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REPORTAJE
Que la televisión nos salve
Un proyecto televisivo quiere salvar a un pueblo de Segovia de su desaparición con la llegada de nuevas familias
leonoticias.com
17/04/2014 (13:39 horas)
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El proyecto social y televisivo La Aldea ya ha atraído y sigue sumando decenas de instituciones, fundaciones, asociaciones y empresas dispuestas a hacer realidad la ilusión de una huida hacia delante, hacia lo rural, que comenzó a gestarse hace casi dos años. Las familias que lo protagonizarían viven un presente marcado por el drama del paro o el desahucio sin soñar siquiera con la oportunidad que les puede reservar el futuro, ya que el proceso de selección no arrancaría hasta dentro de medio año; será entonces cuando se espera que empiece a cobrar forma el resurgir de Navares de las Cuevas, un pueblo del nordeste de Segovia al borde de la desaparición, con 22 habitantes censados y solo cuatro con menos de 59 años.

Un palacete del siglo XVII, Patrimonio Histórico Artístico de Interés Provincial desde 1977 y degradado hasta hace poco a punto limpio, revivirá como posada real y epicentro del futuro laboral de estas familias y su entorno; y se levantará una pequeña urbanización de nueve viviendas con un nivel de eficiencia energética inédito en España. Nueve de las quince familias participantes las ganarán en usufructo durante el concurso, con el compromiso de echar raíces en el pueblo que les dará una segunda oportunidad.

Sacar adelante el proyecto, que también incluye un documental sobre todo el proceso, costará algo más de cuatro millones de euros: “En otoño tiene que estar cubierto el presupuesto y si no, esto no se podrá llevar a cabo”, admite Daniela Girod, manager de la productora audiovisual Denkenpro y directora general de La Aldea, en declaraciones a la Agencia Ical. “Pero vamos por muy buen camino para lograrlo”, aclara.

La vertiente patrimonial del proyecto le abre la puerta a una posible financiación a través de la partida estatal del 1,5 por ciento Cultural, y tiene opciones de acceder a fondos de la UE por ajustar las construcciones a los compromisos de desarrollo sostenible de la normativa europea 2020. El Gobierno central, la Junta de Castilla y León y la Diputación de Segovia, aparte del Consistorio covacho, ya están implicados.

Y también hay empresas de todo tipo: una se ha ofrecido para la mantelería de la posada, otra para los uniformes del personal que trabaje en ella, y una tercera lanzará una camiseta solidaria. Una plataforma de artistas planea recaudar fondos a través de una exposición, y colaboran colectivos como la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), la organización agraria UPA o las fundaciones Abraza la Tierra, Vive Sano y Biodiversidad.

“Si hemos conseguido que tantísima gente se una para ayudar, muy mal se tendría que dar para no reunir el dinero”, porque también hay firmas “con alto nivel de responsabilidad social corporativa”.

Felipe Pérez, dueño del único bar de la localidad. (Foto: Ical)

Trece programas

El mayor tesoro reside en su fin social, pero su mejor aval de cara a los patrocinadores se basa en las expectativas del ‘talent show’ que resumirá en trece programas el esfuerzo de las quince familias por ganarse uno de los nueve planes de vida en liza: “Cuenta con un contenido audiovisual muy potente que hará que todos los que están colaborando de forma desinteresada tengan también el retorno que merecen”, augura Girod.

“Ya sabemos el poder que tienen los medios audiovisuales para convertir en oro todo lo que tocan”, prosigue. “Que haya un programa de televisión adherido al proyecto social hará que tenga la repercusión suficiente para darle viabilidad económica y que el mensaje de esperanza llegue a todo el mundo en España”; porque además la iniciativa “es replicable” en no pocas zonas deprimidas del país.

Su capacidad de impacto dependerá en buena medida del canal nacional que finalmente lo emita. La productora no le pone precio, “regala el producto cerrado y ellos pondrán la ventana con el compromiso de respetarlo”; ya hay varias propuestas sobre la mesa y, aunque no se ha firmado nada todavía, la opción de Televisión Española está entre ellas.

Más de cuatro millones de euros no es una cifra menor, “pero un episodio de ‘Isabel’ ya cuesta casi un millón y uno de ‘Aguila Roja’, 1,3”, subraya la ‘production manager’ de Denkenpro; así que La Aldea no saldría por más de lo que valen cuatro o cinco capítulos de estas series.

Palacete del siglo XVII, Patrimonio Histórico Artí­stico. (Foto: Ical)

El calendario

Entretanto, el proyecto sigue avanzando. El mes que viene visitarán el pueblo representantes de todas las entidades implicadas. Será el momento del reparto de las parcelas entre los arquitectos que, sin cobrar, redactarán los proyectos de obra; pertenecen a estudios de prestigio y estarán coordinados por quien hasta hace unos meses era directora de Proyectos del Consejo Superior de Arquitectos, Paloma Gómez. Los propietarios de las nueve fincas ya han preacordado la venta, que sólo se cerrará cuando todo el proyecto esté atado.

Las casas deben empezar a construirse en otoño, casi en paralelo al inicio del proceso de selección de los participantes; y tiene que rehabilitarse el palacete de los Marqueses de Revilla, cedido por el Ayuntamiento, para que la grabación pueda empezar en julio de 2015. Durará siete semanas y, cuando acabe, nueve familias afrontarán el verdadero reto de una nueva vida. El concurso no es en directo y la fecha de emisión depende en primer lugar del acuerdo con la televisión.

De la gran ciudad a un pueblo de duro invierno a más de 1.100 metros de altitud; de la angustia del desempleo crónico o el desahucio a la ilusión de un nuevo trabajo y una nueva casa; y un cambio muy importante también para los niños, a quienes los responsables del proyecto ya les han buscado matrícula en la escuela de Boceguillas, a 14 kilómetros de Navares de las Cuevas.

Los menores de edad, por cierto, no participarán en este programa que busca huir de los vicios y estereotipos del género de ‘Operación Triunfo’ o ‘Supervivientes’, el ‘reality’, para acercarse a ‘Master Chef’ y el ‘talent show’. Durante el programa concurso “se van a mostrar las capacitaciones de las quince familias para adaptarse al medio rural, y para desarrollar empresas y actividades económicas en torno a la gastronomía, el turismo y la restauración, que creemos que son un poco nuestro petróleo”, explica Girod.

La localidad segoviana tiene 22 habitantes censados y solo cuatro menores de 59 años. (Foto: Ical) 

Las pruebas

En cuanto a las pruebas que deberán superar, las habrá de todo tipo: “Desde crear un plan económico en torno al turismo a desarrollar una web, cultivar una huerta de autoconsumo en la parcela que van a tener, terminar de decorar las casas, recuperar las fiestas del pueblo o un saber que se haya perdido en la zona”.

“La parte fuerte del programa es sobre todo la de la emoción, el esfuerzo de superarse, la ilusión, la alegría, la risa… y obviamente, por la experiencia que tenemos como productora, 15 familias en un sitio que no es el suyo ya es por sí solo un programa de televisión, no hace falta introducir mucha imaginación, es sencillo”. Y tampoco requiere caer en el morbo: “Esto es algo muy serio, no se puede frivolizar porque estamos hablando de gente que está en un momento de su vida extremadamente delicado y busca una oportunidad real”, insiste.

Ese rigor parte del propio proceso de selección, que se deja en manos de “profesionales”. Un equipo de sociólogos y psicólogos se encargará de ello junto con la Fundación Abraza la Tierra y su base de datos de personas que dan el perfil: familias con sus principales miembros en paro de larga duración, desahuciadas o en riesgo de estarlo; y de toda clase y condición porque, como apunta Girod, esta crisis se ha llevado por delante a personas con y sin estudios “que han desarrollado una actividad económica y ahora se encuentran en una situación de desamparo social, sin ingresos, con hipotecas altas, hijos…”.

Abraza la Tierra es clave en el proyecto, ya que se dedica precisamente a orientar y apoyar a personas que barajan trasladarse a comarcas despobladas. Eva González dirige esta fundación con sede en Campo de San Pedro, a apenas media hora de Las Cuevas: “Es una de las personas que más se ha implicado, había que buscar un pueblo con condiciones para desarrollar empresas en torno al turismo, la gastronomía y la restauración, y además el que hemos elegido lo tenía al lado”, apunta Girod.

Para reafirmar el fin social, sus principales impulsores constituirán la Fundación La Aldea con la idea de dar mayor transparencia a la gestión y facilitar el seguimiento del proyecto cuando los focos del concurso se apaguen. Dentro de esta entidad estará también el Ayuntamiento: “El alcalde es una parte muy importante, ya que va a vivir muy de cerca cómo se transforma su pueblo”, valora la directora general.

Un café con nostalgia

Vicente Robisco, alcalde desde 1999, ya protagonizó su propio retorno al medio rural. Nació en Sallent de Gállego (Huesca) hace 74 años y, después de más de una veintena de mudanzas a lo largo de su vida, cambió Madrid por Las Cuevas en 1996; leyó un anuncio sobre la venta de unos terrenos y allí montó un campamento juvenil al que hace siete años sumó un albergue de turismo superior. “Antes de venir no sabía ni que existiera el pueblo”, confiesa durante su conversación con Ical en el bar de Felipe Pérez (59 años, 60 en mayo), que desde Barcelona regresó a sus raíces en 1999 para cuidar de su madre y montó el único ‘centro social’ del pueblo.

En invierno no suele servir más de cinco cafés al día, “y porque gracias a Dios para algún coche que si no, nada de nada”, cuenta Felipe. “Yo en el bar he tenido buenos años, pero de ocho o diez clientes que tenía fijos todos los días, que incluso a veces no me dejaban cerrar hasta las 3 de la madrugada, ahora me quedan dos, Eugenio y Cloro. Son los únicos fijos entre semana, y después el amigo Vicente me acompaña alguna vez, pero hoy en el pueblo seguro que no somos ni doce, porque se ha ido el amigo Saturnino a pasar una semana a Sevilla”.

Robisco recuerda que sólo son 22 empadronados, “pero como además la gente tiene la costumbre de morirse vamos para abajo”, lamenta con franca ironía. “En verano podemos llegar a superar los 200 habitantes, aunque la gente vuela rápido”.

“Tenemos poca perspectiva de durar en el tiempo como no se haga algo. Este pueblo y no sé cuántos más desaparecerán sin más remedio, en diez años esto ya… El otro día, hablando con Pedro el panadero, le decía que lo suyo es más un servicio que un negocio, porque viene con el coche, pasa por unos cuantos pueblos y vende cinco barras. Y así están el pescadero, el carnicero o el frutero”.

Así que cuando le propusieron La Aldea reconoce que no se lo pensó dos veces: “Significa mucho trabajo y exposición a críticas, pero no podíamos dejar pasar esta oportunidad. Y si puede terminar siendo un referente exportable a otras zonas, mucho mejor”, imagina el alcalde, absolutamente implicado e ilusionado con el proyecto, una vez que además su negocio ya lo dejó en manos de dos de sus ocho hijos y un yerno. Ellos son los tres vecinos más jóvenes de Las Cuevas y, además, su hija Mari Carmen (38 años) y Juan Carlos (37) esperan un niño para junio que protagonizará el primer bautizo en el pueblo “en más de 40 años”, calcula Robisco.

Hace mucho tiempo que no se oye el llanto de un bebé covacho. Lejos quedan los años 50 y 60 del siglo pasado, cuando el palacete rebosaba vida como escuela para unos 60 alumnos, hijos de un pueblo de más de 400 habitantes. La llamada del trabajo en la ciudad apagó la alegría de sus calles, pero la antigua casa de los maestros puede acoger lecciones de vida muy pronto; entonces sería ya como posada real, quijotesco origen del resurgir socioeconómico de una comarca bajo los focos que están a punto de encenderse.

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