vistazo, uno se da cuenta de que está ante un museo viviente, con una sala capitular espectacular, un magnífico claustro y con cuidadosos detalles.
«Sois los últimos clientes que os registráis en San Marcos», nos dicen en el mostrador. El objetivo del equipo está cumplido. leonoticias se ha convertido en los últimos habitantes de este histórico espacio. Para inmortalizarlo, nos piden una fotografía y lanzan la promesa: «A ver si os invitan cuando se vuelva a abrir». Esto no ocurrirá hasta 2020.
Un botones recoge las maletas para ascender por la emblemática escalinata. Nos acompaña por los majestuosos salones y nos explica que «esta no va a ser una reforma cualquiera, será una reforma integral».
Lejos queda ya aquel 1965 donde sus paredes se adornaban con galas para inaugurar el parador nacional.
Llegamos a la habitación, será la 520, en el quinto piso. Será la última vez que aloje unos huéspedes, ésta será derribada y renovada por completo para que el brillo y esplendor de la fachada quede latente en el interior.
Según nos dejan en nuestro pequeño rincón de San Marcos nos ponemos a recorrer, por primera y última vez, su interior. Desgranamos sus rincones, observamos, a veces con temor, el misterio de algunos objetos. Unas antiguas cunas reposan en los descansillos, la figura de Santiago preside la entrada de los salones, una maqueta del hotel nos permite identificar dónde nos encontramos y cuadros con motivos de la tauromaquia se amontonan en las paredes. E incluso decidimos sentarnos en sus sofás para disfrutar de esta última noche.
Volvemos a nuestro habitáculo y, tras descalzarnos las zapatillas de Paradores, nos metemos en la cama para soñar con ser, por un rato, un Francisco de Quevedo sin encarcelar, recordar sus prestigiosas esculturas, no olvidar su función de campo de concentración en la Guerra Civil o ser un caballero de la Orden de Santiago.
Suena el despertador y el sol golpea por última vez sobre los medallones de Juan de Juni de la plateresca portada de la plaza. Se enciende el día y se apaga San Marcos.
No queda gente en los pasillos, solo los trabajadores de la limpieza rematan por última vez su faena. Bajamos sus escaleras por última vez. Nos despedimos de sus trabajadores, especialmente nerviosos esta mañana. Y así nos lo afirman: «Aún ni nos lo creemos». Son sus últimos minutos entre estos muros tras décadas acudiendo diariamente a su puesto.
La puerta del hotel más reconocido de León cierra por dos años. Cierra para recuperar su esplendor. Cierra para que el orgullo y seña de la hospitalidad leonesa no sea solo fachada y convertirse en la referencia de la compañía nacional de Paradores.
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