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Martes, 1 de noviembre 2016, 13:15
El sol se pone en el Cementerio de León. La paz se respira entre el aroma a ciprés y las flores en honor a los que ya no están.
Las cruces se pierden en el horizonte. Son centenares, o miles. Entre todas ellas destacan ... algunas tumbas que recogen los restos mortales de ilustres personajes que ayudaron a construir la historia de la ciudad.
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La mayoría se sitúan en la central, el Patio de Nuestra Señora del Camino, donde entre el granito y la piedra se vislumbran las letras grabadas de artistas, autoridades y escritores.
Alzándose hasta el cielo y con una leyenda desgarradora está la propiedad de Don Secundino Gómez, que mandó levantar un mausoleo en honor a su hijo, Pedro, y donde descansan los restos mortales del diputado y propietario leonés Octavio Álvarez Carballo. Se trata probablemente del monumento fúnebre más imponente del campo santo.
Destaca, cerca de la capilla central, el panteón de Julio del Campo. Su escultura, cubierta con una sábana de piedra, aparece arropado con un ramo de flores y coronado por una calavera y un reloj de arena.
Un presidente de la República
En la capilla de la Diputación de León, el lugar respetado para los ilustres de la provincia, permanece el presidente de la República en el Exilio, don Félix Gordón Ordás, destacando un pantocrátor en su interior y una flor en su cerradura.
Sin León no hubiera España, que antes que Castilla leyes su himno a León permanece grabado en el panteón bajo su efigie. José Pinto Maestro descansa para la eternidad, como el legado dejado en sus estrofas más populares, en el cementerio de San Froilán.
El campo santo también guarda un lugar para uno de los militares más importantes de la ciudad. El almirante Gonzalo Rodríguez Martín-Granizo guarda sus restos mortales bajo mármol blanco junto a su familia.
Máximo Cayón Waldaliso, el cronista oficial de la ciudad, descansa desde 1987 en el panteón familiar dejando vivo su legado en negro sobre blanco para su recuerdo y el de todos los leoneses.
La historia en un nicho
De forma más humilde, reposando en nicho de pared, se encuentra Miguel Castaño Quiñones. El político y alcalde leonés, fusilado en la Guerra Civil por sus ideales socialistas, pasa más desapercibido a la vista de los que busquen los grandes mausoleos. Caso similar al de José María Tasso Tena, más conocido como Tachuela, actor conocido por sus interpretaciones en las películas de Marisol y su popular gesto de soplarse el flequillo. Aunque no es de León, falleció en la capital y fue enterrado en su cementerio.
Por último, entre los ilustres escritores que ha dado la provincia, se encuentra un centenario, Victoriano Crémer. El cronista descansa en el campo de las ánimas, donde reposan los cuerpos incinerados del Cementerio de León.
El campo santo leonés no sólo sirve para recordar a los que ya no están. Puede ser perfectamente un lugar para visitar, recorrer y aprender la historia de León, de sus ilustres y de aquellos que pusieron su conocimiento al servicio de la ciudad.
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