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Trump debuta en la guerra

DIEGO CARCEDO

Viernes, 7 de abril 2017, 13:47

La guerra que a lo largo de seis años viene ensangrentando Siria con cerca del medio millón de muertos acaba de cobrar un giro inesperado y especialmente preocupante. El ataque gubernamental con armas químicas contra los rebeldes en Jan Sheijm, que dejó una dramática secuela ... de víctimas, ha desencadenado una reacción en cadena de consecuencias imprevisibles. Rusia, el aliado tradicional junto con Irán, del régimen dictatorial y familiar de Bashar al Asad, bloqueo ayer con su veto la condena debatida por el Consejo de Seguridad ante el uso de unas armas cuyo uso está prohibido por los tratados internacionales.

Moscú intentó luego suavizar la tensión proponiendo que una Comisión internacional investigase lo ocurrido pero ya llegó tarde: la reacción norteamericana no se ha hecho esperar: siguiendo órdenes de la Casa Blanca, aviones operando desde barcos de la Flota lanzaron 59 misiles Tomahawk sobre bases sirias. Las primeras noticias hablan de nueve muertos. Pero ante todo lo que este ataque implica, este pasa a ser un dato secundario. Para empezar, el ataque adquiere relevancia por el ser la primera intervención directa de los Estados Unidos en el conflicto sirio y, no menos importante, por ser la primera vez que las fuerzas armadas bajo la autoridad suprema de Donald Trump entran en acción.

Bien puede decirse que Trump se acaba de estrenar en la guerra, una posibilidad que causa preocupación desde que llegó a la Casa Blanca. El temor a una de sus reacciones impulsivas se ha cumplido, aunque en este caso habrá que matizarla. También está por ver si con esta reacción busca distraer la atención de sus concomitancias con Putin. De cualquier modo, después de analizar las circunstancias, no puede ser criticada fríamente. Algunas veces una intervención militar se vuelve necesaria y en esta ocasión aparece bastante justificada. Aparte de responder a una provocación de semejante gravedad, la Comunidad Internacional no podía quedarse impasible permitiendo que el ejemplo cunda.

El Régimen sirio, que intenta mantenerse en el poder por cualquier medio -- no sólo defiende la corrupción y se opone a la democracia que reivindican sus enemigos , carece de escrúpulos a la hora de recurrir a iniciativas de la mayor vileza como la que acaba de cometer en Jan Sheijum que, dicho sea de paso, no es la primera. Hay consenso universal en contra de las armas químicas y particularmente contra el gas sarín que acaba de utilizar. Habrá que ver ahora cómo evoluciona la situación. Lo más grave no es lo ocurrido, es lo que puede desencadenar.

Siria cuenta con el apoyo de Rusia que mantiene allí una importante base aérea y proporciona ayuda material y apoyo aéreo a sus Fuerzas Armas. Una ayuda que en los últimos meses fue decisiva para que el Régimen de Asad recuperase parte de territorio que se hallaba bajo control rebelde. La tensión después de esta acción es lógicamente elevada y se agrava con la presencia de dos personajes tan imprevisibles como Trump y Putin al frente de la mayor responsabilidad.

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